análisis

Un «traspiés» y dos narcisos

La falta de autocrítica de los dirigentes de Podemos solo es equiparable a su narcisismo: el batacazo del 27-S no es su culpa

Un «traspiés» y dos narcisos afp

juan fernández-miranda

Sostienen Pablo Iglesias e Íñigo Errejón que el resultado obtenido por Podemos el 27-S fue un «traspiés». Dejando de un lado la patada al diccionario -menos mal que van de profesores universitarios-, el comunicado que difundieron ayer no tiene desperdicio. Su falta de autocrítica sólo es equiparable a su narcisismo. Se encantan.

Si el resultado no cubre las expectativas -tomar el cielo por asalto- no es culpa suya, sino de todos los demás: de Artur Mas por independentista , y de PP, PSOE y Ciudadanos (todos en el mismo saco) por inmovilistas. A los únicos que no critican es a los antisistema de las CUP, ¿casualidad, despiste o estrategia?

Sostienen Pablo Iglesias e Íñigo Errejón que el «traspiés» también se produjo por el «nombre difícil» de la candidatura (Catalunya sí que es Pot ). Pero ojo, eso tampoco es culpa suya, sino de su votante, que no se entera: «mucha gente que está esperando a las generales para votar Podemos no nos encontró el domingo entre las papeletas de los colegios electorales». Ni siquiera Xabier García Albiol llegó tan lejos el sábado en ABC: «Miles de catalanes quieren votar al PP, pero no lo saben». Los de Podemos sí lo saben, pero no encuentran la papeleta. Argumentos de perdedores.

Pero el seguidor de Iglesias y Errejón -aunque luego no les vote- no debe perder la esperanza «del cambio político y la fraternidad», porque los dos narcisos sostienen que «nosotros hemos llegado hasta aquí derrochando coraje, compromiso, generosidad y atrevimiento». ¿Algo más?

En los dos folios de autobombo esconden una frase, la única que realmente tiene interés informativo: « Podemos será el nombre y el eje articulador de la candidatura del cambio ». Adiós a IU, a Ahora en Común y a toda esa catarata de siglas que luchan por rentabilizar políticamente el descontento social a través del populismo. Y adiós al término de moda: la palabra «confluencia», hija de «empoderar», nieta de «casta»... también caerá en desuso. Zanjar por escrito ese debate parece poco valiente y no es propio de personas con «coraje, compromiso, generosidad y atrevimiento». ¿No será que están atemorizados por su bajada en las encuestas? ¿No será que comparecer juntos a las elecciones beneficiaría a la izquierda radical pero perjudica sus ambiciones personales? Con tanto ego personalista, Podemos va de «traspiés» en «traspiés» ¿O era «traspieses»?

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