entrevista

«Rivera no tiene experiencia de gobierno ni un programa como tenía Suárez»

Salvador Sánchez-Terán fue ministro en los gobiernos de UCD y negoció la vuelta de Tarradellas y el reestablecimiento de la Transición

«Rivera no tiene experiencia de gobierno ni un programa como tenía Suárez» Isabel Permuy

marisa gallero

Salvador Sánchez-Terán , en nombre del presidente Adolfo Suárez, y Josep Tarradellas, los dos solos, cara a cara, realizaron en el verano de 1977 el primer gran pacto de la democracia. En reuniones secretas, durante ocho intensos días, entre París, Saint-Martin-le-Beau y Madrid, acordaron el restablecimiento de la Generalitat de Cataluña y el retorno del líder catalán tras 40 años en el exilio. Hombre fiel al Duque, —«hasta el último minuto»—, fue su primer secretario de Organización, y ministro de Transportes y Comunicaciones y de Trabajo en tres de los Gobiernos de UCD, además de presidente de Telefónica cuando era una empresa pública. Sus diez años en política son los tiempos claves de la Transición, de una época de consenso. Por ello, aboga por tomar la iniciativa y el diálogo, para concretar con urgencia los grandes pactos necesarios.

–Le nombró Manuel Fraga gobernador civil de Barcelona en 1976…

–Cuando dejé Acción Católica, formé una sociedad, Progresa, que era un partido político encubierto, y nos pusimos en contacto con todos aquellos que proponían una reforma democrática. Uno de ellos era Fraga, que estaba de embajador en Londres. Cuando accede a ministro de la Gobernación me propuso como ministro, y al no tener cabida, me nombró gobernador de Barcelona, que es la tarea más compleja y apasionante que he realizado en política. Nada más tomar posesión, me dijo el jefe superior de Policía: «Mañana hay una manifestación de la Seat sobre Barcelona». Y le pregunté: «¿Cuántos vendrán?». Me contesta: «30.000». No ha habido ningún gobernador civil en España que haya tenido tantas huelgas y manifestaciones como las que tuve en Barcelona.

–¿Cómo fueron las reuniones con Josep Tarradellas para restablecer la Generalitat?

–El primer día fue de mutuo conocimiento. Estuvimos toda la mañana hablando de historia, de su experiencia en las Cortes, cómo admiraba a los grandes oradores, Ortega y Gasset, Azaña… No se creía que hubiéramos sacado UCD en Salamanca el 54% y Gil Robles sólo el 5%... Me contó muchas historias del exilio, lo mal que lo pasaron en las playas de Perpiñán, como tuvieron que salir cuando entró el ejército alemán en París... (baja la voz y se vuelve un susurro). Nunca quiso formar un Gobierno en el exilio a pesar de las presiones… Me entregó un documento con diez puntos con sus demandas. Yo no quería enseñar mis cartas. Había preparado un texto de decreto ley respaldado por el Gobierno por el que se restablecía la Generalitat y se le nombraba presidente por el Rey Juan Carlos y Adolfo Suárez.

–Adolfo Suárez dio pasos con una gran visión de futuro…

–La clave esencial de la Transición es el Rey, que se abre a la democracia, pero quien ejecuta es Suárez y Fernández-Miranda concibe la Ley de la Reforma Política. Para él era fundamental recuperar la democracia y convocar elecciones generales, que hubiera un gobierno democrático. Luego ya vendría la Generalitat, la economía, la Constitución…

–¿Hubo presiones para restablecer la Generalitat antes de las primeras elecciones?

–Sí. Nada más morir Franco, el grito que más se oía en las manifestaciones de Barcelona era «Llibertat, amnistía, Estatut d´autonomia». Aunque no es lo mismo que pidieran el estatuto que la independencia.

–¿El mismo clamor que hay ahora?

–Hubo más gente en la primera Diada que autorice en las afueras de Barcelona siendo gobernador el 11 de septiembre de 1976. No quise que se celebrase en la capital, porque tenía miedo que las concentraciones terminaran en desorden por la extrema izquierda. Estuvimos negociando con representantes de partidos políticos hasta las cuatro de la mañana, durante dos noches, en mi casa del Gobierno Civil. Había que cuidar los detalles. Me pasaron el esquema de los discursos. No iban a proclamar la república, ni decir barbaridades. El clima fue respetuoso y democrático.

–¿Parece que eran más fáciles los pactos en aquella época?

–El acuerdo de Perpiñán fue por unanimidad con todos los dirigentes políticos catalanes. La primera vez en la historia de Cataluña y me temo que la última. Si hoy hubiera hombres dispuestos a negociar, lo harían como lo hicimos nosotros. La situación era aún más difícil que ahora. Salíamos de una dictadura, había fuerzas que querían mantener el régimen de Franco, no queríamos rupturas, ni revolución en la calle. Queríamos pasar de la ley a la ley. Era muy complicado y se hizo.

–¿Usted le fue fiel a Suárez?

–Totalmente –y remarca cada palabra–. Desde el principio hasta el fin. Me mantuve en la UCD hasta el último minuto. No moví un dedo en la rebelión de los barones, en lo que se llamó la Casa de la Pradera. No hubo problemas ideológicos, sino de lucha de poder de los más cualificados por suceder a Suárez, tras los principales pactos de la Transición... Leopoldo Calvo-Sotelo fue la salida que todos tuvieron que aceptar, como un bien necesario. ¡Ojalá a todos los grandes políticos se le saque el rendimiento que España obtuvo de Suarez! Después no pudo superar esa etapa tan brillante, fue difícil mantener el nivel de apoyo.

–¿La retirada del apoyo del Rey Juan Carlos fue definitivo?

–El Rey era consciente de que a Suárez le faltaban apoyos, que había una demanda de cambio, y como jefe del Estado tenía que actuar en consecuencia. Faltaba la cohesión que dio fuerza a la Transición.

–¿Fue una traición de los barones?

–Las tensiones entre los dirigentes es parte de la lucha política por el poder. ¿Aceptan hoy todo el mundo a Pedro Sánchez en el PSOE? ¿A Mariano Rajoy en el PP?

–¿Albert Rivera es el único líder que busca el centro como en su día hizo Adolfo Suárez?

–Rivera no ha demostrado lo que sí demostró Suárez. He asistido a varias intervenciones del líder de Ciudadanos y me ha gustado como contesta, pero no tiene la experiencia de gobierno, ni un programa ni unas ideas de negociación y de consenso tan claras como él. En la situación actual se perfila un tripartidismo con PSOE, PP y Ciudadanos, si atendemos a la última encuesta del CIS. Es importante que haya una actitud de diálogo y de consenso en estos principales partidos en la campaña electoral, que no haya insultos ni enfrentamientos indeseables… Deberían pensar que van a tener que negociar.

–¿Cree que se entendería un pacto postelectoral entre el Partido Popular y el PSOE?

–Sí. Además es importante tanto cómo van a formar la mayoría del Gobierno, como el consenso para configurar la dirección de España en la próxima legislatura, los pactos para abordar los grandes problemas: la educación, la justicia, la financiación de las Autonomías, el paro, que necesita un vigoroso programa de empleo juvenil, y no digamos la reforma de la Constitución… Todo el mundo está pidiendo el consenso. ¡Qué bien se acogieron los cinco grandes pactos de la Transición! ¡Con unanimidad de todos los partidos políticos!

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación