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Lesmes o la fábula «Quia nominor leo» («Porque me llamo león»)

El vocal del CGPJ Enrique Lucas se suma a las críticas al presidente del órgano por su modelo «presidencialista» del Consejo

Lesmes o la fábula «Quia nominor leo» («Porque me llamo león») pool

n. villanueva

Se cuenta que andaban por los campos en perfecta armonía un león, una cabra, una vaca y una oveja. Entre todos cazaron un ciervo y, tras dividirlo en cuatro partes, cuando cada uno iba a coger la suya, el león se dirigió a sus compañeros y les dijo:

—La primera parte es mía porque me llamo león («quia nominor leo»); la segunda me pertenece porque soy más fuerte que vosotros; me adjudico la tercera porque he trabajado más que vosotros; y si alguien me disputase la cuarta tendrá que habérselas conmigo.

Y fue así como el león se quedó con todo el ciervo.

El vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) Enrique Lucas no ha dudado en recurrir a esta expresión latina de la fábula de Fedro para definir la actitud del presidente del órgano de gobierno de los jueces, Carlos Lesmes, respecto a la polémica renovación de las comisiones de este órgano. El pasado jueves el Pleno del Consejo, de mayoría conservadora, aprobó la «renovación» de estas comisiones con el voto en contra de siete vocales. Seis de ellos, de sensibilidad progresista, han emitido un solo voto particular; el séptimo, el abogado Enrique Lucas, nombrado a propuesta del PNV, ha hecho el suyo propio.

El meollo de la cuestión, lo que ha encendido los ánimos del sector progresista del Consejo, ha sido la decisión de Lesmes de dejar la Comisión Permanente del Consejo con la misma composición de hace un año, con la salvedad de que la vocal conservadora Nuria Díaz Abad ocupa ahora la plaza que la vocal propuesta por CiU, Mercè Pigem, dejó el pasado diciembre tras su renuncia. De esta forma, el presidente, de quien partió la propuesta, ha conseguido reforzar la mayoría conservadora en este órgano clave del Consejo que, además, al contar ahora con una vocal más conservadora (tres frente a dos), le va a evitar tener que hacer uso del voto de calidad ante posibles decisiones comprometidas.

Precisamente a las lagunas legales sobre la renovación de las comisiones (la ley se limita a señalar que se «procurará» la renovación anual de los miembros de la Permanente) se refiere Lucas en su voto particular. «La carencia de una norma que regule esta relevante cuestión condena al Consejo a moverse en la inseguridad jurídica que supone estar al albur de lo que en cada Pleno se diga y haga, y en definitiva, a lo que el presidente quiera interpretar en cada caso al dirigir y ordenar los debates». Alude así a las propuestas de candidatos para formar parte de esa Comisión Permanente: las vocales Roser Bach y Pilar Sepúlveda habían pedido formar parte de la Comisión Permanente, pero no se permitió que sus nombres se sometieran a ningún tipo de votación, lo que sí hizo Lesmes con su candidata: Nuría Díaz Abad. A su juicio, esto ha supuesto una «victoria personal» del presidente, que ha impuesto el argumento del «quia nominor leo».

«Cerrazón, imposición y discordia»

Dice Enrique Lucas que el Pleno del día 29 ha marcado un antes y un después en la trayectoria del Consejo. «El contraste entre los pasos dados en diciembre de 2013 (cuando se formó el nuevo Consejo) y los seguidos en esta ocasión no puede ser más llamativo y desalentador», señala el vocal. «La elección que hicimos entonces estuvo presidida por la búsqueda del equilibrio entre las distintas sensibilidades del Consejo y la consecución de un acuerdo global. Esta primera renovación se ha caracterizado, sin embargo, por la cerrazón, la imposición y la discordia».

A su juicio, buena prueba de ello ha sido el resultado de la votación, unánime entonces, dividida ahora. En efecto, al iniciar su andadura, el recién renovado Consejo proyectó el consenso parlamentario «más amplio habido nunca» para la elección de sus miembros a la designación de su presidente y vicepresidente y a otros cargos del mismo, así como a la primera composición de las comisiones que se aprobó por unanimidad. «Todos nos sentimos orgullosos en aquél momento de la contribución colectiva al acuerdo. Ni que decir tiene que el arreglo se logró porque se halló una fórmula asumida por todos que reflejaba en las comisiones, en especial en la Permanente, las distintas sensibilidades existentes en el Pleno y en la idea de que en las sucesivas renovaciones se seguiría el mismo método y se mantendría la concordia», dice.

«Como remodelar su gabinete»

Sin embargo, no ha sido así esta vez sino que «el presidente ha roto el equilibrio», «ha hecho oídos sordos a las llamadas a la negociación y al acuerdo y faltando gravemente a su compromiso, que consta en acta, de negociar la renovación de la Comisión Permanente, ha forzado la ratificación de su propuesta personal como si estuviera discutiendo la remodelación de su Gabinete».

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