Crimen de la viuda del expresidente de la CAM

El aficionado al tiro olímpico poco dotado para los negocios

El detenido por el asesinato de Martínez niega que la muerte de su suegra le beneficiara

El detenido por el crimen, saliendo de los juzgados alicantinso tras declarar EFE

J. L. FERNÁNDEZ

Dos meses justos de investigación policial bajo secreto de sumario del asesinato de María del Carmen Martínez , la viuda del expresidente de la Caja Mediterráneo Vicente Sala, han arrojado un resultado igual de estremecedor que el propio crimen: el principal sospechoso es uno de los yernos de la víctima , en prisión sin fianza. Su posible móvil -el cobro de dividendos- y su manejo de las armas por ser aficionado al tiro olímpico sustentan las principales tesis de la investigación.

Una vez levantado el secreto de sumario, quedó al descubierto la pista seguida por los investigadores, con conexiones internacionales por varios motivos. De entrada, la dimensión del emporio industrial, presente en media docena de países iberoamericanos, con una facturación anual de 400 millones de euros . Estaba en juego el cobro de beneficios de esta máquina de hacer dinero. Pero hay más conexiones con el extranjero: los hijos de Miguel López, encarcelado desde el pasado viernes, que estudian en el extranjero. Varios de los mensajes de estos evidencian un odio visceral hacia su abuela , a quien alguno de ellos llama «maldita zorra» , lo que suscita el propio reproche de su madre, hija menor de la fallecida. Con este clima de animadversión se apuntala la hipótesis de que el crimen partió de la propia familia.

Menos pólvora de la habitual

Se esfumaba la hipótesis inicial de un sicario , ya que los casquillos de bala de los dos disparos a bocajarro habían sido manipulados para dar esa impresión, de un profesional extranjero, dado que el calibre es poco corriente en España. En el registro del domicilio del detenido, la Policía encontró armas cortas y largas -es aficionado al tiro olímpico -, con lo que podría haber trucado él mismo la munición. Hijo de un tornero, trabajo industrial que requiere de pericia con piezas metálicas de acero, podría haber aprendido los rudimentos del oficio para manipular las balas. Además, se empleó menos pólvora de la necesario para disparar para poner sordina a las detonaciones. No hacía falta más, para matar a bocajarro.

Y, sobre todo, encaja el móvil económico de a quién podía beneficiar la muerte de la viuda de Vicente Sala. Solo unos días después de aquel 9 de diciembre fatídico, la matriarca tenía cita en la notaría para poner el control de un entramado empresarial pujante en manos de su hijo varón , el primogénito, Vicente Sala Martínez.

La intención de María del Carmen Martínez apuntaba a mantener una asignación a cada una de las tres hijas, que ahora disfrutan de unos 300.000 euros al año, sin percibir dividendos del emporio multinacional. Aunque nadie sabe con certeza las pretensiones finales: Martínez pudo incluso pensar en rebajar unos ingresos con los que ahora algunos de los nietos hacen carrera fuera de España.

Además del grueso de la fortuna, de las industrias del plástico extendidas al otro lado del Atlántico, había otro factor que añadía más presión concretamente sobre Miguel López: las pérdidas de más de tres millones de euros en los dos últimos años en el concesionario de coches que él administra. Martínez trataba desde hacía meses de revertir la situación mediante el cambio la estructura de poder basada en un consejo de administración paritario por la figura del administrador único, en favor de su hijo varón, a través de varias sociedades .

No obstante, la operación quedó invalidada en el registro y todavía no se había consumado el traspaso de la acción de oro desde la viuda de Vicente Sala a su primogénito.

Prefería «no tratarla»

En su declaración ante el juez, el presunto autor del crimen negó este viernes que la muerte de su suegra le reporte ningún beneficio económico. Cierto es que las tres hermanas herederas cuentan con más de un 60% de las participaciones del patrimonio si suman sus cuotas, el doble que su hermano varón. Miguel López reconoció, eso sí, que su salario en el concesionario estaba muy por debajo de lo que se considera propio de un cargo directivo como el suyo. También, que a su suegra «prefería no tratarla», aunque eso no era motivo para cometer un acto como el asesinato.

De hecho, antes de ingresar en la prisión de Fontcalent, no lejos de su residencia, el único sospechoso del caso recibió la visita de dos familiares, otro detalle que pueda dar pábulo a interpretaciones tanto de culpabilidad como de inocencia: o contaba con la complicidad de alguien más, que sabía sus intenciones o disculpaba el crimen, o están convencidos de que no lo hizo.

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