Amaiur pidió firmeza contra el Estado Islámico, pero no apoya el pacto PP-PSOE

Los diputados de Amaiur se muestran muy contundentes a la hora de solicitar que se rearme al pueblo kurdo en su lucha contra el Estado Islámico (Daesh), pero rechaza que el pueblo español se pueda blindar ante una realidad tan cercana como la amenaza yihadista. Una amenaza que tiene distintos frentes: células, como la desmantelada recientemente en Ceuta, retornados de zonas en conflicto como Siria, Irak o Mali, «lobos solitarios» que acaban de recibir una nueva arenga de los líderes del Estado Islámico....

¿Por qué produce contrariedad a la formación de la «izquierda abertzale» que se controle el aceso a determinados foros en internet dedicados a instigar a la violencia, enaltecer el terrorismo e incluso instruir en la confección y manejo de artefactos explosivos? ¿Por qué, si ETA ha dejado ya de cometer atentados? ¿Por qué, si la única amenaza terrorista actual procede de la yihad global? ¿Acaso prima en los herederos de Batasuna la inestabilidad del Estado, por encima de cualquier riesgo?

El pasado mes de octubre, Amaiur registraba en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley en la que instaba al Gobierno de Rajoy a «mostrar la solidaridad» al pueblo kurdo, «en especial, a la población de Kobane y Rojava en su lucha por la supervivencia y la libertad» ante «la escalada militar encabezada» por el Estado Islámico. Asimismo, emplazaba al Ejecutivo a que solicitara a las autoridades turcas que facilitasen «el tránsito de armas y de personas que desean a acudir a defender a la población kurda de Rojava».

Sin embargo, rechaza el pacto antiterrorista que acaban de firmar el Gobierno del PP y el PSOE para dotar a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, así como al Poder Judicial, de mayores medios para combatir las pretensiones de los yihadistas de atentar en España, y por tanto, también en el País Vasco. El terrorismo de origen islamista es la mayor amenaza que se cierne actualmente contra la seguridad de Occidente. La reciente desarticulación de una célula en Ceuta, cuyos integrantes habían experimentado un fuerte proceso de radicalización y tenían disposición y preparación para atentar en España, confirma que la amenaza es visible y cercana.