análisis

Andalucía, a la italiana

«Si Susana Díaz aceptase ser investida con el apoyo del PP, destrozaría la estrategia de Pedro Sánchez en las generales»

Por Manuel Marín

Inquietante sondeo del CIS en el inicio de la campaña andaluza. La socialista Susana Díaz ganaría las elecciones con 44 escaños, a once de la mayoría absoluta. Para gobernar con comodidad necesitará pactar, bien con los 21-22 escaños de Podemos, bien con el respaldo de los 34 del PP. Cabe la opción de gobernar en minoría en el caso de que alguno de estos partidos apoyase la investidura o se abstuviese. Como hace Artur Mas en Cataluña bajo el chantaje de ERC. Pero sería síntoma de una enorme inestabilidad. Los gobiernos en minoría son excepción, suelen legislar erráticamente y generan descrédito y desgaste en términos de imagen si no media un pacto fuerte con un compromiso estable a priori.

En este hipotético escenario, el principal problema de Díaz probablemente no sería cerrar su investidura, sino enfrentarse a la dirección federal del PSOE. La presidenta andaluza ha planteado un desafío abierto: presume de que gozará de total autonomía para decidir con quién pacta. Sin embargo Ferraz ya sostiene taxativamente que el PSOE podrá negociar con todos los partidos excepto con el PP, que queda automáticamente excluido de cualquier negociación posible. César Luena, número dos del PSOE, ya ha lanzado el aviso de que es el Comité Federal del partido y no un presidente autonómico quien establece la política de pactos. El pulso, hoy latente, puede desembocar en batalla campal a la luz del día. Y Sánchez ya ha demostrado con Tomás Gómez que no hace prisioneros.

Si Susana Díaz aceptase ser investida con el apoyo del PP, destrozaría la estrategia de Sánchez en las generales. Desautorizado en su criterio, el secretario general socialista quedaría abocado a no recuperar terreno frente a Mariano Rajoy por su pérdida de credibilidad interna y su falta de autoridad. Y regalaría argumentos a Podemos y a Ciudadanos porque la casta del bipartidismo tradicional pacta en clave de estricta supervivencia ante la amenaza. La falta de sintonía entre Sánchez y Díaz, que sólo se verán las caras en dos actos en quince días de campaña, es más que evidente. El dato objetivo es que la presidenta andaluza tendrá que pactar sin remedio y que ella astutamente no ha desactivado aún el «no» preventivo al PP, pese a la irritación de Ferraz.

La sombra de un acuerdo institucional «a la vasca» que permita al PSOE andaluz gobernar en minoría con apoyos puntuales del PP para no bloquear la gobernabilidad de Andalucía existe. Remotamente, pero existe pese a que en público se niegue. Sin embargo, el recuerdo del resultado que dio -en circunstancias muy distintas, es cierto- el pacto PSE-PP en el País Vasco es nefasto para los dos partidos. El PP ha quedado como una marca residual en esa autonomía; el PSE se adentró en una crisis que sigue larvada entre bandos «españolistas» y nacionalistas y sin un liderazgo definido y reconocible; y el PNV gobierna plácidamente, sin ruido, sin escándalo… con normalidad institucional. Incluso cuando se apoya en Sortu o Bildu ya no genera ni titulares.

Susana Díaz no ha mostrado ninguna carta aún, confiada en sondeos internos que parecen concederle algo más de mayoría frente a Podemos, partido del que el PSOE cree que cometerá graves errores durante la campaña y será penalizado. Podemos plantea una táctica atrevida y de riesgo porque llenar, por ejemplo, un mitin de Dos Hermanas con 20.000 personas, como es su pretensión, solo ha estado al alcance de Felipe González. Y en el PP cunde el pesimismo. Los «pinchazos» se van a medir más que nunca en esta campaña atípica y que promete un primer Parlamento a la italiana en el año más electoral que se conoce.

Pero entregarse a Podemos podría ser demoledor para el PSOE como marca nacional ante las generales. Sería sucumbir ante la impotencia. Recién iniciada la campaña, nada se da por descartado. Lo ocurrido hace cuatro años en Extremadura, cuando Monago selló un acuerdo de legislatura con IU, no es una entelequia. Monago goza de la condición de «verso libre» autorizado por Rajoy para la extraña convivencia ideológica que le permite gobernar. Si fue posible aquello, incluso reeditable ahora, ¿por qué PSOE y PP se van a rehuir en Andalucía? En política, la estética es irrelevante una vez abiertas las urnas. Lo imposible hoy es posible mañana.

Andalucía, a la italiana

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