«Hoy sería imposible ganar unas elecciones sin Facebook y Twitter»

El periodista de ABC de Sevilla Manuel Moguer Terol acaba de publicar su tesis sobre «Comunicación política en las redes sociales»

El periodista de ABC de Sevilla Manuel Moguer Terol J. M. SERRANO

JAVIER MACÍAS

El periodista de ABC de Sevilla Manuel Moguer Terol acaba de publicar su tesis sobre «Comunicación política y redes sociales» en las que analiza el uso de los perfiles en Internet de los políticos y cuál es su efecto en los usuarios.

—¿Dónde nace y cómo evoluciona eso de la comunicación política?

—No es ningún invento moderno, existe desde que se juntan dos cromañones con taparrabos para organizarse para cazar. Eso ya es comunicación política, que es la forma en la que se gestiona la información que se genera de la organización del pueblo. Eso que en las cavernas es más o menos sencillo, de tú a tú, cuando la población mundial empieza a crecer y se asienta en ciudades, la cosa se complica y hacen falta nuevos medios. En eso, la Iglesia católica es la mayor experta en comunicación política de la historia. Ahora, con Internet, lo que ha nacido es la comunicación colectiva. El discurso político no se construye ya sólo a raíz del emisor sino que se disueve la figura del emisor y receptor. Ésta es la gran novedad.

—¿Quién es el primer político que creyó en las redes sociales?

—Obama es el caso más paradigmático de la comunicación política en Internet, porque es el primero que tuvo éxito, en 2008. Tradicionalmente, en Estados Unidos existe la costumbre de que quien quiera llegar a la Casa Blanca lo primero que debe hacer es visitar el New York Times, que es el referente intelectual del país. Pues Obama no fue primero allí, sino que fue a reunirse con el CEO de Facebook y con el de Google. Eso da una idea de la importancia que le daba a Internet y a las redes sociales. Los políticos son muy snobs, quieren apropiarse de lo que consideran positivo para su imagen, aunque no lo hayan usado en su vida. Cuando llega Obama en 2008, los políticos se dan cuenta de que no había que estar sólo para arañar algunos votos, sino que ahí es donde están los votantes.

—En su tesis, usted saca como conclusión que el discurso propio de los políticos es distinto en las formas y no en el contenido en las redes sociales. ¿Cómo son esas formas?

—Las redes sociales son como una especie de barra de bar donde la conversación es informal. Eso, unido a la limitación de caracteres del mensaje que quieres transmitir, el texto suele ser más claro y sencillo, con frases más cortas. Pero el fondo son prácticamente iguales que en cualquier otro medio de comunicación. Los temas como política y economía tienen a estar sobrerrepresentados. Ahí hay un gran espacio donde mejorar, crear un discurso distinto que se acerque a esa conversación informal de Internet.

—¿Existe realmente ese feedback, es decir, es efectivo el mensaje que un usuario pueda trasladarle a un político?

—Sí, porque si escribes a un político el mensaje le llega. Igual no a él, sino a su equipo que le gestiona la cuenta porque, a día de hoy, los políticos de cierto nivel es muy raro que las lleven ellos mismos. Luego depende un poco de tu relevancia como usuario. No es lo mismo que le plantee una queja alguien que tiene 25.000 seguidores, con influencia, que alguien que tenga 150.

—¿Pierde credibilidad el hecho de que los perfiles no los gestionen ellos mismos?

—Si son honestos no. Si ellos anuncian que no son ellos los que siempre están detrás de ese perfil, la gente sabe a qué atenerse. Mariano Rajoy, por ejemplo, firma con una «M. R.» los mensajes que él mismo escribe. Ahí no hay engaño. Lo que sí resulta muy artificial y penaliza es cuando un político se empeña en hacer pasar su perfil, llevado por su equipo de comunicación, como si fuera suyo. Le pasó a Rosa Díez, que tuvo que cerrar su perfil de Twitter porque la pillaron tuiteando mientras estaba en un debate. Ella anunciaba que era ella misma la que respondía a la gente y, obviamente que no lo era.

—¿Cuáles son las reglas inviolables que debe cumplir los periodistas que les gestionan las redes sociales a los políticos?

—El mejor caso de gestión de un perfil es el de la Policía Nacional. Existen tres reglas: en primer lugar, la cercanía. Luego si no eres cercano y marcas distancia, tu mensaje no llegará en esa charla informal que son las redes sociales. En segundo lugar está la honestidad. Si tú perfil no lo gestionas tú, no pasa nada, dilo. Y sé honesto también en cuanto a tu ideología, no puedes estar jugando en todas las bandas, como metas la pata en las redes estás perdido. La tercera regla es el sentido del humor. El caso de la Policía Nacional era tan bueno porque logró acercar algo que la gente tenía como un perfil al que evitar en vez de buscar, gracias a chistes y a una forma de comunicación mucho más llana.

