Calma tensa en el último destino del cabo Soria

ABC recorre el punto caliente de la misión de la ONU en Líbano, donde cayó muerto el militar malagueño

Calma tensa en el último destino del cabo Soria Valerio Merino

manuel erice

Sobrecoge imaginarse el impacto del proyectil de artillería que reventó la torre de vigilancia en la que el cabo Francisco Javier Soria Toledo se apresuraba a dar cuenta del fuego cruzado entre israelíes y miembros de Hizbolá. El autobús que nos transporta enfila la recta de entrada a la posición 4-28, uno de los puntos calientes de la Unifil, la misión de la ONU en Líbano que en este sector lideran las tropas españolas. La atalaya semidescuajada por un disparo israelí, fortuito según la versión oficial aunque entre algunos asoman gestos de recelo contenido, nos avisa de la «tensa calma» que, en palabras de un alto mando, mantiene alerta a cientos de soldados a este lado de la «blue line» (línea azul). Entre los múltiples encontronazos que mantienen Líbano e Israel cuatro décadas después, uno terminó el 28 de enero con la vida del soldado malagueño, junto a Ghayar, ejemplo de pueblo literalmente partido por la mitad, por la línea azul y por la división entre partidarios de uno y otro país. Desde muy cerca partieron los cohetes de Hizbolá que encenderían esa fatídica mañana de enero.

Entre los 76 integrantes del contingente que sustituye a los compañeros del cabo Soria, la mayoría de la Brigada de Infantería Guadarrama XII, cunden «sentimientos contrapuestos», según relata el capitán López de Andrés. Quien manda en la posición reconoce que «emociona» la implacable presencia diaria de la torre . Y remacha resignado: «La Unifil debe decidir ahora si se repara esta, si es servible, o si se construye una nueva».

Un vistazo desde la rotonda central de la posición basta para comprobar que el peligro acecha en el exterior. Otra torre de vigilancia, más frágil pero dotada de todo tipo de antenas y artilugios, espera para comunicar a la base «Miguel de Cervantes» de Marjayún (centro de operaciones de la Unifil bajo mando español) cualquier incidencia de alcance. Como ocurrió el 28 de enero, cuando se comunicó el ataque de miembros de la milicia Hizbolá (organización paraestatal financiada por dinero iraní) a una patrulla israelí, en el que murieron dos soldados y varios resultaron heridos. La incidencia llevó precisamente al cabo Soria a la torre exterior para cumplir su misión de vigilancia, ya que nadie sospechaba que la respuesta israelí, comunicada oficialmente mediante enlaces de información de este ejército y Unifil, iba a afectar directamente a la posición defendida por tropas españolas. Hasta una decena de proyectiles, cada vez más cercanos , fueron el preludio del que impactaría en la torre de vigilancia.

Confirmadas las intenciones israelíes y mientras sonaba la alarma en la posición, el grueso del destacamento acudió al búnker situado a pocos metros de la torre de comunicaciones, un refugio construido expresamente para evitar que el fuego , amigo o enemigo, terminara causando bajas propias, como ocurrió aquel día.

Búnker para 60 personas

Con sus dos entradas/salidas casi camufladas por las ramas de frondosos árboles, el búnker se construyó precisamente para evitar que los cohetes que acostumbra a lanzar Hizbolá, teóricamente más imprevisibles que los que parten de suelo israelí, pudieran impactar en la posición 4-28. Su interior, que cuenta con una capacidad para 60 personas, difiere poco de aquellos tradicionalmente diseñados como refugios de guerra: un largo túnel iluminado con lámparas de diseño antiguo, aparentemente bien apuntalado, recorrido a sus lados por bancadas de madera.

Con la distancia de quienes no han vivido directamente el incidente, ya que los en su mayoría integrantes de la brigada Guzmán el Bueno X fueron relevados hace ahora unas tres semanas, los actuales mandos intentan acercarse dentro del búnker a lo que pudo ser el momento: «Desde dentro se escuchan las explosiones más lejos de lo que parece . Y se espera a que llegue la comunicación desde Naqoura, donde se encuentra el cuartel general de la Unifil, de que Israel va a detener sus proyectiles». Por si hubiera duda, el teniente coronel Martínez precisa: «Israel avisa cuando va a actuar, pero también cuando va a parar». El responsable de la 4-28 y otras tres posiciones, una de mando español, asume que por estar junto a las zonas de enfrentamiento continuo y directo entre soldados de ambos países estos puntos conllevan el mayor peligro. Pero añade: «Si fuéramos bomberos, hablaríamos de otra cosa» . A su demostración de realismo añade que, lejos de sentirse preocupados, los soldados que acuden a las posiciones como la 4-28 «acaban encontrando su espacio y le cogen cariño», y prefieren estar ahí los seis meses que dura su reemplazo.

La asunción de responsabilidades por parte de los mandos y la tropa lo resume el general Conde de Arjona, al frente de la base «Miguel de Cervantes», que visitamos en compañía del equipo de «Las Mañanas» de RNE: «El trabajo es duro para todos, pero todo el mundo es consciente de su importancia». Y no sólo está el riesgo, a veces también la incomprensión hacia al papel de la Unifil, que el general resume así: « No hemos venido a imponer nada, sino a echar una mano» .

Calma tensa en el último destino del cabo Soria

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