entrevista
Corcuera: «A Felipe González le he dicho muchas veces que "no" sin que pase nada»
«Si el futuro del país hiciera necesario un gran pacto nacional, los dos grandes partidos de España tendrían que pactar. El Estado del Bienestar no lo han hecho los comunistas ni los anarquistas»
![Corcuera: «A Felipe González le he dicho muchas veces que "no" sin que pase nada»](https://s3.abcstatics.com/Media/201509/20/exministro-corcuera--644x362.jpg)
Hace apenas tres meses que ha cumplido 70 años con energía renovada, aunque sigue con su pose de hombre rocoso, socarrón, que dice lo que piensa sin eufemismos. «Soy propenso a hacerme amigos entre la prensa». Cuando entro por la puerta de su casa, es como si le conociera más de lo que le he visto. Su mujer riega las plantas de un pequeño jardín, mientras conversamos sentados en la mesa comedor, rodeado de fotos de sus nietos. «Ahora puedo contar la verdad, y no parecer presuntuoso». Curtido en el sindicato UGT-Metal, José Luis Corcuera ascendió en Altos Hornos desde el puesto de aprendiz hasta llegar a oficial de primera. Se hizo socialista nada más conocer a Ramón Rubial en las Siete Calles de Bilbao y espera morir siéndolo con un lema. «¡Qué leches voy a ser patriota si no defienden los interés de los ciudadanos!». En 1988 sustituyó a José Barrionuevo en Interior, al no poder decirle que no a Felipe González cara a cara. Será el único que mencione la Ley de Seguridad Ciudadana por su nombre, sin su apellido ni la famosa «patada en la puerta». Dimitió de todo sin arrepentirse. «No he cambiado demasiado en mi vida».
–Fue el hombre que llevó con mano de hierro el proceso de la reconversión industrial e impuso condiciones al entonces ministro de Industria, Carlos Solchaga.
–Tuve que dejar la secretaría general del Metal y fui a la comisión ejecutiva de la UGT por decisión de Nicolás Redondo, participando activamente en la elaboración del libro blanco. Desde el punto de vista social conseguimos la mejor reconversión del sector siderometalúrgico de Europa. Felipe González aceptó que no se produjeran despidos, creando alguna dificultad en el seno del Gobierno.
–Se decía que había sido Nicolás Redondo el que dijo que no fuera usted ministro de Trabajo en el primer Gobierno socialista en 1982.
–¡Quién es él para prohibirme nada! Eso son las historias que se cuentan, que no tienen nada que ver con la realidad. A mí me convocó Felipe González, y le dije que se equivocaba, a Felipe le he dicho muchas veces que «no» sin que pasará nada. Tal como salí del despacho, me fui directamente al de Nicolás Redondo para explicarle que sería bueno hacer una reunión de la Comisión para decidir que ningún miembro de la Ejecutiva fuera ministro. Hasta tal extremo, que al no decir nombres, Manolo Chaves pensó que hablábamos de él. Como consecuencia de mi decisión fue Joaquín Almunia.
–¿Cuántas veces le ha dicho que no a Felipe González?
–Muchísimas veces y no hace mucho la última, si creo que está equivocado... Exactamente igual que con Alfonso, al que tengo un enorme respeto, personal y político. Una vez me dijo: «En el supuesto de que aparezca un precipicio, tú siempre estarás con Felipe González». Y le respondí: «Pues es verdad Alfonso, igual que tú hasta hace cuatro días». Soy lo que antes se decía felipista, con un cierto ramalazo guerrista. El socialismo tardará muchos años en encontrar a un líder político como Felipe.
–Usted es de renunciar, lo hizo en 1985 cuando dejó todas sus responsabilidades sindicales diciendo: «Me marcho antes de aparecer como la oposición a Nicolás Redondo».
–Hubo quienes de manera interesada rumorearon que yo estaba en una operación de sustituir a Nicolás frente a UGT. Y pensé: «Quién no se tenía que haber creído esa patraña tenía alguna sospecha de que fuera cierto». Recuerdo que iba a los toros con mi mujer. Le dije: «Entra, que en seguida vuelvo», y me fui a una reunión de la Comisión Ejecutiva Extraordinaria donde presenté mi dimisión. Aunque hubiera hecho virguerías dialécticas, no me iban a creer. Lo hice en contra del consejo de mi mejor amigo en política que no era de mi partido, Fernando Abril Martorell.
–Era ministro de Interior cuando salta el caso Naseiro, el PP aseguró que dirigió a la Policía como venganza por el caso Juan Guerra.
