La guerra en el seno del PP se aviva tras el fiasco de Andalucía
La mano derecha de Cospedal en Castilla-La Mancha critica a quienes «perdieron» en las elecciones andaluzas del 22-M
El batacazo que ha sufrido el Partido Popular en Andalucía ha reabierto heridas dentro de esta formación, sumida en una guerra interna, soterrada, de sectores y familias políticas, que está tensando una cita clave para el futuro inmediato del PP, la Junta Directiva Nacional del próximo martes. Desde Castilla-La Mancha, feudo de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, se lanzó ayer un latigazo contra quienes «perdieron Andalucía» y «se dedican a desestabilizar el Partido Popular». Unas acusaciones que, según fuentes de esa Comunidad Autónoma, van dirigidas contra quienes impulsaron la candidatura de Juan Manuel Moreno Bonilla a la Junta de Andalucía, y tras el fracaso estrepitoso en las urnas están volcados ahora en intrigas para tratar de responsabilizar y desgastar a la secretaria general.
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El comunicado donde se vertieron esas críticas y acusaciones no contenía nombres propios, pero se pueden poner sin posibilidades de error. Por partes. Viernes Santo: la portavoz del PP en Castilla-La Mancha, Carmen Riolobos, mano derecha de Cospedal en la Comunidad donde es presidenta autonómica, emite un comunicado que incendia la «guerra»interna en el PP, y que promete tener continuación en los próximos días.
«Se dedican a desestabilizar»
Riolobos asegura que «los que perdieron Andalucía, esos que no han ganado nunca o que no se han presentado a unas elecciones o, incluso, que no saben nada de política, se están dedicando a desestabilizar el Partido Popular». «A escasos días de las elecciones autonómicas y municipales, en un ejercicio supino de irresponsabilidad, esos perdedores se están dedicando a desestabilizar al partido, a su presidente, Mariano Rajoy, y a su secretaria general, María Dolores de Cospedal, filtrando a la prensa supuestas decisiones que solo existen en sus cabezas», señala. La portavoz del PP de Castilla-La Mancha manifiesta en el mismo comunicado que «este partido es enemigo de intrigas y de intrigantes. Este partido no puede admitir a personajes a los que les da igual lo que pase con su presidente y con sus órganos legítimos de dirección, los cuales, por cierto, han conseguido la mayoría absoluta en las elecciones generales al Gobierno de la Nación y victorias en autonómicas y municipales, a pesar de ellos».
Riolobos acaba su comunicado con una advertencia: «Lo que deberían hacer todos es trabajar por la unidad y la fortaleza de este partido, unidad que ha sido uno de los principales valores que nos ha llevado a conseguir importantes victorias».
Cuando Riolobos se refiere a los que «perdieron Andalucía», está hablando de aquellos que impulsaron, en contra del criterio de Cospedal, la candidatura de Moreno Bonilla. Y entre ellos, como es sabido, estaba situada a la cabeza Soraya Sáenz de Santamaría, que no mantiene buena relación con Cospedal, ya desde la pasada legislatura. Pero su mensaje también parece ir directo contra otro de los políticos que «perdieron Andalucía» y «no han ganado nunca», como Javier Arenas, con quien Cospedal tampoco tiene buena conexión política. El enfrentamiento entre ambos es más que evidente, y las «intrigas» del político andaluz, también.
Tormenta desatada
Pero la última tormenta, lo que está desatando una auténtica «guerra» que puede ir a más hasta la cita clave del próximo martes en la Junta Directiva Nacional, son ciertas informaciones que se han publicado en algunos medios, y que desde el feudo de Cospedal se interpretan como filtraciones o intoxicaciones interesadas por parte del entorno de la vicepresidenta del Gobierno o del propio Javier Arenas. Así, en algunos medios se ha insinuado estos días pasados que la Junta Directiva del martes, que es el máximo órgano del partido entre congresos, podría ser el momento adecuado para que Mariano Rajoy introdujera cambios en la dirección del partido ante las próximas elecciones municipales y autonómicas, e incluso se ha llegado a hablar de la destitución de Carlos Floriano y de María Dolores de Cospedal para poner a una persona «liberada», sin cargos institucionales.
