La verdadera elección

En un país normal, el único interlocutor de estos chicos sería la Policía

La verdadera elección efe

Por salvador sostres

De cuando estuve loco recuerdo la angustia con que fui a recoger algunos análisis de sangre. Aunque por fortuna siempre salieron bien, pronto comprendí que era una derrota el hecho en sí mismo que mi vida dependiera de una moneda al aire. Con mi misma angustia Cataluña acudió ayer a la conferencia política de la CUP, constituyendo una derrota del sistema que un país que todo lo que es lo ha logrado con el talento de sus empresarios, la creación de riqueza y la vocación europeísta, se ponga en manos de lo que decida una banda callejera de anticapitalistas contrarios a la economía de mercado y a la Unión Europea.

Fiel a su naturaleza, la CUP llamó a la desobediencia , a la fiesta callejera mitad cena de barrio con cubiertos de plástico, mitad container incendiado, e hizo unos planteamientos delirantes, partiendo de diagnósticos dramáticamente equivocados y proponiendo supuestas soluciones que en cualquier caso tendrían consecuencias mucho más graves que los exageradísimos problemas denunciados.

La independencia fue una envoltura, y la sustancia de lo proclamado fue pura dinamita contra los fundamentos de La Civilización. Todo remitió a la expropiación y a la checa. Un decidido mal humor estuvo en el ánimo de todos los que hablaron. Resultó cómico lo muy en serio que se tomaban. No hubo ni un atisbo de ironía.

La CUP dejó claro ayer que la discusión de la patria ya no es territorial, ni folklórica, ni identitaria; sino que tiene que ver con la libertad, con la prosperidad, la propiedad privada y nuestra raíz cristiana que hace posible todo lo demás. En un país normal, el único interlocutor de estos chicos sería la Policía.

Pese a la contundencia de algunas frases, la vaguedad fue total y continuamos sin saber si investirán a Mas. Pero conocidas las líneas maestras de sus planteamientos, la verdadera elección de Junts pel Sí, y de los independentistas en general, ya no es tanto entre el sí o el no a la independencia como entre la modesta e imperfecta legalidad vigente y el esplendor, nunca suficientemente ponderado, de Venezuela.

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