Juan Pablo Fusi: «Preocupa la ausencia de grandes proyectos políticos nacionales»
Desde la perspectiva del historiador, siempre más alejada del ruido que la del periodista o la del político, Juan Pablo Fusi charla con ABC sobre la actual crisis económica, política y social en España
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Aunque en sus orígenes la actual crisis económica fue negada una y otra vez desde el poder político, a estas alturas ya nadie duda de que, efectivamente, España atraviesa un bache que trasciende de la coyuntura económica. En este contexto, el Aula de Cultura de ABC y la Fundación Valores y Sociedad celebran esta noche un acto titulado «Las raíces de nuestra crisis», que abre el ciclo «En esta hora grave de España». Junto al exministro Jaime Mayor Oreja, que pronunciará una conferencia, participa el historiador Juan Pablo Fusi.
–¿Qué antecedentes de la actual crisis encontramos en la Historia?
–Todo país tiene crisis ocasionales y regulares. Todas son en principio distintas, pues los contextos son radicalmente diferentes. Lo que pueden tener en común es la amplitud, gravedad y diversidad. Me refiero concretamente a dos de ellas: 1923 y la Guerra Civil. Evidentemente, la situación no tiene nada que ver con la actual, pero al menos dos de ellas son muy importantes para España. De todos modos, es importante precisar que el tiempo del historiador no es el tiempo del periodismo ni el de la política, y por lo tanto siempre cualquier comentario de actualidad es efímero. No podemos hacer juicios definitivos sobre lo que está pasando.
–¿Qué hemos hecho mal o qué no hemos hecho para que en cuarenta años hayamos pasado del consenso de la Transición a una crisis como la actual?
–Yo sólo puedo responder a eso con la metáfora de una partitura musical. La partitura puede ser muy buena, espléndida, pero otra cosa es que fallen los intérpretes: el director, el violín, gente que no sepa apreciar la música e incluso personas que quieran romper la partitura. Los fundamentos de la democracia española son sólidos, profundos y tienen una vocación duradera y permanente. Por tanto, no es una cuestión de las instituciones, de los textos constitucionales españoles, de las leyes electorales o del estado autonómico, sino del ejercicio de la política, de la gestión que se ha ido haciendo. Lentamente, aceleradamente desde 2004-2005, se ha ido creando un contexto que ha ido derivando en crisis. Pero volviendo a la prudencia anterior, habrá que esperar a ver como acaban los acontecimientos.
–¿Cómo definiría usted la actual crisis, que comenzó siendo económica pero que ha acabado derivando en social y política?
–Le diría dos cosas, que a mí son las que me preocupan más, aunque tampoco tengo una evidencia empírica incontrovertible al respecto: la debilidad del Estado y la ausencia de grandes proyectos políticos nacionales. Una profunda desilusión personal y generacional porque 1978 -por fijar el año en que se aprobó la Constitución- fue un excelente momento histórico, y un cambio que se hizo con una conciencia excepcional del nuevo comienzo para España. Hay distintas razones: crisis acumulativas, cuestiones de orden inmediato como la crisis económica y la falta de respuesta a ella, el desafío de los nacionalismos al orden constitucional… En definitiva, la debilidad del estado y la falta de grandes proyectos nacionales desde la política. Los gobiernos han hecho una política de gestión inmediata, aunque eso tampoco tiene por qué ser necesariamente malo.
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