El negocio de ser expresidente
¿Es tolerable que Zapatero comprometa la política exterior española? Su caso no resiste comparación con la lealtad de sus homólogos de EE.UU., Italia, Alemania, Reino Unido y Francia
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123456Regular para evitar males mayores...
La fotografía de José Luis Rodríguez Zapatero el pasado fin de semana en los territorios ocupados del Sahara Occidental con una imagen del Rey de Marruecos colgada en la pared tras de sí puede leerse como una torpeza más del expresidente, que ya antes de serlo viajó a Rabat para retratarse con Mohamed VI ante un mapa que incluía las Canarias, Ceuta y Melilla como parte del Reino alauí. ¿Es legítimo que comprometa la política exterior de España así?, ¿lo es que se reúna con Raúl Castro interfiriendo en las conversaciones al más alto nivel que EE.UU y la UE están manteniendo con La Habana?, ¿ha emprendido Zapatero un master en lobbismo de la mano de su exministro Miguel Ángel Moratinos o simplemente se aburre?, ¿qué será lo próximo?.
ABC se ha interesado en los papeles que los expresidentes desempeñan en EE.UU y distintos países europeos, caso de Italia, Alemania, Francia y Reino Unido. La comparativa revela que en muchos de ellos, quienes fueron jefes de Gobierno gozan de sueldos, despachos y privilegios, tales como seguridad, que poco tienen que envidiar a los que España ofrece a los suyos. Pero el denominador común en los casos analizados es la lealtad, o dicho de otro modo, la no injerencia en las altas políticas del Estado, una actitud que se echa de menos en Zapatero. ¿Ha llegado la hora de regular su estatus?, ¿qué hacer en España con los expresidentes?.
EE.UU.: Al servicio del pueblo norteamericano
En Estados Unidos los expresidentes reciben una paga desde el penoso caso de Harry Truman, quien tuvo serias dificultades financieras al dejar la Casa Blanca en 1953. Cinco años después el Congreso aprobó una ley para «mantener la dignidad» de la figura presidencial. Con algunas actualizaciones, esa legislación establece que la pensión que reciben los anteriores presidentes sea igual al sueldo de un secretario del Gabinete (ministro), que en 2014 se situó en 201.700 dólares. También reciben una ayuda para viajes, oficina y personal empleado con un tope de 150.000 dólares anuales en un primer periodo de dos años y medio, y de 96.000 después. Cuando el presidente muere, su cónyuge cobra una pensión de 20.000 anual.
Los expresidentes gozan además de protección policial, de la que se encarga el Servicio Secreto. En 1994 se aprobó que esa protección cesaría a los diez años de dejar la Casa Blanca, pero el 11-S y la mayor preocupación por el terrorismo llevó a restablecer que la vigilancia sea de por vida. Los hijos también tienen protección del Servicio Secreto hasta que cumplen 16 años.
No existen incompatibilidades sobre la actividad que pueden desarrollar los presidentes cuando dejan de serlo. Algunos vuelven a sus inversiones, como las de George Bush padre en el negocio petrolero, y otros se vuelcan en sus fundaciones, como Bill Clinton, quien además ha hecho caja con sus conferencias por todo el mundo.
Ninguno, en cualquier caso, ha puesto en especial aprieto a un presidente en ejercicio. Suele ocurrir al revés, que los expresidentes se prestan a realizar servicios a otras Administraciones, como las gestiones hechas por Clinton para la liberación de estadounidenses retenidos en Corea del Norte, o la ayuda prestada por Bush hijo a Barack Obama durante un viaje de este a África, donde el anterior presidente es especialmente valorado por los programas contra el sida que puso en marcha. Por Emili Blasco.
Italia: Libertad de movimientos y coordinación con Exteriores
En Italia, el expresidentes de la República se convierte de forma automática en Senador vitalicio, pudiendo participar en los debates parlamentarios y ejercitar su derecho de voto. Su salario previsto es de 13.000 euros netos al mes (211.502 brutos anuales). El Senado le pone a su disposición dos despachos, un de ellos para su secretaría, que está compuesta por 4-5 funcionarios, además de los escoltas. Otros dos funcionarios podrán asistirlos en su casa privada. Gozará además de coche oficial.
En general, los expresidentes de la República ejercen una función muy institucional, de representación de la República. En general, cualquiera de sus iniciativas suele ser concordada con el palacio del Quirinal, sede de la presidencia de la República, y con la presidencia del Senado.
Con cierta libertad de movimientos se suelen mover los exprimeros ministros, que suelen seguir ejerciendo funciones en campos de su especialidad profesional. El más activo entre los exjefes de gobierno es Romano Prodi, empleado en diversas misiones oficiales de la ONU, y también privadas, sobre todo en China, además de ser presidente del International advisory Board de Unicredit, un órgano que se ocupa de ofrecer oportunidades de intercambio en campo político, económico y social.
No hay un rígido estatus para los exprimeros ministros. En caso de mantener contactos políticos o institucionales con el exterior, hay una coordinación con el ministerio de Exteriores o Palacio Chigi, sede del primer ministro. Por Ángel Gómez Fuentes.
