María San Gil alerta sobre el «relativismo» político y moral de la «sociedad cigarra»

Cree que el Gobierno se ocupa solo de la economía, «como si no importara nada más», y que «carece de firmeza»

María San Gil alerta sobre el «relativismo» político y moral de la «sociedad cigarra»

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La política María San Gil alertó este martes del relativismo económico, social y político de la actual «sociedad cigarra», que a su juicio «no saldrá gratis: traerá consecuencias». Así lo manifestó durante la conferencia impartida en la Fundación Valores y Sociedad , en la que fue presentada por Jaime Mayor Oreja.

Bajo el título de «Consecuencias y manifestaciones de la crisis en España», San Gil repasó algunos de los motivos de la actual situación política y social. Empezando por la «descristianización» que sufre la sociedad, pese a ser los principios y valores una de las bases de la civilización occidenta, recordó, "independientemente de si cada uno de nosotros es creyente o no».

María San Gil se mostró gratamente sorprendida tras escuchar a David Cameron, primer ministro británico, felicitando la Pascua y denunciando la persecución de los cristianos en Irak y Siria, y poniendo en valor la labor social de la Iglesia. «¡Me hubiera gustado ver a Mariano Rajoy diciendo exactamente lo mismo! Pero hoy nos acompleja, o incluso nos avergüenza, simplemente el reconocer todo lo que de positivo ha tenido el cristianismo en nuestra historia», denunció.

A su juicio, el epicentro de la crisis es la «brutal expansión de la corriente relativista», en lo económico, lo político, lo social y lo moral. Recuerda que ese relativismo se alimenta de la actitud de «desidia, pasotismo y poca firmeza» de la que peca la actual sociedad, la cultura del «mínimo esfuerzo», o del «sálvese quien pueda». Pero advirtió: «Semejante actitud no sale gratis; termina pasando factura y tiene consecuencias».

Por ese motivo, calificó de «sociedad cigarra» la actual, a la que la llegada del invierno «le ha pillado sin provisiones y sin capacidad para hacerle frente. Y estamos en el crudo invierno, sin brújula moral y desnortados».

Las consecuencias del relativismo en lo económico se traducen en muchas complicaciones y en un gobierno que se ocupa «sólo de la economía, como si no importara nada más». En lo social, esta «lepra del siglo XXI» que es el relativismo -en definición, recordó María San Gil, de José Manuel de Prada-, convierte a la familia en el gran enemigo, porque «una sociedad individualista y egoista, de pensamiento blando y totalmente materialista, choca frontalmente con todo lo que significa familia: tradición, seguridad, respeto, responsabilidad, sentimiento de pertenencia...».

En un momento en que el número de matrimonios se ha reducido a «casi la mitad en los últimos 30 años», y en el que los divorcios sitúan a España en «el quinto puesto» de Europa, echa de menos políticas de apoyo a la familia más contundentes. Pero lo que encuentra San Gil, afirmó, es «falta de firmeza, de coherencia; no queremos ser intolerantes ni radicales con determinados planteamientos y estamos dejando que nos construyan una sociedad en la que, en el fondo, no creemos».

En el ámbito político, el relativismo ataca el concepto de Nación, afirma María San Gil. Y el desprestigio viene, dice, de la mano de «nacionalistas catalanes, vascos y por algunos dirigentes de la izquierda como el ex presidente Zapatero». Criticó que «somos un país de 47 millones de habitantes y nos tienen en solfa los nacionalistas vascos que no llegan a 600.000 y los nacionalistas catalanes que son 2.100.000 (los que votaron en el referéndum ilegal)».

Considera que el gobierno actual «ha caído también el relativismo, en la falta de rigor, en la carencia de firmeza». Y en el caso del País Vasco, frente a los años en que allí «fuimos inflexibles en la defensa de la libertad y la derrota del terrorismo», hoy «nuestros políticos prefieren ser simpáticos, políticamente correctos y sentirse cómodos en una sociedad que tiene síndrome de Estocolmo». Hay, recuerda, una organización terrorista que «no ha entregado las armas», más de 300 asesinatos sin resolver, y «la ideología fanática que ha sustentado el terrorismo» cuenta con «1.138 concejales, 123 alcaldes, 6 diputados, 3 senadores y 21 parlamentarios vascos».

Lo que le lleva a denunciar que «somos una sociedad ingrata y miserable que está dando la espalda a las víctimas del terrorismo». Una sociedad que se pone «de perfil queriendo ser políticamente correctos». La solución, afirmó, pasa por mejorar a título individual, en cuatro dimensiones: la personal, la familiar, la profesional y la comunitaria.Y recordó a Madre Teresa de Calcuta cuando un periodista le preguntó: «¿Qué es lo primero que tiene que cambiar en la Iglesia para mejorar su presencia en la sociedad?» Madre Teresa contestó: «Usted y yo».

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