el contramitin

Picnic y alergia

Aznar puede decir lo que guste, porque luego la afición se rinde al mismo grito: «Ha estado enorme»

Picnic y alergia twitter pp de madrid

ÁNGEL ANTONIO herrera

Bajo un azul planetario, bajo el optimismo del mediodía, a favor de un sol de recreo, el PP reunía ayer a sus titulares por Madrid , más José María Aznar y señora, en un mitin con algo de picnic histórico, populoso y de ropero más bien desabrochado. Con algo de acampada de parientes de empresa que no se pierden el reojo, a cada rato.

La exótica Manuela Carmena viene sosteniendo que los mítines, o la cartelería, son meras publicidades de los más pudientes, y algo de razón tiene, porque en algún momento la política tiene que bajarse del show, y no pegarle tanto el pregón al peatonaje, sino escucharlo, que es el pregón que aún tenemos pendiente. En algún momento, claro. Porque ayer en Madrid tocaba día de fiesta en general, cumpliendo «los isidros», que decía Sara Montiel, y día de fiesta del PP en particular, que traía a Aznar para la gran traca de esplendor de campaña, en medio de Esperanza Aguirre, Cristina Cifuentes y Ana Botella.

Aznar cumplió como archijefe, según lo previsible, y yo arriesgaría que cumplió también como marido, porque dio la enhorabuena y dio las gracias a Botella, ante la afición, por su empleo municipal en épocas donde han pasado cosas «ingratas e injustas». Aznar se movió entre el reproche sin demasiado reproche al PP, por el poco auxilio a Botella, según rachas, y luego insistió en eso de «la continuidad histórica», que no es sino el porvenir del pasado de los poetas, sólo que de otra manera. Aznar puede decir lo que guste, porque luego la afición se rinde al mismo grito unánime: «Ha estado enorme». Y lo dicen bajo emoción reavivada. Entendemos que es «continuidad histórica» el relevo de Botella por Aguirre, pero Botella no desaprovechó para replicar a Esperanza que quizá ésta logre un Madrid «más verde, pero más libre lo dudo». Porque Aguirre viene vendiendo una libertad pendiente, y ayer mismo lo hizo, con lo que a la señora de Aznar no le regalaba un halago de despedida, precisamente.

Toda sucesión acaba siendo una rivalidad, rivalidad saludable, o no, pero rivalidad, y juntar a la alcaldesa saliente con la alcaldesa quizá entrante tiene un gancho de cartel, pero resulta un riesgo de mucha amenidad para los enemigos propiamente dichos y para los cronistas jugones del detalle. La verdad es que con Esperanza Aguirre siempre hay riesgo, porque no se calla ni con alergia, como ayer, cuando el clima de picnic de Madrid Río le dio un mal rato. Y me refiero a lo ambiental de la primavera, sin ironías. Como que se repuso rápido y nos prometió que los niños del foro saldrán nadadores antes de los nueve años. Porque se ampliará el horario de los polideportivos. Palabra de candidata ante el ex presidente convidado, que a veces la miraba con cara de póster. Como Botella.

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