Rajoy diseña una estrategia política para desactivar el populismo en televisión

Empieza a visualizarse la nueva estrategia de Rajoy: estar, hablar y convencer. Sobre todo en las televisiones

Rajoy diseña una estrategia política para desactivar el populismo en televisión AFP

Mayte Alcaraz

Sábado 6 de diciembre. María Dolores de Cospedal acude a uno de los programas más críticos con el Gobierno: «La Sexta Noche», que emite los sábados la cadena del mismo nombre. No es la primera vez que un representante del PP interviene, pero sí la número dos del partido. Rajoy, según sus cercanos, ni veía ni otorgaba importancia a esas tertulias. Pero Cospedal arrostra ese día una entrevista de casi 90 minutos –inusualmente larga– en la que responde con firmeza a las preguntas sobre los casos de corrupción que acechan a su formación .

Empieza así a visualizarse la nueva estrategia de Rajoy: estar, hablar y convencer. Sobre todo en las televisiones. Además de los casos de corrupción que investiga la Audiencia Nacional, la salida del Ejecutivo de los ministros Gallardón y Mato, sumada a la renuncia del fiscal general del Estado , ha cerrado un trimestre negro, a efectos de imagen, para el presidente. Por eso, cuando acude el miércoles a la reunión del grupo parlamentario en la que dará a conocer el nombramiento de Hernando aprovecha para espolear a los parlamentarios y pedirles que «comuniquen más y mejor». Hernando acudirá al día siguiente a Cuatro, otra cadena que censura la política del PP, para defender la gestión del Gobierno y reprochar a sus interlocutores la cobertura dada a Podemos. El nuevo portavoz no se muerde la lengua. Aunque su desparpajo le haya dado más de un disgusto, Rajoy quiere un perfil como el suyo: verbo directo para tiempos preelectorales.

«Hay que moverse ya»

Pero, antes y después de Hernando, Rajoy predica con el ejemplo. Acaba de apagar el fuego desatado tras la marcha de la ministra de Sanidad con un nombramiento indiciario: asciende a Alfonso Alonso, un ministro político y de discurso firme, para «vender» la gestión. Y minutos después de conocerse la designación del jefe parlamentario, La Moncloa anuncia otra sorpresa. José Luis Ayllón, secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, se encargará de «comunicar» la posición del Ejecutivo en las cuestiones que no afecten específicamente a un departamento. Una portavocía –transversal, aclara una fuente– para un experto en Parlamento, medios e intendencia.

No falta quien interpreta la elección de Ayllón como un nuevo triunfo de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, a cuya confianza pertenece. No obstante, desde el grupo parlamentario se ha vinculado el nombramiento con las claves internas que Rajoy marcó en la reunión: «Hay que moverse ya –reclamó– y estar en todos los foros para contestar al discurso agresivo de las fuerzas emergentes». Si antes estaba casi proscrito dar alas a Podemos , al que los sondeos confieren un importante ascenso electoral, ahora la consigna es replicar su populismo. Ayllón sabe hacerlo.

De hecho, Rajoy informó también a sus compañeros de escaño de que él mismo va a viajar, de aquí a las elecciones, todos los fines de semana para movilizar el voto descontento. Las cuentas que se han hecho en Génova son las siguientes: en 2011 los populares obtuvieron 10.800.000 apoyos, que podrían haberse quedado ahora, con el desgaste de tres duros años de Gobierno, en siete millones. En ese desplome, los responsables del PP estiman que más de dos millones y medios son electores que han decidido quedarse en casa. A estos antiguos simpatizantes, militantes del «partido de la abstención» como irónicamente lo califica un diputado del grupo de Hernando, va dirigida la nueva ofensiva de Rajoy. Un antídoto contra la amenaza que adelantan todas las encuestas de un pacto de la izquierda más radical para arrebatar el poder territorial al PP e incluso al mismo PSOE. Uno de los aspectos en los que ha hecho hincapié el presidente es transmitir «mensajes en positivo que neutralicen la desmoralización ciudadana». Para ello, el papel de Ayllón será fundamental, toda vez que será el encargado, según apuntan en el grupo, de informar de las actividades del presidente no adscritas a ningún ministerio; como las reuniones con los presidentes autonómicos o algún encuentro institucional de especial relevancia.

Menos improvisaciones

Uno de los objetivos marcados por Rajoy es evitar las improvisaciones en la respuesta de algunos ministerios a cuestiones de fondo, como el desafío catalán o las polémicas con la Administración de Justicia que han desembocado en un enfrentamiento con la Sala de lo Penal del Supremo. «Nos ha pedido que pisemos pocos charcos, pero que seamos muy directos en los mensajes», revela un cargo del PP. Otra de las incógnitas que pesan sobre La Moncloa es cuándo se conocerán los candidatos a las municipales y autonómicas en Madrid y Valencia, dos de sus plazas en peligro. Rajoy insistió en que «esas decisiones no urgen tanto como otras cosas» y negó de nuevo que fuera a adelantar las generales, previstas para noviembre de 2015, aunque algunas fuentes las sitúan a comienzos de 2016, como avanzó ABC.

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