Bruselas, Berlín... La «gran coalición» que rechaza el PSOE funciona en Europa
La pérdida de votos del bipartidismo obligará a formar acuerdos de gobierno. El PP no descarta apoyarse en los socialistas

El retroceso de PP y PSOE en las encuestas dará paso, con casi toda seguridad, a un escenario electoral que requerirá pactos para gobernar. Con el fin del bipartidismo puede llegar la primera «gran coalición». La suma de votos de los dos principales partidos apenas supera el 50 por ciento, Podemos ya es el tercer partido con más apoyo , muy cerca del PSOE, y la primera fuerza en intención directa de voto. Y Pablo Iglesias pretende seguir creciendo para dinamitar la actual correlación de fuerzas.
Ante esta propuesta rupturista, voces del PP ya han mostrado su voluntad a un amplio acuerdo de gobierno con el PSOE, siguiendo el ejemplo de otros países europeos, para neutralizar la entrada de Podemos en las instituciones. Fue la secretaria general «popular», María Dolores de Cospedal, quien abrió el debate: «Si no hubiera mayoría, los partidos con posibilidad o que son alternativa de gobierno tenemos que ponernos de acuerdo en los temas de Estado, sin ninguna duda».
Pedro Sánchez, líder del PSOE, no está por la labor de «garantizar la gobernabilidad del país», como sugirió Cospedal. « Gran coalición no habrá, lo que habrá serán pactos en beneficio de los ciudadanos », dijo. Lo mismo hizo desde Andalucía Susana Díaz. La presidenta de la Junta, una de las voces más autorizadas en el PSOE, dijo sentirse tan lejos del PP como de Podemos . Porque esa es la novedad respecto a la última vez que se planteó una posible «gran coalición». Ahora el PSOE podría pactar con Pablo Iglesias y otras fuerzas minoritarias para desalojar al PP del poder.
Resurge así un debate que ya se planteó en plena campaña de la elecciones europeas. Entonces fue el expresidente Felipe González quien lo planteó, por si el país lo «necesitaba». La reación de Rubalcaba fue negativa, igual que Sánchez y Díaz hacen ahora. Pero la «gran coalición», que une a los representantes más significativos de la derecha y de la izquierda, es una fórmula que se aplica con éxito en varios países europeos. Para empezar, la constitución de las instituciones comunitarias fue posible gracias a un amplio acuerdo entre las familias conservadoras y socialistas de Europa. El candidato socialdemócrata a los comicios, Martin Schulz, dio su apoyo a quien fue su rival, Jean-Claude Juncker, para presidir la Comisión Europea.
Schulz puso como condición que las políticas comunitarias tengan en cuenta los temas relacionados con la justicia social o estímulos para el crecimiento y el empleo. También jugar en Bruselas un papel similar al del vicecanciller Sigmar Gabriel en la «gran coalición» de Alemania. Merkel gobierna desde 2005 gracias al apoyo de otros grupos parlamentarios. Los socialistas apoyaron a la canciller en su primer etapa al frente del Ejecutivo y lo volvieron a hacer en 2013, en la tercera victoria electoral de Merkel. Este tipo de acuerdos ayudan a garantizar la estabilidad del Ejecutivo en unos años donde los partidos gobernantes han sufrido severas derrotas electorales a causa de la crisis.
Las «grandes coaliciones» pueden ser una «gran oportunidad», como dijo Merkel la primera vez que pactó con los socialistas. Pero también despejan el camino a los partidos rupturistas. Podemos, en España, viene a repetir el patrón de otros países. En Italia es Beppe Grillo quien obliga a los partidos tradicionales a buscar frágiles acuerdos de gobierno. Mario Monti, tras la salida de Silvio Berlusconi, consiguió una alianza para gobernar. Una alianza tan débil que acabó rompiéndose. Más tarde fue el socialista Enrico Letta quien se puso al frente del Ejecutivo italiano, apoyado por Berlusconi y Monti, hasta que un miembro de su partido lo descabalgó. Ahora es el también socialista Matteo Renzi quien ensaya otro Gobierno de concentración con el centro-derecha.
En Grecia, conservadores y socialistas unieron fuerzas para neutralizar al izquierdista Alexis Tsipras. En Holanda, la oposición radical al multipartidismo coaligado viene por la extrema derecha. Liberales y socialdemócratas gobiernan juntos frente al populista y antimusulmán Geert Wilders. En Austria ocurre algo similar. Desde la segunda mitad del siglo pasado populares y socialistas han ido de la mano en los sucesivos gobiernos. En Bélgica, una coalición entre socialistas, democristianos y liberales puso fin a 540 días sin gobierno. Un acuerdo transversal que dejó fuera a partidos independentistas y xenófobos. Es posible que en los próximos comicios esta «gran coalición» no tenga peso suficiente para formar gobierno.