Las contradicciones de Pedro Sánchez comprometen la credibilidad del PSOE

Mariano Rajoy puso ayer en evidencia a Pedro Sánchez en el Senado por sus pactos con Podemos

Las contradicciones de Pedro Sánchez comprometen la credibilidad del PSOE óscar del pozo

P. M.

madriD

Si por regla general los líderes políticos difícilmente superan la «prueba de la hemeroteca» , lo que sucede con Pedro Sánchez, cuando aún no ha cumplido un año como secretario general del PSOE , es particularmente llamativo. El ya candidato a la presidencia del Gobierno ha incurrido en este tiempo en un rosario de contradicciones , y no precisamente en cuestiones de poco calado: pactos, reforma de la Constitución, encaje de Cataluña en el resto de España, corrupción e incluso violencia de género, han sido objeto de cambios de criterio, cuando no de ocurrencias. El resultado, peligroso para la estabilidad y buen funcionamiento del sistema democrático, es que el PSOE comienza a sumergirse en una crisis de credibilidad con conscuencias electorales imprevisibles .

Ayer mismo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, metió el dedo en la llaga en el Senado al recordar al portavoz socialista en el Senado, Óscar López, las declaraciones de su líder en el sentido de que no pactaría con el partido de Pablo Iglesias porque Podemos «es populismo» y lo que busca es «convertir a España en Venezuela» , y que no llegaría a acuerdos con ellos «ni antes, ni durante ni después de las elecciones»... «Señor Pedro Sánchez, ésa es la credibilidad del partido al que usted representa» espetó a López. «Y a partir de ahí, no pueden pretender que nadie se los tome en serio , porque es imposible», sentenció el jefe del Ejecutivo.

La excepción

Lo cierto es que desde hace mucho tiempo Rajoy considera que el secretario general del PSOE no es un líder fiable . De hecho, el único acuerdo al que ha llegado con él es el pacto de Estado contra el terrorismo yihadista. En Moncloa molestó especialmente que en noviembre de 2014 pusiera en cuestión la reforma del artículo 135 de la Constitución que fija un techo de gasto –hecha, por cierto, a instancias del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero–, a pesar de que él mismo se movilizó y responsabilizó en las redes sociales de la misma .

En su campaña para ser elegido secretario general del PSOE abogó porque se dote a Cataluña de un trato fiscal «especial» y se la reconozca como «nación» . En enero de este año, sin embargo, descartaba que en la reforma constitucional que defiende tenga cabida algo parecido a un concierto... Y el pasado domingo se abrazaba a la bandera de España , «la de todos».

Tampoco con la corrupción ha mantenido una misma línea, ni en sus declaraciones ni en sus comportamientos. Así, en febrero descabalgó a Tomás Gómez de la candidatura a la presidencia de Madrid , entre otras razones por la investigación del sobrecoste del tranvía de Parla. No aplicó la misma vara con Manuel Chaves y José Antonio Griñán cuando declararon como imputados en el Supremo por el caso de los ERE. «Les pediré (si eso se produce) que renuncien a su acta de senador y diputado», afirmó. Pero ambos continuaron en sus puestos.

Ya en el terreno de las ocurrencias estaría su afirmación, luego corregida, de que «sobra el Ministerio de Defensa» . O la de que como presidente iría a todos los funerales de las víctimas de violencia de género . También rectificó.

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