Elecciones vascas 2020
Maite Pagaza: «Sumisos del nacionalismo como el Partido Socialista no ayudan a limpiar la política»
La eurodiputada afirma que el PSE «ha elegido la vía de aquellos que ponen en cuestión la Constitución del 78»
«Siento pasión por el País Vasco, por España y por Europa», proclama una Maite Pagazaurtundúa (Hernani, Guipúzcoa, 1965) convencida de que el nacionalismo terminará arrastrando a esta autonomía hacia «una situación terrible». La eurodiputada, que este domingo se ha desplazado a San Sebastián para apoyar la candidatura de PP+Cs que lidera Carlos Iturgaiz, advierte de la máscara de «falsa moderación» del lendakari, Iñigo Urkullu, a quien define como «un independentista que tiene en su ADN la ruptura traumática con la sociedad española». El problema, apunta, es que paradójicamente en el País Vasco «muchos que no son nacionalistas están votando al nacionalismo».
¿A qué se debe esta situación?
Por una parte hay cierto miedo a significarse. Yo he visto a personas ir con su voto no nacionalista en un sobre de una candidatura nacionalista que le había llegado a casa. Eso lo he visto con mis propios ojos no hace mucho tiempo. Hay gente a la que le han dicho que vote al nacionalismo por interés, por los privilegios. Pero eso es la gran mentira, porque el País Vasco se dirige hacia una catástrofe social. Los indicadores económicos son mediocres y van a menos, y eso es porque hay una visión autocomplaciente desde el poder. Vivimos en un mundo abierto, competitivo, y necesitamos estar despiertos, traer bienestar. Esa es la verdadera fuerza de las sociedades bien lideradas.
Como socio del PNV en el Gobierno vasco, ¿qué papel le atribuye al PSE en este asunto?
En el caserío tradicional del País Vasco había una figura conocida como el «morroi». Los «morrois» eran señores que trabajaban en el caserío y se quedaban hasta su muerte. Eran segundones, no formaban parte de la familia pero trabajaban allí. Eso es lo que representa el socialismo en el País Vasco. Eres pero no eres, porque el que manda es otro. Eres el segundón.
En comparecencias anteriores afirmó que votar al PSE es votar al PNV, algo que defiende también la coalición de PP+Cs. ¿Qué encaje tiene este mensaje con las negociaciones que Ciudadanos mantiene con el Gobierno de Pedro Sánchez?
Estamos en un momento de geometrías muy variables. La situación de nuestro país es tan seria y tan grave que, para no bloquearlo todo, se negocian cosas concretas, muy puntuales. Por supuesto, no es la opción preferida de los constitucionalistas, pero ahora mismo, estando en mitad de una pandemia, se puede entender que ocurra.
¿Estaban PP y Ciudadanos «condenados» a entenderse en el País Vasco para evitar la fuga de votos?
En un País Vasco que tiene tantas disfunciones, como que se vote a quienes hacían el discurso de la muerte o a los que miraban para otro lado y se aprovechaban de ello, yo creo que todos los que no hemos estado en esa estrategia tan cruel, tan terrible, necesitamos entendernos.
«Cuando me necesiten en el País Vasco, aquí estaré»
¿Le hubiera gustado formar parte de las listas de PP y Cs para las elecciones del 12 de julio?
(Ríe) La verdad es que ni lo he pensado.
Pero su nombre sonó como futurible.
Salió mi nombre, pero nadie me dijo nada. Yo en su momento tuve que irme con mi familia del País Vasco por el acoso que sufríamos. Los tres hermanos recibíamos amenazas de muerte. Mataron a Joseba, yo vivía con escolta policial, y las niñas —sus dos hijas— estaban en un ambiente que no era apropiado. Para volver a la política vasca tendría que volver aquí, y de momento eso todavía no ha ocurrido. A día de hoy, no lo contemplo. Pero tengo pasión por esta tierra, y cuando me necesiten en el País Vasco, aquí estaré.
¿Qué posibilidades tiene el centroderecha en un Parlamento constituido en su mayoría por partidos nacionalistas y de izquierdas?
La coalición de PP y Ciudadanos tiene la fuerza de la razón institucional y democrática. Del verdadero pluralismo frente a los cantos irracionales y la manipulación. Su presencia es esencial para que se termine de asimilar que hay que exigir al mundo del terrorismo un ajuste de cuentas con la sociedad española. Para defender sin complejos la idea de que los pequeños o grandes empresarios no son delincuentes, sino gente que paga lo que disfrutamos desde un punto de vista público. Para traer la sensatez y la responsabilidad.
El apoyo de PP y de UPyD fue necesario para que en 2009 el socialista Patxi López fuese investido lendakari. ¿Es imposible a día de hoy ese acercamiento de fuerzas constitucionalistas?
Fue lo más generoso que ha habido en la política española, entregaron todo su capital político para que Patxi López fuera lendakari sin pedirle nada. Cero. Pero López dilapidó esa enorme generosidad. Cambió, y fue llevando al PSE a lo que conocemos ahora. El Partido Socialista lleva muchos lastres. Ha pactado con Bildu en Irún, ha preferido ir con los nacionalistas en el Gobierno de Navarra. Hay una sensación de abandono, de que ha elegido la vía de aquellos que ponen en cuestión la Constitución del 78, la integridad del territorio español, la Monarquía y otros pilares que nos han traído el momento de mayor estabilidad socioeconómica, con sus más y sus menos.
En su intervención de esta mañana ha destacado que hay dirigentes que «manchan la política». ¿A quiénes se refiere?
A los falsos buenos, como el lendakari. O a los que siguen legitimando el discurso de la persecución y la muerte de adversarios políticos y mandan a estas hordas a atacarlos. Luego sonríen y se ponen de rodillas por el racismo en Norteamérica. Eso es manchar la política. Y los sumisos, como el PSE, no sé si manchan la política, pero no ayudan en nada a limpiarla.
Precisamente el acoso de grupos radicales ha enturbiado la campaña electoral. ¿Qué lectura hace de lo sucedido?
Hasta Europol, en el último informe presentado en el Parlamento europeo, alerta de un rebrote de la intolerancia en País Vasco y Navarra. Lo que tenemos es responsabilidad de un Gobierno que no ha querido limpiar esa subcultura de la violencia. Se permiten los enaltecimientos a terroristas, en las escuelas no se hace un trabajo serio. No se ha querido afrontar el pasado, se ha hecho de manera edulcorada, echando azúcar. Hay familias que siguen educando a sus hijos de esta manera, y los niños van a las fiestas de los pueblos y están viendo los carteles de los presos por todos lados como si fueran héroes. Por eso volvemos a tener jóvenes que no han conocido los asesinatos y que sin embargo ya están ejerciendo la violencia contra los políticos. Creen que insultar a una persona que va con una bandera de España es un acto de liberación, no de intolerancia.
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