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La línea divisoria
La primera consecuencia del desprecio de Artur Mas a la Ley fue que su partido perdiera la «capital», Barcelona, en las elecciones
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Ada Colau no acudirá a la manifestación de la Diada por considerarla un acto electoral. Ada Colau que ganó por un concejal pero fue investida alcaldesa por mayoría absoluta, con los votos de Esquerra, precisamente para que participara en celebraciones como ésta y para que involucrara a Barcelona en el proceso separatista. Pero eso a ella qué más le da . Y qué más le da a Junqueras. ERC no dudó en traicionar a CiU porque por mucha aventura independentista que compartan, la izquierda siempre es la izquierda lo que antepone, y no comprenderlo ha sido siempre el drama de la derecha catalana que ha acabado yaciendo en cunetas, morales o ensangrentadas cada vez que ha confiado en que el patriotismo unía más que la clase social.
Lo que le ha pasado a Barcelona es lo que le pasará a Cataluña tras el 27-S . La primera consecuencia del desprecio de Mas a la Ley fue que su partido perdiera la «capital», y a final de mes perderá la Generalitat porque la izquierda es la fuerza del desorden y Convergència no sabe manejarse en el caos.
El eterno error del catalanismo político es creer que quienes provocan el desorden son los que por defecto van a poder controlarlo, cuando la verdad es que la derecha controla el orden y la izquierda danza enloquecida sobre el incendio del caos.
Por mucho que Mas intente plantear sus elecciones como un plebiscito sobre la independencia, lo que como siempre que se pone en cuestión la Ley sucederá es que el populismo revolucionario asaltará los palacios y aplazará cualquier debate «nacional» en nombre de las urgencias proletarias, tal como Ada Colau la emprende sin rubor contra los hoteleros en particular y los empresarios en general y halla cualquier excusa para evitar comprometerse sobre la independencia.
Aunque resulte de difícil comprensión para la euforia localista de algunos ensimismados, el mundo hoy no se divide entre naciones, ni siquiera entre Estados. La gran línea divisoria es La Civilización , porque hay una sola civilización y adquirimos la fuerza de lo que conquistamos. La línea divisoria no está entre Cataluña y España sino entre el cristianismo alrededor del que florecen sociedades libres y democráticas y el islamismo con su mensaje de miedo, atraso y sangre.
La línea divisoria está entre los que creen en el valor indiscutible y supremo de la propiedad privada y aquellos que todavía creen que el problema del comunismo es cómo se ha aplicado.
Cada vez que la Lliga Regionalista (antes de la Guerra) o Convergència (desde la recuperación de la democracia) han creído que el todo o nada era la solución contra España y que podían hacer este viaje con Esquerra Republicana , el catalanismo político ha tocado el fondo, Cataluña se ha mareado en el abismo, y la izquierda ha pasado por la checa o por el tiro en la nuca a los que tan frívolamente les consideraron sus hermanos.
Ada Colau, como Pablo Iglesias o Pedro Sánchez , son las afueras de La Civilización y Mas ni llegará a batallar con España porque la izquierda unida en su pulsión más primaria aprovechará su desafío para reducirlo todo al viejo resentimiento de clase.
Somos el orden. Somos la derecha. Somos la verdad jerarquizada y crucificada. Y vuelve el calvario cada vez que lo olvidamos.
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