–No serán capaces de decírmelo a mí. En el caso Naseiro se abre una investigación por unas conversaciones en las que se habla de droga y en otras de financiación de un partido. El juez, ¡no abrió diligencias! Si el ministerio del Interior hubiera estado al corriente le hubiera avisado. Pasa igual con la financiación del PSOE, con Filesa, cuando el juez entró en la sede del PSOE, yo era ministro de Interior y Felipe era presidente. Siempre estamos viendo juego sucio por todas partes.
–¿Se equivocó al comprar joyas con el dinero de los fondos reservados?
–En absoluto. Lo hubiera hecho otra vez. Yo hacía un obsequio que no llegaba a 600 euros a gente que si estaba de vacaciones se las quitaba, que estaba en lugares inhóspitos sin seguridad… Creía que eran fondos que estaban a mi disposición. La primera vez, le pedí a un amigo que me diera dinero para hacerlo. Sigo guardando desde 1988 el talón de un millón de pesetas, porque no lo cambie... Incluso llegué a reconocer cosas que no hice. Si llego a decir que era otro el que compraba los regalos, igual le meten en la cárcel.
–Le hicieron una investigación sobre su patrimonio y no le encontraron irregularidades...
–En esta casa vivía cuando era ministro y vivo 22 años después. Me encontré en un supermercado en Navidad con una señora, cuando decían que tenía una mansión en Boadilla con columnas en la entrada como si fuera la Casa Blanca, y me dijo: «Quería saludarle porque yo soy la dueña de su casa». Cuando dimito, volví a mi empresa, tuvieron la deferencia de no mandarme al taller, porque tendría que haber ido con escolta y no habría parecido lógico.
–¿Les extorsionó Amedo?
–A mí no. Empecé mi responsabilidad de ministro, y a los 10 ó 15 lo detuvieron. En aquel momento no sabía ni quién era.
–Roldán manifestó que usted conocía los pagos a Amedo en Suiza…
–Lo he negado en sede parlamentaria. No es verdad.
–¿La «Ley Mordaza» es la heredera de la conocida «Ley de la patada en la puerta»?
–Paradojas de la vida. El mismo embajador de España en Reino Unido decía cosas que espero que se haya arrepentido. La Ley de Seguridad Ciudadana es la más constitucional de todas, pero aquí no rectifica ni María Santísima. El Constitucional modifica sólo una palabra en el apartado segundo del artículo 21, constancia por evidencia. ¡Fíjese la inconstitucionalidad de la ley! Si en España hicieran lo mismo que han hecho en Francia con respecto a las comunicaciones, aquí aparecería toda la izquierda «caviar» diciendo: «¡¡¡Ay Dios mío, esto no es democracia!!!»
–A Txiki no le gustó nada que usted presentará su dimisión, tuvo más que palabras...
–Sí, en el bar y en una comida que tuvimos en la Casa Vasca, me dijo de todo menos bonito. ¡Qué voy hacer, si me comprometí en el Parlamento si me cambiaban una coma! Mi relación con Txiki ha sido de muchos años, era un analista político de primer orden, veía lejos cuando tomaba una decisión. En cambio hay otros políticos que creen que aprobando una ley se acaba con la violencia de género.
–¿Está condenado a entenderse el PSOE con Podemos si quiere gobernar?
–Preguntarle eso a un socialista tiene su morbo. No hay ningún partido socialdemócrata en Europa que pacte con quiénes son sus antagonistas ideológicos. Podemos no tiene nada que ver con la socialdemocracia. Por tanto, lo entendería con muchísima dificultad.
–¿O sea usted ve más cercano un pacto con el Partido Popular?
–Sólo lo preveo en situación de catástrofe. Si el futuro del país hiciera necesario un gran acuerdo nacional, los grandes partidos de España tendrían que llegar a un pacto y dejar a un lado las políticas de siglas. El Estado de Bienestar europeo no lo han hecho los comunistas ni los anarquistas…
–¿Está en plena crisis de credibilidad el PSOE?
–No divido mi partido si digo que hay cosas con las que no estoy de acuerdo. No estuvo acertado el secretario de Organización del PSOE cuando dijo que pactarán con todo el mundo, menos con Bildu y el PP. Tampoco olvidaré nunca el trato recibido por mi compañero y amigo Virgilio Zapatero. Si conmigo también quiere tomar medidas dando instrucciones a la Comisión de Garantías, son 3 centímetros menos que hace 40 años.
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