elecciones municipales
Primera semana de campaña sin pena ni gloria
Los esfuerzos de los partidos por presentar sus propuestas tropiezan con la abulia de un electorado en gran parte indeciso y ajeno a las elecciones
![Primera semana de campaña sin pena ni gloria](https://s1.abcstatics.com/Media/201505/15/debate--644x362.jpg)
La campaña electoral para los comicios del próximo 24 de mayo ha consumido ya su primera semana sin sacudirse la sensación de modorra con la que arrancó a pesar de los esfuerzos de los candidatos por hacer que remontara el vuelo. Ahora, la campaña electoral del 24-M encara su último fin de semana con la sensación de que los votantes aún no se han enganchado a una cita con las urnas tan decisiva como anodina.
Hasta el momento, la campaña electoral no ha deparado ningún momento memorable para las hemerotecas, antes al contrario, ha discurrido por unos caminos previsibles lejos del apasionamiento o, al menos del entusiasmo colectivo, que deparaban otras citas municipales. De hecho, los propios candidatos huyen de mítines y encuentros espontáneos con los ciudadanos en su afán por disminuir los riesgos de que esas convocatorias acaben por volvérseles en contra. Más que nunca, la campaña electoral parece una puesta en escena, más modesta que en ocasiones precedentes, para ganar presencia mediática.
A este arranque en frío de la campaña electoral contribuyó en gran medida un acontecimiento imprevisto que rompió la dinámica justo en el momento de echar a andar. El accidente del Airbus 400M a primera hora de la tarde del sábado apagó la voz de los candidatos durante el primer fin de semana de campaña después que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, acordara con el secretario general de los socialistas, Pedro Sánchez, suspender todos los actos políticos en las 36 horas siguientes al terrible suceso del avión siniestrado. El foco informativo viró radicalmente aquel fin de semana y la atención de una población sobrecogida por la tragedia, las peripecias del rescate de los heridos y las biografía de los tripulantes fallecidos.
Así que la campaña electoral empezó en realidad el lunes con el primer debate cara a cara entre los dos únicos candidatos con posibilidades de sentarse en el sillón de la Alcaldía: Juan Ignacio Zoido por el PP y Juan Espadas por el PSOE. En cierta medida, esa discusión en Radio Sevilla ha dado la medida de la campaña electoral: una discusión elegante y cortés en la que no hubo sitio para chispazos de ningún tipo. Y ahí sigue: Zoido desplegando más actividad que propuestas con encuentros sectoriales compartiendo espacio con muchos protagonistas de sus propias políticas desplegadas estos cuatro años; Espadas echando mano de ideas ya conocidas que ha venido desgranando en los últimos tiempos en su labor de oposición municipal; Millán sin salirse del guión de generalidades para no tener que descender a territorios en los que aún se siente inseguro; y el resto de candidatos haciéndose ver lo justo.
Es una campaña atípica. Hasta ahora, en cuanto se convocaban los comicios locales, la atención política se centraba en cada municipio con las ofertas electorales de cada partido para arañar votos. Pero esta vez es distinto. Radicalmente distinto, porque por primera vez el foco político no está puesto sobre los candidatos y sus propuestas sino por otras instancias de rango administrativo superior. En este sentido, el lío de la investidura de Susana Díaz viene acaparando más titulares que la propia campaña en sí. A ello contribuye en gran medida la novedad que supone un bloqueo tan sostenido a la investidura de un candidato a presidente de la Junta de Andalucía.
No toda la responsabilidad hay que descargarla en la política andaluza. También los candidatos municipales tienen su parte de culpa en que la campaña haya agotado los primeros siete días sin pena ni gloria. Lejos de la visceralidad de enfrentamientos tan recordados como los de Monteseirín, Torrijos y Zoido de las sucesivas elecciones de 2007 y 2011, la campaña discurre apaciblemente instalada en un duermevela como si los resultados estuvieran ya decididos de antemano y, lo que es aun más sorprendente, todos los contendientes los dieran por definitivos. Hasta el momento, no hay evidencia de que los «trackings» que las empresas demoscópicas sirven a los cuarteles generales de los partidos en campaña hayan determinado ningún cambio de rumbo.
Ni siquiera se ha puesto en circulación un eslogan como el del «urbanismo bajo sospecha» con el que Monteseirín demolió piedra a piedra la coalición que había mantenido con el Partido Andalucista. Puestos a no hacerse daño en ningún caso, cada candidato mantiene su discurso de proopuestas inalterado pase lo que pase sin apenas interpelar a sus oponentes: el resultado es una sucesión de monólogos que aburren al votante.
¿Qué va a pasar en los ocho días que quedan? A no ser que se desate alguna tormenta que no se avista en lontananza, lo más probable es que siga por el camino trillado por el que viene discurriendo. Probablemente, conforme se acerque la fecha de las elecciones, se elevará el tono de la campaña y puede que los candidatos se lancen al cuerpo a cuerpo con más frenesí.
Pero todo esto son suposiciones. Lo único cierto es que parece poco probable que la campaña haya sacado de su hamletiana duda al elector indeciso, el grupo más numeroso hasta hoy.
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