España
Rodolfo Martín Villa: «No estoy dispuesto a ser un amnistiado»
No va a dejar pasar el envite de la juez argentina que le atribuye los sucesos de marzo de 1976 en Vitoria: «Quiero declarar», dice a ABC
A comienzos de marzo de 1976 España vive entre dos orillas. Han pasado escasos cuatro meses desde la muerte de Francisco Franco y aún quedan ocho para la aprobación en las Cortes de la ley para la Reforma Política. El Rey capitanea un tránsito político con la habilidad de un trapecista que trabaja sin red. El día 3, en Vitoria, una huelga deriva en graves altercados que provocan la muerte de cinco personas. En ese tiempo, el ministro de la Gobernación –y vicepresidente de Asuntos Políticos– es Manuel Fraga, pero casualmente se encuentra de viaje oficial en Alemania. El titular en funciones es el ministro secretario general del Movimiento, Adolfo Suárez. A posteriori, el presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro, convoca a tres de sus ministros para abordar lo sucedido. Son Suárez, Alfonso Osorio, ministro de la Presidencia y Rodolfo Martín Villa, ministro de Relaciones Sindicales. Los tres se oponen a la declaración del estado de excepción, como sí sugería Arias. Unos días después, Fraga pregunta a Martín Villa si quiere acompañarle a Vitoria a visitar a los heridos. El ministro de Relaciones Sindicales accede y ambos se presentan en el hospital. «¿Que venís, a rematarlos?», espeta un familiar a Fraga.
A Martín Villa los sucesos le afectan tangecialmente, pues carece de competencia alguna sobre las fuerzas de seguridad del Estado. Su función en ese momento consiste en reunirse con empresarios y trabajadores de las fábricas afectadas por la huelga. Y, efectivamente, se alcanza un acuerdo laboral.
Sin embargo, casi cuarenta años después, la juez argentinaMaría Servini le ha imputado «como responsable de la represión de trabajadores en Vitoria el 3 de marzo de 1976» y ha ordenado su detención para tomarle «declaración indagatoria». No es la primera vez que esta magistrada argentina ordena la extradición de personas vinculadas con hechos del franquismo, aunque siempre se ha topado con un muro, la Ley de Amnistía de 1977. Así sucedió cuando solicitó la detención de «Billy el niño» y el capitán Muñecas.
«No me voy a esconder»
Lo novedoso de esta situación es que Rodolfo Martín Villa no solo no va a tratar de burlar a la justicia argentina, sino que tiene una firme intención de prestar declaración. «No me voy a esconder, voy a ir hasta el final», dice a ABC antes de relatar las distintas posibilidades que va a ofrecer a la juez en un escrito que presentará próximamente en su juzgado: por escrito, por videoconferencia, ante un juez español o ante la misma juez Servini si ella está dispuesta a venir a España en el marco de una comisión rogatoria. Incluso se plantea la posibilidad de acudir a Buenos Aires, pese al consejo en contra de quienes le rodean.
La actitud de Martín Villa se sustenta en su seguridad de que no pudo tener responsabilidad alguna en aquellos trágicos sucesos y en una triple convicción: no quiere que la aplicación de la ley de Amnistía, la probable prescripción de los supuestos delitos o el eventual rechazo del Gobierno y de la Audiencia Nacional a la petición de extradición se puedan interpretar como una presunción de culpabilidad. Por eso quiere declarar a toda costa: «no admitiré que se me aplique la ley de Amnistía, no admitiré ser un amnistiado. No es que no haya tenido la responsabilidad que se me imputa, es que no la pude tener», asegura. El problema es que ni Martín Villa ni ninguno de los imputados por la juez Servini ha recibido notificación oficial alguna. Ni de la juez ni de la Policía ni siquiera del Gobierno. Es más, cuando este mismo año la juez estuvo en España recabando información sobe las denuncias existentes en relación con el franquismo no se dirigió a ninguna de las personas que hoy ha decidido imputar y ha ordenado detener: ni a Osorio ni a Utrera Molina ni a Fernando Suárez...
El 26 de noviembre de 2013, Martín Villa ingresó como académico de número en la Real Academia de las Ciencias Morales y Políticas . En su discurso de recepción, que abordó distintos momentos de la Transición Española , dedicó tiempo a la ley de Amnistía y «la reconciliación entre españoles». En él, Martín Villa recordó las palabras pronunciadas por el representante del PNV en la negociación de aquella ley: «Con esta amnistía se hubiera perdonado y olvidado a los que mataron al presidente Companys y al presidente Carrero; a García Lorca y a Muñoz Seca; al ministro de la Gobernación Salazar-Alonso y al ministro de la Gobernación Zugazagoitia; a las víctimas de Paracuellos y a las víctimas de Badajoz; al general Fanjul y al general Pita, a todos los que cometieron crímenes y barbaridades en ambos bandos».
El auto dictado por Servini imputando a una veintena de exministros y altos cargos de los últimos gobiernos de Franco y el primero de la Monarquía consta de 222 páginas. En ellas aparece como base la combinación de dos argumentos de fondo: la ley de Memoria Históricapromulgada por Zapatero y la interpretación que Baltasar Garzónhace de la justicia universal.
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