Cuando a Pablo Iglesias el himno nacional le parecía una «cutre pachanga fachosa»

En un artículo publicado en 2008, el hoy dirigente de Podemos asegura que le «revienta» el «nacionalismo español» y arremete contra la bandera «postfranquista»

Cuando a Pablo Iglesias el himno nacional le parecía una «cutre pachanga fachosa» EFE

U. Mezcua

La ambigüedad que hoy mantiene Pablo Iglesias sobre el debate territorial y los símbolos nacionales españoles —en su último mitin en Barcelona, en diciembre pasado, esquivó el asunto con un «no me importan las banderas, sino las cuentas bancarias» — contrasta con la claridad con la que los criticaba en 2008, cuando aún estaba lejos de planear siquiera su «asalto» a La Moncloa .

En un artículo publicado en la página web de izquierdas Rebelion.org , el dirigente de Podemos hacía una entusiasta analogía entre la final de baloncesto de los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008 y la parte de la teoría marxista que Karl Marx y Friedrich Engels destacaron como condicionante de todas las sociedades humanas. El propio Iglesias la resalta en el mismo título de su texto, «La selección de baloncesto y la lucha de clases» , un análisis en el que mezcla su discurso revolucionario con continuas lamentaciones por la simbología que acompaña a la selección, expresión, a su entender, de un nacionalismo, el español, que le ‘revienta’ «mucho más que el vasco o el catalán».

«Ya me gustaría a mí ver a los jugadores de la selección de basket con un uniforme tricolor y escuchar un himno como La Marsellesa y no la cutre pachanga fachosa, antes de los partidos o cuando se gana algo», asegura Iglesias. En el texto también pide solidaridad «para los que somos de izquierdas y tenemos que soportar, día tras día, el nacionalismo español y su bandera monárquica y postfranquista».

Al margen de su utilización durante la dictadura del General Francisco Franco, la enseña española se remonta a la década de 1780 y ha permanecido inalterable desde entonces, con excepción de las variaciones de su escudo. Únicamente se modificó sustancialmente durante la II República (1931-1939), cuando se sustituyó una de las franjas rojas por otra morada, algo que, sin embargo, no sucedió durante la primera etapa republicana. Por su parte, la Marcha Real o Marcha de Granaderos disfruta de oficialidad desde finales del siglo XVIII, estatus únicamente interrumpido por el Trienio Liberal (1820-23) y la II República.

La «infame pompa nacional», no obstante, no impide que Iglesias se declare un fiel seguidor de la selección, puesto que, como asegura, el baloncesto le vuelve loco «desde chico». También deja claro en su análisis que no se plantea cambiar de equipo. Al menos, «hasta que el baloncesto boliviano no llegue a las olimpiadas».

Deporte y revolución

En el texto, Iglesias, ya por entonces doctor en Ciencia Política, desgrana a lo largo de cinco páginas las evoluciones de los jugadores, a los que describe como «revolucionarios profesionales» o «dirigentes políticos», y trata de demostrar que el buen juego de los españoles (lo que él llama «la selección estatal» o «el ejército rojo») frente al combinado de Estados Unidos certificaba que la revolución es «tácticamente posible».

«Lenin fue, con mucho, el MVP de la final»

A su juicio, la conclusión que el enfrentamiento deportivo puso de manifiesto era que, «al igual que ocurre con la lucha de clases, en ciertos momentos muy precisos de la Historia la victoria frente a los poderosos no siempre es imposible». Iglesias considera así que, pese a haber sido derrotada por 107 a 118, España habría ganado si los norteamericanos no lo hubieran hecho «todo perfecto». Gracias, eso sí, al planteamiento «leninista» de Aíto García Reneses, lo que lleva a Iglesias a asegurar que Lenin fue, con mucho, «el MVP de la final».

No fue éste, sin embargo, el único contrapunto positivo que supo encontrar en la victoria de Estados Unidos: «Nos ha librado de aguantar el himno, de las celebraciones de exaltación nacional, del orgullo de ser español y de la sucesión de infames actos protocolarios que acompañan los éxitos de los héroes de la patria».

Cuando a Pablo Iglesias el himno nacional le parecía una «cutre pachanga fachosa»

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