La larga cena de los dos socialismos
La última cita del socialismo español solo sirvió para constatar que a la reforma constitucional es mejor no ponerle nombre. Ni hoy en Zaragoza
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Ayer domingo hubo Consejo Federal del PSOE porque Susana Díaz lo quiso. En Zaragoza, la presidenta andaluza buscaba aclarar lo que su partido quiere y lo que no. Sabe que es harto difícil con Miquel Iceta en Cataluña. Él es uno de los invitados a la cena, tensa cena informal, a la que el secretario general Pedro Sánchez convida en Ferraz el pasado martes. Pero el verso suelto catalán no acude. Está articulando una oferta de apoyo condicionado al soberanismo de Mas que, según explica a sus compañeros, «destense la cuerda y permita al «president» trabajar en otra cosa que no sea el referéndum». Díaz, inspiradora del encuentro, y el anfitrión lo entienden. Pero a la mesa no faltarán los demás. «Tantas personas -explica un socialista presente- como casi sensibilidades hay en el partido respecto a la reforma constitucional». Además de Sánchez y la dirigente andaluza, al picoteo acude la otra «pata» del escuálido poder territorial socialista, el asturiano Javier Fernández. Junto a ellos, el círculo de poder del secretario general, entre ellos César Luena y Antonio Hernando. Y los demás barones, postulantes a presidentes autonómicos. Destaca Tomás Gómez, al que todos miran con expectación, no en vano tiene a su «hermano político» y sucesor en Parla, José María Fraile, imputado en la operación Púnica, y con el juez Eloy Velasco pisando los talones del socialismo madrileño por un contrato de 54 millones que el Ayuntamiento firmó con la empresa Cofely.
Pero la convocatoria no se ha hecho para hablar de corrupción . O también. El principal orden del día es qué hacer con España. El diagnóstico al que llegan la mayor parte de los invitados es muy negativo: el ascenso peligroso de Podemos acecha al PSOE, el descrédito político es imparable y sobre todo el desafío de Artur Mas preocupa y mucho en la mesa. El nuevo líder, según fuentes de Ferraz, escucha muchos pareces y casi todos coincidentes en que los socialistas no deben «exponerse a cerrar una propuesta de reforma constitucional que finalmente se les vuelva en contra al negar cualquier puerta a la negociación con el PP». Lo cierto es que en el encuentro se repite una palabra: prudencia. La estrategia acordada pasa, según un miembro de la dirección, por «no entrar en el juego de Rajoy, que basa toda su respuesta en exigir al PSOE que concrete su propuesta de reforma federal. Pues va a tener que esperar porque quien gobierna en España es él y en Cataluña, Artur Mas. Nosotros estamos en la oposición y solo queremos evitar el choque de trenes al que estamos abocados».
La madre del cordero, coinciden Sánchez y Díaz, está en cómo reconocer la singularidad de Cataluña. Pero cada uno aporta sus propios grises. La dirigente de la mayor federación socialista de España traza sus particulares líneas rojas: ni se puede defender un Estado asimétrico en el que Cataluña tenga un cupo fiscal similar al de País Vasco y Navarra, ni se debe conceder que esa región de España es «una nación». Sin embargo, el jefe de Ferraz matizó ese discurso que rechaza la singularidad nacional hace unos días en Barcelona con Iceta a su lado: «Yo no me cierro y estoy dispuesto a hablar de todas las cuestiones».
Viejas heridas socialistas
El debate sobre este espinoso extremo abre heridas en la cena. La vieja confrontación de un socialismo que sigue, según el interlocutor de ABC , basculando «entre las dos almas, una socialista e igualitaria y otra sensible al nacionalismo. Como la del PSC». Todos asumen que hasta el documento que se aprobó en Granada en 2013 sigue sin representar a todos. Entonces, y bajo la batuta de Alfredo Pérez Rubalcaba, el PSOE selló un acuerdo para dar un giro federalista que respondiera al desafío soberanista catalán. Aunque los socialistas catalanes dijeron estar conformes con el documento, solo lo admitieron «como punto de partida para seguir defendiendo el derecho a decidir». Precisamente el concepto que Susana Díaz rechaza y, teóricamente, también Sánchez.
La cita en Zaragoza, apuntan las mismas fuentes, no permitirá que Ferraz «se ate a ninguna propuesta inamovible de la que se arrepienta». Solo se llegará a defender la necesidad de un cambio constitucional, una nueva financiación autonómica y el blindaje de algunas competencias, entre otros aspectos. Lo demás tendrá que esperar hasta que escampe en Cataluña. O por lo menos así se acordó en la cena, larga cena de más de tres horas.
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