Una niña francesa secuestrada por ETA: «Entendí rápido que eran malos»

Juicio contra un comando acusado de robar en la empresa Sociedad de Importación y Distribución de Armas y Municiones de Vauvert

EFE

Una niña francesa que fue secuestrada cuando tenía siete años junto a su madre y a su hermana pequeña por un comando etarra, el 23 de octubre de 2006, contó a la policía que rápidamente entendió que «eran malos».

Los integrantes de ese comando han comparecido este viernes ante el Tribunal de lo Criminal de París acusados de ese secuestro, cometido para robar en la empresa Sociedad de Importación y Distribución de Armas y Municiones (Sidam) de Vauvert (sureste de Francia), propiedad del padre de la niña, Emmanuel Manson.

De acuerdo con el testimonio leído ante el Tribunal de lo Criminal de París que dio la niña poco después del secuestro, los etarras que irrumpieron en su casa, disfrazados uno de gendarme y otro de secretario judicial, golpearon a su madre que llevaba en brazos a su hermana, entonces un bebé de siete meses.

«Entendí que eran malos», dijo a los investigadores la niña Emma Manson, que precisó cómo los agresores la ataron con cinta aislante y le amordazaron la boca, además de ponerle unas gafas con cristales opacos para que no viera nada y no pudiera reconocerlos.

El padre, presidente de la empresa de armas de Vauvert, ha señalado al tribunal que Emma ha tenido que recibir tratamiento psicológico durante años. Emmanuel Manson, que estaba de viaje de negocios en Alemania cuando se produjo el robo, ha añadido que, cuando pudo reunirse de nuevo con sus hijas y su mujer, al día siguiente, las encontró «muy traumatizadas» y aún hoy «están todavía en reconstrucción».

El comando etarra, que se llevó en total 404 pistolas y revólveres y casi 60.000 municiones, actuó un lunes por la tarde, después de que el viernes anterior Sidam hubiera recibido una entrega de armas Smith and Wesson que había servido para reconstituir sus reservas en un 80 por ciento, según el anterior responsable, Alain Manson, padre del actual.

El comando mantuvo como rehenes a la madre -que compareció ayer ante el tribunal- y a las dos niñas, y luego secuestró a la abuela, Marie Claude Manson, que fue quien le permitió introducirse en la empresa y abrir las cámaras protegidas donde estaban almacenadas las armas y municiones.

Los siete etarras que se sientan en el banquillo han permanecido en silencio y no han tenido ningún gesto en dirección de la familia Manson.

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