sucesos
Tafalla da una lección de cómo sobreponerse a la tragedia
La ciudad navarra se vuelca con la familia del chico que murió en una pelea por defender a una joven
Pocas tragedias mayores puede vivir una localidad que la muerte de un vecino de 16 años en una estúpida pelea. Y más si los agresores también son menores de edad, de 15 y 16 años. Sin embargo, hay que seguir adelante y Tafalla intenta hacerlo.
Esta semana esta localidad navarra vivió una tragedia así. Roberto Requena moría el pasado martes después de que el día anterior se involucrara en una pelea por defender a una amiga. Y hoy, seis días después de los sucesos, la ciudad continúa conmocionada por la pérdida de uno de sus vecinos. Un vecino conocido y querido por todos. En una localidad como Tafalla, de 11.000 habitantes, se conocen todos. Pero además de conocerlo, en el caso de Roberto Requena se le quería y apreciaba. Por su carácter y por su familia. Su padre, Joaquín, era conocido en la localidad por su implicación social en distintas iniciativas. Y eso se ha podido comprobar estos días.
Esta semana, Tafalla ha dado una lección de unidad y concordia. No ha habido ni un gesto ni una expresión de odio hacia los agresores ni hacia su círculo cercano. Y en sus calles se respira un aire, un espíritu, de tratar de sobreponerse a semejante tragedia.
¿Y cómo se consigue sobreponerse a semejante tragedia? En primer lugar, tratando de asumir que Roberto se ha ido, que no volverá. Desde el primer momento, el Instituto Politécnico en el que estudiaba primero de Grado Medio de Instalaciones Eléctricas y Automáticas se volcó con su compañero de pasillos. Incluso antes de hacerse público el fallecimiento de Roberto, sus compañeros de Instituto trataron de asumir lo sucedido. A primera hora del martes, decenas de estudiantes se concentraron en el patio del instituto tras una pancarta que decía «No a la violencia», realizada por sus propios compañeros. «Tratamos de hablar con los chavales, que expresaran lo que sentían en esos momentos, que lo sacaran fuera. Y al tiempo que lo hacían, muchos de ellos se dedicaron a escribir todo esto que veis, a expresarse de esta manera», explica Pedro Flamarique, el director.
Una forma de asumir la tragedia fue arropar a la familia. La misma tarde de la muerte unas dos mil personas se echaron a la calle para apoyar a la familia. Fue una concentración en la plaza de los Fueros, la plaza principal de la ciudad, silenciosa, en la que únicamente querían decir a los padres de Roberto que Tafalla estaba con ellos. «Gracias, querida Tafalla, mi hijo estaría muy contento. Un abrazo mío y de Yolanda», escribía Joaquín Requena en una red social nada más producirse la concentración.
«Te amamos»
«El alma es la esencia que permanece y el alma de Roberto está llena de alegría, de bondad, de cariño, de rebeldía adolescente, de amor a todas las personas cercanas y de ayudas a todos sus amigos hasta el último momento», relataba el tío de la víctima, Aitor Rodríguez, en el funeral celebrado el pasado miércoles. Más emotivas si cabe fueron las palabras de María, su novia: «Sé que cuando despierte te veré a mi lado abrazándome fuerte». Y continuaba: «Eres la llave que trae la luz a este mundo lleno de sombras. Esto es una carta de amor, no de despedida. Te amamos tu familia, tus amigos y, por supuesto, tu novia». Y estas palabras demostraban cómo era la familia. La alcaldesa recordaba que «son muy buenas personas desde el primer momento y lo han sido hasta el final». Y recordaba cómo en medio del dolor decidieron donar los órganos de Roberto antes de que los médicos que le atendieron lo sugirieran.
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