El Supremo en llamas

ABC colabora con la exposición y puertas abiertas que conmemoran los cien años del incendio que arrasó el corazón de la Justicia

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nieves mira

Hace ahora algo más de cien años, ardía el que era -y aún es- el corazón de la Justicia en España. El Tribunal Supremo se consumía en las llamas, y de entre los espectadores surgía incluso el propio Rey Alfonso XII. La casualidad quiso también que la Reina Cristina, que pasaba por los alrededores de la, por entonces, plaza de las Salesas, observara las dimensiones que iba tomando el incendio. Con motivo de este aniversario se celebran ahora unas jornadas de puertas abiertas que contarán con una exposición en la que ABC ha cedido sus fondos para ilustrar no solo el incendio sino toda una época.

«¡Fuego!, ¡fuego!», gritó por primera vez Guillermo Valle, un niño de ocho años que dio la voz de alarma tras ver la humareda desde una ventana de su casa, en la calle Bárbara de Braganza. Sin quererlo se convirtió en otro de los protagonistas de las crónicas de la época, a las que se sumaron el colectivo de scouts que trabajó para poner a salvo tanto la documentación como los objetos de valor y algunos muebles. Solo hubo que lamentar la muerte de un funcionario del Supremo, que ejercía de relator. Falleció cuando intentaba salvar aquello a lo que había dedicado su vida, sus trabajos del despacho, cubierto ya por la densa nube de humo que se había extendido por esa zona del edificio.

Era 4 de mayo de 1915 cuando hacia la una de la tarde comenzó a arder el edificio por una de sus esquinas. Entonces, desde las ventanas, las familias de los ujieres y guardias civiles –que vivían en las plantas superiores– empezaron a arrojar colchones, muebles y diversas pertenencias. En quince minutos ya ardía medio edificio y cuando el reloj marcaba las dos, el fuego ya dominaba la sede de la Fiscalía, la Audiencia, el Supremo y la trata de blancas. L os primeros desalojados fueron los presos que aquel día estaban en los calabozos para asistir a sus juicios , y los vecinos de la zona acogieron a las mujeres y los 23 niños que vivían en el edificio.

Alfonso XII, que se encontraba en el chalet del Tiro de Pichón de la Casa de Campo se trasladó hasta el Palacio para seguir en persona los avances. En traje y sin sombrero, animaba desde antes de haberse apagado el fuego a construir un nuevo edificio. Al día siguiente ordenó constituir una comisión presidida por un magistrado para inventariar y catalogar la documentación perdida.

Hasta las ocho de la tarde continuó el incendio, aunque estaba ya controlado. Los bomberos comprobaron entonces que había zonas totalmente destruidas , sobre todo las de las viviendas de los siete guardias civiles y ujieres. Un incendio que conmocionó a toda la ciudad y que ahora se puede revivir en la inauguración de estas jornadas.

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