Afiliados denuncian que UPyD es hoy un partido «poco amable y sin democracia interna»
Un centenar de militantes de la formación magenta apoya la iniciativa de que se convoque un Consejo Político extraordinario
Un centenar de militantes de UPyD apoya la iniciativa de que se convoque un Consejo Político extraordinario ante la «deriva» de una fuerza que nació como algo revolucionario y que se ha convertido en «una más de la casta» y en un partido «poco amable, controlador y con poca democracia interna».
Es lo que piensa Enrique Calvet, número cinco de la lista de UPyD al Parlamento Europeo, en una entrevista en la que asegura que este movimiento de afiliados sólo quiere que el proyecto que crearon con tanta ilusión no acabe en la nada, devorado por un mensaje que ha quedado «descafeinado» y sin capacidad de enganchar.
Y antes de que UPyD quede en la «irrelevancia política» que pronostica, Calvet quiere que se celebre un Consejo Político extraordinario, a más tardar en enero, para sentar las bases de un proceso de «regeneración» que permita a este partido recuperar votos y militantes, ya que, según él, el «desencanto» es de tal magnitud que lo han abandonado el doble de afiliados de los que aún siguen.
Para que no quede ninguna duda, Calvet deja claro que él está totalmente al margen de la polémica que mantuvieron este verano la dirección del partido y el portavoz europarlamentario de UPyD, Francisco Sosa Wagner porque, entre otras consideraciones, no comparte su idea de pactar con Ciutadans, y eso que llegó a ser presidente del Consejo General del partido de Albert Rivera.
Calvet, que pertenece al Comité Económico y Social Europeo, un órgano auxiliar de la UE, sí está de acuerdo con Sosa Wagner en que las elecciones europeas pusieron de relieve que UPyD «fracasó», pese a haber ganado tres escaños más. Fue «incapaz« —subraya— de generar entusiasmo entre los tres millones de votantes que optaron por la abstención. «En términos absolutos vamos para atrás», un retroceso que atribuye a esa «cultura del recelo y de la paranoia» que se ha instalado en UPyD y que termina «expulsando» a la gente.
De hecho, subraya, la formación magenta es la única en la que todas sus organizaciones territoriales han tenido que ser dirigidas por una gestora en algún momento y eso es debido a los intentos de «manipulación interna». Maniobras de las que culpa al «núcleo duro» de la dirección si bien asegura que no tiene nada personal contra Rosa Díez, a quien le une haber compartido una larga trayectoria en el PSOE y, además, le reconoce el mérito de haber hecho «un milagro» con UPyD.
La «camarilla», como denomina al circulo más estrecho de Díez,ha incurrido en fallos estratégicos muy graves, afirma, y sobre todo se ha equivocado en su política de comunicación al entenderla como un instrumento de «control». Otro error que reprocha a la «camarilla», pero sobre todo a Rosa Díez es que esté «diluyendo» el mensaje original del partido y, por ejemplo, le echa en cara que presentara hace unos meses un libro del portavoz de ERC en el Congreso, Alfred Bosch, y su posición ante el bilingüismo en Cataluña. «Erradicar la inmersión lingüística es uno de nuestros principios irrenunciables», recuerda y si por él hubiera sido ya lo habría denunciado ante el Tribunal Constitucional y la Unesco.
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