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Perplejidad en Interior por la «guerra de comisarios» en el caso del «pequeño Nicolás»

Altos mandos de la Policía admiten el deterioro de la imagen del Cuerpo y todo apunta a que habrá consecuencias a medio plazo

Perplejidad en Interior por la «guerra de comisarios» en el caso del «pequeño Nicolás» óscar del pozo

pablo muñoz / cruz morcillo

El caso del «pequeño Nicolás» ha derivado, sorprendentemente, en una «guerra de comisarios» ventilada en parte, además, en los medios de comunicación. A la primera publicación de una denuncia judicial presentada por José Villarejo, adscrito a la Dirección Adjunta Operativa del Cuerpo como asesor, contra Marcelino Martín-Blas, jefe de la Unidad de Asuntos Internos, acusándole de haber manipulado pruebas para incriminarlo, le sucedió otro episodio no menos exótico protagonizado también por el primero de los citados. Villarejo, irritado por un perfil suyo escrito por el periodista de «El Mundo» Fernando Lázaro, respondió al profesional con una carta abierta feroz.

El comisario Villarejo hizo gravísimas acusaciones a la cúpula política policial

Villarejo asegura en su denuncia que el comisario de Asuntos Internos manipuló un informe enviado al juez en el que se afirmaba que «podría» ser la persona que una noche se había reunido con el «pequeño Nicolás» en el Canal de Isabel II, en una cita en la que también estuvieron presentes, como observadores, dos periodistas. Al final, se ha demostrado que la persona que aparece en la imagen no es Villarejo, lo que él interpreta que no fue un error, sino una manipulación consciente de un informe policial para tratar de incriminarlo.

Pero en su denuncia ante los juzgados el comisario no solo lanzaba acusaciones contra su compañero, sino que también arremetía contra la cúpula política policial, a la que hacía responsable de una «conducta encubridora». Parece que se refiere Villarejo a unos supuestos seguimientos que habrían sido ordenados a la familia de Bárcenas, que él considera ilegales. El director general de la Policía, Ignacio Cosidó, que en principio sería el principal afectado por lo denunciado por el mando policial, ha evitado hacer cualquier comentario público al respecto y actúa con cautela, con absoluta tranquilidad: «Entrar en una polémica mediática con un jefe policial que está a sus órdenes resultaría absurdo e inadecuado», explican todas las fuentes consultadas por ABC.

Luces y sombras

Al margen de la veracidad o no de la denuncia -lo cierto es que quien la presenta no aporta pruebas de sus acusaciones-, todos estos acontecimientos no han hecho sino provocar la perplejidad en la cúpula de Interior. Las fuentes consultadas por ABC reconocen que «asistimos atónitos» al espectáculo de ver cómo el comisario Villarejo, que ha participado y participa aún en investigaciones muy delicadas de inteligencia, y al que también se ha relacionado con distintos escándalos -informe Veritas, Monzer Al Kassar, mafia china...- actúa por su cuenta. «No es de recibo que desconfíe de los sistemas de control interno del Cuerpo al que pertenece y que no dude en comprometer la imagen pública de la Policía», señalan las mismas fuentes.

Una decisión fulminante podría ser interpretada como un intento de Interior de tapar el presunto escándalo denunciado

Lo cierto es que en la cúpula de Interior no hay preocupación especial por este asunto, al que se ve poco recorrido judicial, pero tampoco se va a permitir que una situación así no tenga consecuencias. En cualquier caso, esa respuesta tendrá que esperar, porque una decisión fulminante podría ser vista como un supuesto intento de tapar el presunto escándalo denunciado por Villarejo, al igual que relevar solo al comisario jefe de la Unidad de Asuntos Internos, Marcelino Martín-Blas, sería entendido como que ha sido elegido como cabeza de turco porque no hay autonomía suficiente para actuar contra Villarejo, un agente muy bien relacionado y que conoce los círculos de poder. Eso sí; un previsible archivo del caso por parte del juez sería buen momento actuar y tomar decisiones, en un sentido y otro. Pero se trataría de medidas a medio plazo.

Hay otro elemento que explica que no se hayan tomado decisiones contundentes. La actuación del comisario Villarejo indica que, al menos en lo que a este asunto se refiere, no acepta las órdenes del director Adjunto de la Policía, el comisario Eugenio Pino, que es el máximo responsable operativo del Cuerpo y cuya autoridad -que no su prestigio ni profesionalidad-, queda afectada. «Esta vez no ha podido controlar la situación, aunque se le dio todo el poder para evitar, precisamente, que cosas así pudieran suceder», dicen las fuentes consultadas. No se trata de cuestionar la capacidad de Pino -nadie en la cúpula de Interior lo hace-, pero en cualquier caso, cuando queda menos de un año de legislatura sería absurdo y contraproducente tomar decisiones drásticas.

«Actitud intolerable»

Mientras tanto, la totalidad de mandos policiales consultados por ABC consideran «lamentable todo lo que rodea este asunto. Da la imagen pública de que aquí cada uno hace lo que le da la gana y que se actúa al margen de la ley, cuando el 99,9 por ciento de la gente lo único que hace es trabajar muy duro y dentro de la legalidad. Es verdad que hubo un error en ese informe de Asuntos Internos en el que se hablaba de Villarejo, porque no es riguroso decir que “podría” ser esa persona de la fotografía; el que lo hizo tenía o debía tener medios para saber con certeza si era o no era antes de enviar al juez el documento. Lo contrario sirve para que algunos piensen que el comisario Martín-Blas tiene un interés personal en este tema. Pero dicho esto, la actitud del otro comisario es intolerable e inexplicable, porque deja la imagen del Cuerpo a los piés de los caballos y asimismo abre la puerta a que se pueda pensar que actúa por intereses personales. Si finalmente cae solo la ficha más débil, es legítimo pensar que Villarejo tiene información sensible que lo hace intocable. A nadie se le hubiera permitido hacer algo así sin sufrir luego las consecuencias».

Alguien con mucha experiencia, que ocupa un puesto muy relevante en materia de seguridad, concluye: «Hay dos máximas de los mejores servicios de inteligencia del mundo: La primera, “dame a los hombres más limpios para hacer los trabajos más sucios”; la segunda, “para ser espía lo tienes que ser desde niño”».

Perplejidad en Interior por la «guerra de comisarios» en el caso del «pequeño Nicolás»

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