Hace unos meses atrás
El presidente catalán compareció con el espectro de la trama de Convergència
Mas compareció con su cara de gris cadáver, como si por dentro ya hubiera empezado a marcharse. Mas compareció con su catalán infumable , lejos del «nivel C» que exige a sus funcionarios, con construcciones tan lamentables como «hace unos meses atrás», o «estoy hoy en aquí», entre otras barbaridades que difícilmente puede permitirse el líder de una supuesta «nación lingüística».
Aunque tanto le guste presumir de honesto, la única estrategia de Mas ha sido siempre la mentira. Acusó al PP de laminar el Estatut que él mismo recortó con Zapatero, a cambio de que los socialistas le prometieran la presidencia de la Generalitat. Le reprochó a Rajoy que no se saltara la Ley para autorizarle su consulta , y luego se quejó de que el documento que prueba el pago de comisiones a Convergència por concesión de obra pública fuera filtrado por la Policía a un medio de comunicación . ¿La Ley sólo de vez en cuando?
Marta Rovira tomó la palabra en nombre de Esquerra para decir que «la corrupción me provoca una profunda indignación», cuando ellos eran los que mejor sabían que CiU no estaba limpia, y por ello se negaban a una candidatura unitaria a la que por cobardía y falta de coraje político acabaron accediendo. «No pudimos aguantar la presión de Mas» , dicen los que quieren hacernos creer que van a poder romper un Estado como España.
El candidato socialista, Miquel Iceta, desnudó al compareciente poniendo en fila otras tantas de sus mentiras. Le acusó de ser «el peor presidente de la Generalitat recuperada» , de generar una deuda pública superior a la del tripartito y de realmente no querer el diálogo que tanto le reclama a Rajoy. Le acusó también de pelearse con el PP sólo cuando le interesa, y lanzó el dato de haber aprobado con el PP el 43% de las leyes y el 53% de los decretos-ley. Le preguntó para acabar si asumiría responsabilidades en el caso de que su partido fuera condenado por corrupción.
Santi Rodríguez, en representación del partido del Gobierno, habló un poco en español y la sala murmulló. La presidenta del Parlament, Núria de Gispert, continuó en el olvido de sus funciones y haciéndole de azafata a Mas. Los comunistas atacaron al PP porque así como para los independentistas la culpa de todo lo tiene España, para la izquierda salvaje todo es culpa de Rajoy . Joan Herrera habló de dignidad cuando nunca se ha disculpado por haber sido comunista, la ideología más sanguinaria. Y terminó con un míting sobre lo que va a hacer si gobierna para recordarnos lo importante que es que nunca lo consiga.
Albert Rivera se rió de los que dicen que la solución para acabar con los hermanos Dalton sea que gobiernen los hermanos Dalton, y le dio a Mas recordándole que «hace unos meses atrás», las fechas en que presuntamente la constructora Teyco hizo sus pagos a la fundación convergente, el president presumía de estar tomando medidas contra la corrupción, en otra mentira más del hombre que tanta lecciones da de democracia. El diputado de Unió vaticinó que las izquierdas acabaran tomando el poder en Cataluña y Jordi Turull, portavoz de Convergència, recurrió a la carraca victimista de la guerra sucia del Estado y acompañó a Mas en el defecto con varios «de que» sensacionales.
Compareció Mas, compareció con el espectro de la trama que Convergència es y representa, compareció con su catalán atropellado como metáfora de su cinismo disfrazado de patriotismo. Compareció la sombra de un país en el que todo el mundo sabe de lo que estamos hablando, y como siempre y por supuesto todo es culpa de España.
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