EDITORIAL ABC

Carmena se mofa de los madrileños

La nueva casta es intolerante con los demócratas, pero indulgente con la irracional verborrea de Zapata, un irresponsable que no merece un solo euro público en su nómina

Carmena se mofa de los madrileños

ABC.ES

La nueva alcaldesa de Madrid, la populista Manuela Carmena, brindó ayer a los ciudadanos el peor ejemplo posible de regeneración ética e institucional al permitir que su concejal de Cultura, Guillermo Zapata, deje de ocupar ese cargo, pero conserve su acta en el grupo municipal. Esa regeneración de la que tanto se llenan la boca Podemos y sus marcas blancas es un burdo engaño, y no han tardado ni 48 horas desde que tomaron posesión en demostrarlo. Todos los grupos de oposición habían exigido la dimisión de Zapata por el contenido injurioso, insultante y miserable de algunos comentarios que hizo años atrás en redes sociales, con expresiones antisemitas y burlescas hacia las víctimas del terrorismo o de salvajes asesinatos. Lo que ha permitido Carmena –que se jacta de no pertenecer a Podemos pero ha sucumbido a sus órdenes para proteger a Zapata, aferrado a un cargo público después de mofarse del holocausto nazi– es un cambalache político que ningún madrileño merece, sea de la ideología que sea. No exigir que Zapata abandone la política es el primer error grave de autoridad de Carmena, porque nadie tiene por qué soportar semejante indignidad. Eso es lo que los madrileños demandan a su alcaldesa, no que vaya en Metro al despacho.

La componenda es una solución cosmética que no enmienda las brutales ofensas de Zapata. Si acaso, las acrecienta. Asistimos al nacimiento de una nueva casta intolerante con los demócratas, pero permisiva e indulgente con la violenta verborrea de un irresponsable que no debería percibir un solo euro de los madrileños en su nómina. Con su aval a Carmena, el PSOE ha puesto la mano en el fuego también por Zapata. Y se la ha abrasado. Este triste episodio da la razón a quienes desde las filas socialistas han alertado del coste de entregarse a Podemos en alcaldías y comunidades para acaparar la mayor cuota de poder posible. No basta con que el PSOE haya exigido la renuncia de Zapata y se desentienda. De facto, Carmena, su gobierno municipal y los nueve concejales socialistas quedan contaminados.

La imagen que ofrecía ayer la capital de España en relevantes medios extranjeros fue demoledora e impropia de una ciudad que no es antisemita, xenófoba ni insensible a las desgracias ajenas. Muy al contrario, es una ciudad solidaria que, para su desgracia, ha demostrado su capacidad de sobreponerse a la zarpa del terrorismo, del que tan alegremente se burla el edil de Ahora Madrid. La conducta de Zapata –y por extensión la de Carmena– no es achacable a la ingenuidad o la bisoñez. Es su manera de pensar. La frase "el perdón se conjuga dimitiendo" fue acuñada por Podemos como ejemplo de su retórica populista para "asaltar" el poder. O pronto la han olvidado o, como se ve, era la excusa para fraguar una mentira. La moral y la decencia no son la tarjeta de presentación de estos nuevos servidores del Estado, a los que les ha gustado el sillón nada más probarlo.

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