Pablo Ruz, el juez que vuelve a andar por casa

Tras cinco años en la Audiencia Nacional, el magistrado aterriza en Móstoles para trabajar lejos de los focos

Pablo Ruz, el juez que vuelve a andar por casa jaime garcía

NATI VILLANUEVA

Diez de la mañana del jueves 16 de abril. Los funcionarios trabajan a destajo en el Juzgado Central de Instrucción número 5. Como cualquier día. Como lo harán mañana, con la salvedad de que quien ocupará entonces el último despacho del pasillo de la segunda planta de la Audiencia Nacional será José de la Mata, exdirector general con Zapatero en La Moncloa. El juez con el que muchos de ellos han compartido los cinco años más intensos de su vida profesional agota sus últimas horas en Prim. El engranaje de la maquinaria funciona, aunque hoy los nervios están a flor de piel. Un funcionario recoge el dinero de sus compañeros más rezagados. Han comprado un maletín de piel marrón que le darán en tres horas. Él todavía no lo sabe.

Hoy es el último día de Pablo Ruz en uno de los juzgados más mediáticos y representantivos de la Audiencia Nacional, que antaño, y hasta su suspensión, tuvo como titular a Baltasar Garzón, un perfil completamente opuesto al de este magistrado. En la puerta de su despacho le esperan seis cajas de cartón vacías. En ellas guardará sus libros, documentos y los dibujos de sus hijos que le han acompañado durante los últimos cinco años.

Aunque sabía que este momento tenía que llegar (apenas unos días después de que declarara al PP partícipe a título lucrativo de la trama Gürtel, el CGPJ decidió en diciembre no acordar su última prórroga hasta junio), no ha sido consciente hasta ahora. Le da pena saber que no volverá, aunque espera mantener los vínculos que se han creado durante todo este tiempo con todos sus funcionarios y compañeros.

El más joven de la Audiencia

Llegó a la Audiencia Nacional con 33 años para sustituir puntualmente al juez Juan Del Olmo, y regresó después en comisión de servicios (desde Collado Villalba) al juzgado de Garzón. Desde entonces ha investigado los asuntos más representativos de los tribunales en los últimos tiempos: Gürtel, papeles de Bárcenas, Nueva Rumasa, Faisán, Neymar, Pescanova, Fórum Filatélico, Pretoria, Jordi Pujol junior... Con absoluta discreción, sin estridencias, sin cámaras ni helicópteros, Pablo Ruz se ha dedicado a hacer Justicia, lo único que sabe hacer. Lo único que hay que pedir a un juez.

Hoy tiene sensaciones encontradas. Podía haber pedido quedarse como refuerzo de De la Mata. Solo el presidente de la Audiencia Nacional sabe por qué no lo ha hecho. Quizá es consciente de que las defensas de casos como Gürtel estaban al acecho para pedir la nulidad de las actuaciones si era él, y no el juez predeterminado por ley (De la Mata), el que se hiciera cargo de los casos. Aún así, Ruz es de los que piensan que uno tiene que saber cuándo termina una etapa. Y la suya aquí ya ha llegado. Es hora de irse sin estridencias ni dramas, pero con la mayor parte de los deberes hechos. El resto los heredará De la Mata, con quien Ruz ya se ha reunido varias veces en las últimas semanas.

El instructor, que ha roto el estereotipo de juez estrella en la Audiencia Nacional, se lleva muy buenos recuerdos de estos últimos cinco años. Lo peor, la presión mediática, a la que no ha terminado de acostumbrarse y de lo que menos le va a costar deshacerse. Ha tenido momentos malos, pero al hacer un balance de este último lustro se queda solo con lo positivo. Profesionalmente ha vivido una experiencia única por la especialidad de los temas que se investigan en este tribunal: causas complejas de delincuencia económica o procedimientos con ramificaciones internacionales (la cooperación internacional es uno de sus fuertes). En lo personal, se lleva en alguna de esas seis cajas la esencia de buenos amigos, como el juez Eloy Velasco o fiscales con los que ha trabajado codo con codo en jornadas maratonianas.

Su próxima parada está en el juzgado de instrucción número 4 de Móstoles, donde también se dedicará a investigar casos, no a juzgarlos. Lo hará con menos de la mitad de funcionarios que tiene ahora (ocho en vez de una veintena), y desde el anonimato. Eso sí, tendrá más tiempo para sus cuatro hijos y la niña que está en camino. Y también para jugar al padel y ver al Real Madrid, dos de sus aficiones.

Ruz tiene previsto agotar el plazo que tiene de 20 días para incorporarse a su nuevo destino aunque no descarta reunirse antes con Leandro Martínez, el juez al que sustituirá. Hasta entonces asistirá a varios actos, como conferencias en la escuela judicial de Barcelona y en la Universidad de Murcia con motivo de su centenario.

Aunque los funcionarios de Móstoles mantienen buena relación con el actual magistrado, que tiene un año menos que Ruz y está adscrito al Tribunal Superior de Justicia de Madrid, reciben al nuevo juez sin reparos. Tienen buenas referencias de él. Saben que es discreto y trabajador. Lo único que les preocupa es que su presencia pueda tener un «efecto llamada» y empiecen a entrar en el juzgado causas de cierta entidad para conseguir más repercusión por el hecho de ser instruidas por un juez conocido. Desde allí Ruz volverá a hacer justicia de a pie, la de andar por casa.

Pablo Ruz, el juez que vuelve a andar por casa

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