Berlin: Canciller ad honorem, sueldo y despacho en el Bundestag
En Alemania hay que hacer la distinción entre la figura de canciller y la de presidente federal. El canciller es el jefe de Gobierno, la figura que realmente ejerce el poder político en el país, mientras que el presidente federal juega un papel representativo y es una cierta referencia moral, pese a que cuyas declaraciones no siempre gusten a todos los sectores del país. Tanto los excancilleres como los expresidentes federales reciben un salario representativo o sueldo honorífico. Los expresidentes reciben un salario anual de 199.000 euros hasta el final de sus días.
El expolítico democristiano Christian Wulff fue el último presidente federal que dejó el cargo. Wulff se vio obligado a dimitir en 2012 después de que saltara a la luz un caso en el que presuntamente había recibido un trato de favor de un cineasta que había financiado la construcción de una vivienda privada. Wulff perdió su inmunidad para ser juzgado y fue finalmente absuelto.
Posteriormente, hubo una discusión sobre si el expresidente tenía derecho a recibir el salario honorífico. Los servicios jurídicos de la presidencia federal decidieron que Wulff sí tenía derecho a recibir la asignación porque su dimisión se había debido a «causas políticas» y no «personales». Actualmente, Wulff es una figura rehabilitada públicamente que realiza labores representativas de diferentes instituciones académicas y también de lobbies privados.
En cuanto a los excancilleres, la última figura más destacada (y también polémica) es el socialdemócrata Gerhard Schröder, al que sucedió la actual canciller Angela Merkel. Schröder fue canciller entre 1998 y 2005 en dos periodos legislativos. Tras su retirada de la primera línea política, y como el resto de sus antecesores, recibió el título de canciller ad honorem, además de derecho a coche oficial, a una escolta pagada con dinero público y un despacho en el Bundestag. Su salario anual corresponde al 35 por ciento del fue su ingreso como canciller, es decir, unos 74.000 euros anuales.
Tras despedirse de los cargos públicos en activo, Schröder retomó su actividad privada como abogado y fue nombrado presidente de la empresa Nord Stream, que pertenece mayoritariamente a la compañía rusa Grazprom. Nord Stream se encarga de planificación, construcción y gestión de un conducto de gas entre Europa occidental y Rusia. Schröder mantiene una estrecha y conocida amistad con el actual presidente ruso, Vladimir Putin, y es incluso considerado una figura que podría jugar un papel mediador entre Alemania y Rusia en el actual conflicto de Ucrania. Por Andreu Jerez.
Major, Blair y Brown, tres maneras de entender el retiro
El Reino Unido cuenta con tres ex primeros ministros vivos, el conservador John Major, que gobernó entre 1990 y 1997, de 71 años; Tony Blair, de 61, que ocupó el número 10 desde 1997 a 2007 y el escocés Gordon Brown, de 64, que gobernó de 2007 a 2010 y perdió las elecciones frente a Cameron. Todos ejercen de vez en cuando de referente moral, aunque unos más que otros. Major es el más alejado. Tras dejar el Gobierno se distanció de la vida política y se centró en el críquet y en ganar dinero en el fondo de inversión Carlyle. Suele opinar, pero no es habitual.
Tony Blair es objeto de controversia constante por su enriquecimiento con sus consultorías, a veces conflictivo, porque sus servicios a algunos países árabes chocan con su condición de enviado especial para Oriente Medio. Suele opinar de política, mayormente para pedirle a su sucesor al frente del laborismo, Ed Miliband, que busque el centro. Su táctica más habitual es hacer alguna declaración en esa línea y luego disimular con algún apoyo más o menos tenue a Miliband.
Gordon Brown, que continúo como diputado tras perder las elecciones, ha anunciado que por fin dejará la política. Ha sido el más influyente como ex primer ministro de los tres, porque su papel en el referéndum de Escocia fue estelar, con unos vibrantes mítines y una propuesta de más autonomía que para muchos observadores fue lo que salvó la consulta para la Unión. Le gusta dar aldabonazos. El último, un artículo de prensa diciendo que si el Reino Unido deja la UE será «como Corea del Norte». Por Luis Ventoso.
Francia: Máxima política, mínima interferencia
En Francia, los ex presidentes son nombrados de oficio miembros del Tribunal Constitucional y tiene diversos privilegios económicos y sociales. Pero sus viajes privados no interfieren jamás la diplomacia del Estado.
Valery Giscard d'Estaing y Jacques Chirac aceptaron ser miembros del Tribunal Constitucional. Ambos han realizado muchos viajes privados de carácter político. Pero jamás han provocado el más mínimo problema con la diplomacia de ningún gobierno.
Giscard ha intervenido mucho en la escena europea, siendo él mismo uno de los padres fundadores de la UE actual, inspirador de varios de sus pilares capitales. Pero su acción política y sus libros siempre se sitúan mucho más allá de las «contingencias» de la diplomacia gubernamental.
Nicolas Sarkozy, por su parte, dejó en suspenso su posible participación en los trabajos del Tribunal Constitucional, para consagrarse a la política activa.
Sarkozy es invitado regularmente a pronunciar grandes conferencias en foros e instituciones internacionales. Pero esas intervenciones personales, altamente diplomáticas, siempre se sitúan en un plano intelectual muy alejado de la diplomacia gubernamental. Como presidente en funciones del gran partido conservador francés, la UMP, Sarkozy también viaja mucho. Pero su acción política tampoco entrar nunca en los terrenos de la diplomacia de Estado. Por Juan Pedro Quiñonero.