El buen periodista, según Monedero
Se jactaba de la libertad con que se producen los periodistas de países latinoamericanos donde el capital no silencia conciencias
Una tertulia con el número tres de Podemos dentro es una oportunidad para el aprendizaje. Las lecciones que imparte a los ignotos periodistas que osamos cruzarnos en su camino mediático son profusas. A veces, ofrece un curso a varios aprendices, lo cual se agradece por la optimización de recursos. Las televisiones que nos invitan a sus platós suelen sentarnos en mesas distintas, generalmente con el presentador en medio, lo que favorece la atención académica, la sensación de recibir del contrincante su impagable magisterio. Ahora Juan Carlos se prodiga menos en los platós. Desde que ha reventado la tarjeta de Iberia Plus a Venezuela, sus alumnos involuntarios le echamos de menos. Ofrece ruedas de prensa con la parafernalia propia de la casta; incluso echa mano de conceptos tan de la vieja política como la persecución mediática o la caza de brujas. Pero estoy segura que cobijarse tras esas argucias dialécticas será fruto del nerviosismo de cientos de miles de euros que aparecieron en sus cuentas sin justificación convincente .
Pero que no pene Monedero: el aprendizaje de tantos meses ha sido fértil. Después de los repasos habituales al maligno Rajoy, nunca falta en su verbo caribeño un consejo profesional, una guía vital para desarrollar una profesión de riesgo en un país democrático como España. A veces, cuando las conexiones con Venezuela no estaban tan mal vistas, se jactaba de la libertad con que se producen los periodistas de países latinoamericanos donde el capital no silencia conciencias. A diferencia de España, decía.
A Monedero le preocupa sobre todo el rigor. Y más que el rigor, quién controla a los que trabajan sin esa cualidad de buen periodista. Es decir, según he retenido de algunos de sus monólogos televisivos, lo importante es que alguien controle a los periodistas disolutos. Una mano inocente, una mente preclara, una conciencia social acreditada tiene que tomarnos la temperatura de la independencia a los informadores despistados. Los que ejercemos en un medio privado partimos con desventaja: tenemos la letra escarlata de nacimiento. Por eso, en el manual de Monedero, lo mejor es instituir una comisión de evaluación del rigor. Nunca se ha atrevido a formularlo en público, pero en privado ha reconocido que los examinadores solo pueden ser miembros distinguidos de las élites universitarias en las que él se ha hecho un aguerrido profesor. Solo podrán conseguir el carné de buen periodista aquellos que superen la oposición. Podemos no ha elaborado todavía esa teoría pero seguro que la obtención de la credencial periodística ofrecerá derecho a cupones para la carne, acceso a las piscinas públicas y un corte de pelo. Siempre beneficios sociales.
Uno de sus grandes momentos mediáticos fue cuando dirigiéndose a varios compañeros (cada uno de nuestro padre y nuestra madre empresarial) nos categorizó de periodistas sojuzgados. Preocupado por nuestro día a día en el ejercicio de nuestro trabajo, aplicó la tabla rasa para calificarnos de asalariados de la casta. Recuerdo cuando varios de los afectados le rogamos que no se preocupara por nuestro quehacer profesional y le aconsejamos que mejor ocupara su preciado tiempo en reclamar derechos humanos para periodistas, políticos, carpinteros y abogados, en su Venezuela querida. Desde entonces aguardamos el segundo curso de Periodismo Independiente. A ser posible , cuando haya explicado lo de los 400.000 euros.
Noticias relacionadas