—¿Y un político en las redes sociales puede perder más votos de los que gana?

—Sí. En comunicación política se dice que a los debates electorales vas a no perder, en lugar de ir a ganar. A las redes vas también a no perder, en lugar de ir a ganar... de momento. No estar penaliza pero estar para meter la pata penaliza aún más. Tú puedes hacer una gestión fantástica pero, cualquier fallo, invalida todo lo que hayas hecho.

—Dice que no estar penaliza. ¿Cree que hoy en día se podrían ganar unas elecciones sin hacer uso de las redes sociales?

—Ya no, sería prácticamente imposible. Los jóvenes menores de 30 años en España, en un 80 por ciento están en las redes sociales. Nueve de cada diez de estos jóvenes están en Facebook y ocho de cada diez, en Twitter. Si no estás en ese espacio, ¿de qué forma le vas a comunicar a la gente joven que te vote? Partidos pequeños como Pacma, sin apenas recursos, basan el grueso de su comunicación en las redes sociales, en el activo que suponen sus simpatizantes redistribuyendo sus mensajes. Eso es gratis.

—¿El número de seguidores de los políticos está directamente relacionado con el número de seguidores reales que le votan?

—Sí tiene relación en que los más votados suelen tener más seguidores, pero no creo que tenga relación en cuanto a que se pueda hacer un ránking que se corresponda con los votos que reciben. Entre otras cosas, es conocido que en Twitter se pueden comprar followers. Tener 15 millones de seguidores no te garantiza tener 15 millones de votos. Sí te garantiza relevancia y un altavoz más grande.

—Partidos emergentes como Podemos y Ciudadanos han nacido y crecido al amparo de las redes sociales. ¿Crees que PP y PSOE han sabido adaptarse a la nueva realidad?

—Sí, pero lo han hecho tarde. Podemos y Ciudadanos tienen una gestión de las redes sociales envidiable, probablemente más el primero. Tienen grandísimos profesionales que se crían en movimientos sociales en los que no existe un centro de poder que se comunique qué se comunica y qué no. Esa experiencia la han estado aplicando a la gestión de la comunicación el partido. Es verdad que estos dos partidos son capaces de colocarte un hashtag como trending topic nacional cuando quieren. PP y PSOE también son capaces de hacerlo ahora, pero se han subido al carro más tarde. Estaban acostumbrados a otra dinámica. Son partidos más grandes en los que cambiar de dirección supone un gran esfuerzo.

—Y eso va muy relacionado con el tipo de votante a nivel generacional...

—La comunicación política no deja de ser una cuestión de público objetivo. Tú tienes que saber a quién le estás vendiendo tu producto. Si tu público objetivo está en las redes sociales, tienes que estar ahí. Pero si no, está bien que estés porque te atribuye valores positivos a tu marca pero a lo mejor no tienes que hacer un esfuerzo tan excesivo. A lo mejor dentr de 20 años sí será decisivo.

—Las redes sociales también tienen sus peligros, como que son un altavoz para el extremismo yihadista. Y esto, a su vez, puede general un control gubernamental...

—En la Primavera Árabe, la revolución se transmitió a través de las redes sociales. Por mucho que cortaran Internet, siempre encontraban soluciones para conectarse. Eso hizo que se extendiera tan rápidamente. En el caso del yihadismo, hay estudios fantásticos del Instituto Elcano sobre cómo los grupos terroristas utilizan las redes sociales para distribuir información. Son células descentralizadas que se comunican por Internet. Tienen tanta relevancia que es portada en todos los medios cada vez que el ISIS lanzan un vídeo, que están producidos increíblemente. De ahí la necesidad o preocupación de los gobiernos en tener una vigilancia de las redes sociales. Venezuela, por ejemplo, ha creado el Viceministerio de las Redes Sociales. De momento es un espacio es libre y esperemos que siga siéndolo.

—En otro orden de cosas, ¿cree que las redes sociales están sustituyendo a los medios tradicionales?

—No, de ninguna manera. Los medios de comunicación tradicionales son y serán siempre un medio útil y necesario, que no se pueden sustituir por las redes sociales. En la vida esa conversación de barra de bar que se produce en Twitter o Facebook va a ser lo mismo que un discurso analizado y profesionalizado de un medio de comunicación referente. Al final tú en Internet tienes la rapidez de cualquier análisis pero no tienes la referencia. Una cabecera, su marca, ofrece informaciones contrastadas hechas por profesionales, y eso es una garantía de calidad. Las redes sí son una manera fantástica de servir de altavoz a estas informaciones, de abrir debate y de aportar ideas. Pero jamás sustituirán a los medios.

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