opinión
La Cataluña metrosexual
El populismo catlán es transversal y todo el mundo se cree su propia propaganda. Mas fue siempre nacionalista, y de perfil bajo; e Iceta no pasó jamás de federalista

Son una cosa y lo mismo Artur Mas haciéndose el independentista y Miquel Iceta (PSC) tratando de pasar por plurinacional. El populismo en Cataluña es transversal y todo el mundo se cree su propia propaganda. Mas fue siempre nacionalista, y de perfil bajo; e Iceta no pasó jamás de federalista , y de intensidad todavía más remota. Cuando llegaron las agitaciones callejeras, las tensiones y el tiempo de aguardar a que la tempestad amainara, en lugar de quedarse quietos, que es lo que un hombre hace –tirando de autocontrol y de virilidad–, corrieron como histéricas sin ninguna seriedad ni ninguna idea.
Convergència no se ha roto porque Cataluña haya cambiado sino porque Mas se travistió de independentista y salió a echar el resto con Esquerra. El PSC está coqueteando con la marginalidad porque decidió abandonar su posición centrada al confundir a la muchedumbre callejera con la estructura política catalana .
Que el PSOE haya salido a decirle a al PSC que se olvide de sus planteamientos plurinacionales tiene una clarísima correspondencia con este Mas arrinconado y solo en un extremo del tablero, sin margen de maniobra ni capacidad de pactar con nadie. El populismo y la agitación son siempre los peores consejeros , especialmente cuando se quiere construir algo sólido y perdurable.
Hay una metrosexualidad en la política catalana parecida al relativismo de los que pretenden eludir el compromiso fundamental del matrimonio y hablan de su «pareja» o de su «compañera». Cuando la frivolidad es la norma, todo se desvanece. Sin las categorías fuertes somos azucarillos en la leche. El PSC no ha topado con la rigidez del PSOE sino con los límites de su funambulismo , mediocre y estéril. Estaría bien que el PSOE fuera capaz de mostrar esta misma lucidez en su relación con Podemos porque su complicidad con la izquierda salvaje les va a pasar una factura mucho más onerosa de lo que parecen ser capaces de imaginar.
El PSC y Mas han llegado al límite del escenario como cuando Jim Carrey choca con su barca contra la pared en el Show de Truman. Pero a diferencia del protagonista de la película, Mas y los socialistas catalanes están dispuestos a continuar viviendo en su mundo de accidentes controlados y de amigos falsos.
Hasta que Rajoy diga: «que salga el Sol» y concluya la farsa.
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