Los planes de Botella y González
Ignacio González «se buscará la vida» fuera de la política y Ana Botella esperará la llegada de su octavo nieto
Los dos madrileños con más ganas de que llegue el 24-M son Ignacio González y Ana Botella. El presidente de la Comunidad de Madrid y la alcaldesa de la capital cuentan los días que les quedan mientras siguen con sus jornadas repletas de actos oficiales. Ninguno de ellos asistirá a mítin alguno del partido en el que seguirán a pesar de haber sido abatidos por fuego amigo antes de medirse en las urnas para revalidar los cargos que heredaron de Esperanza Aguirre y Alberto Ruíz Gallardón.
Ana Botella sueña con unas largas vacaciones. Luego se planeará hacer algo fuera de la política y en España. No va a pedir el reingreso en su plaza de funcionaria del cuerpo de Técnicos de la Administración del Estado cuyo último destino, en el ministerio de Hacienda, abandonó para dedicarse a la Moncloa y a su marido cuando este fue elegido presidente del Gobierno. Su ilusión más inmediata se centra en la próxima venida al mundo de su octavo nieto.
Se le nota que se marcha con decepción, pero sin acritud y muy satisfecha con los resultados de su gestión. Haber reducido la deuda de su ayuntamiento a la mitad, cerrar el último ejercicio con superavit y estar pagando a los proveedores a 30 días mientras suprime la tasa de basuras son argumentos para haber recibido otro trato de los suyos que el lanzar rumores de que no iba a ser la candidata hasta que ella zanjó la cuestión anunciando que lo dejaría. «A mí no me han perdonado ser la mujer deJosé María Aznar», comenta en privado.
A Ignacio González se le ve aún enfadado por el método tan expeditivo empleado para desbancarle como candidato a la Comunidad, una serie de filtraciones sobre la compra de su ático de Estepona que cesaron de raiz en el momento en el que se anunció el nombre de su sustituta. En el entorno del presidente existe la convicción de que los «soplos» provenían del propio PP y él, que dice que le gustaría averiguar la verdad, se lamenta: «Si querían que me fuera me lo podían haber pedido de otra manera».
Funcionario municipal por oposición, González lleva en política desde que en el año 89 fichó como asesor de una joven concejala del ayuntamiento madrileño, Esperanza Aguirre, a cuyo lado ha trabajado muchos años. Cuando se vaya, dejará la actividad pública para siempre. «Me buscaré la vida –dice– en algo que no tenga nada que ver con la política».
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