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Los más integristas de Sortu pierden a su cura trabucaire
Muere Periko Solabarria, cofundador de Herri Batasuna y agitador incendiario en los «años de plomo»
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Con la muerte de Periko Solabarria, a los 85 años de edad, los más ortodoxos de la «izquierda abertzale», los nostálgicos de ETA, pierden a su referente, al activista que desde la tribuna de oradores justificó el secuestro y el tiro en la nuca. Un hombre coherente, que defendió lo mismo, ya fuera en los «años de plomo» , ya fuera en los «tiempos nuevos»: «guerra al español, por capitalista y represor».
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ETA no nació en un seminario, pero Periko Solabarria, prácticamente sí , porque a los 11 años entró en el de Vitoria para vestir los hábitos. En la década de los sesenta se convirtió en el primer cura trabucaire de un sector de la iglesia vasca al servicio de Euskati ta Askatasuna . Trabajó, además, en Altos Hornos de Vizcaya, a donde acudía con sotana, en las minas de Gallarta y más tarde en la construcción. Fue uno de los fundadores del sindicato LAB, junto a Jon Idígoras.
La justificación del crimen
Como el conjunto de dirigentes y militantes de Herri Batasuna, no supo adaptarse a la democracia y desde la mesa nacional mantuvo las posiciones «más duras entre las duras». En un acto celebrado en el Velódromo de Anoeta, el 24 de octubre de 1982, Solabarría disparó a bocajarro: «Sabéis que nuestros terrenos están en manos de oligarcas vascos, y cuando ETA secuestra o ejecuta a los Ibarra o Lipperheide, limpia nuestras tierras de mafiosos» . El primero fue asesinado y el segundo puesto en libertad después de que la banda cobrara un elevado rescate.
En 1986 Solabarría acudió a un juicio en París para testificar a favor de los etarras «Txikierdi», «Mamarru» y «Txori». A falta de argumentos, declaró que l os tres terroristas eran «nuestros héroes y mártires. Ellos son nuestros Sandinos y nuestros Ché Guevara». Visitó cárceles para dar su apoyo a los presos de la banda.
Limpieza étnica
Él y sus afines tampoco supieron adaptarse a la «vía exclusivamente políca» emprendida por la «izquierda abertzale» para entrar en las instituciones. «Tendríamos que estar continuamente en la calle, pisando barro, y no tanto pisando alfombra», aseguraba en un mitin ofrecido a un grupo de ortodoxos de la «izquierda abertzale». «La revolución se hace desde abajo, en la calle, y no desde arriba», insistía instalado de manera peremne en su trinchera.
Periko Solabarria soñaba con una «gran Euskal Herria», sin sitio para los militantes y simpatizantes del PP, PSE, UPyD... «Todas las ideas tienen cabida, por peregrimas que sean. Aquí no sobra nadie», decía Periko desde su barricada, eso sí, «salvo la derecha...y el PSOE que está haciendo una política de derechas, contribuyendo a la Europa de los mercaderes». «Si no nos dejan soñar, no les dejaremos dormir», advertía el trabucaire.