PSOE

El PSOE recupera su feudo tradicional pero la fuerza de Díaz no es determinante

Pírrica victoria de los socialistas andaluces, que tampoco atenúan su caída en su comunidad fetiche

Díaz, en la sede del PSOE andaluz J. FLORES

F. DEL VALLE

«Me encanta ganar elecciones». Lo soltó Susana Díaz en los primeros albores de la campaña electoral, eludiendo cuanto pudo que el candidato a La Moncloa era Pedro Sánchez . Pues lo ha hecho. Ha ganado. La federación andaluza del PSOE ha dado la vuelta a aquella «anomalía histórica» que sucedió hace cuatro años en su tradicional granero y volvió a proclamarse vencedora en las elecciones generales en la comunidad.

Pero por no tanto como se esperaba. Si alguien confiaba en el «efecto Susana» como el bálsamo contra todos los males de su partido, ayer pareció demostrarse que el medicamento puede tener bastantes menos propiedades de las que muchos auguraban . El bipartidismo aguanta en Andalucía mejor que en otras comunidades y vuelve a vencer el PSOE, pero sus resultados no son los que hubieran esperado para sacar pecho a nivel federal.

No fue por tanto una victoria en absoluto dulce para la dirigente sevillana. Acabó por firmar los peores resultados históricos del PSOE en la comunidad, se dejó en la gatera tres diputados de los ya de por sí catastróficos 25 con los que partía, perdió más de 200.000 votos con respecto a 2011 y ni siquiera repitió la holgada victoria frente al Partido Popular que le sirvió para ser investida —con el apoyo de Ciudadanos— presidenta andaluza tras las autonómicas de marzo. Al cierre de esta edición, con el 99,40 por ciento de los votos escrutados, el PSOE obtenía 22 parlamentarios frente a los 21 de los populares. Sólo algo más de 100.000 votos separaban a ambas formaciones. Un empate técnico que justificaba las caras largas con las que salieron algunos dirigentes de la sede sevillana de San Vicente.

El Partido Popular , —y dentro del descalabro que los resultados obtenidos ayer suponen con respecto a su histórica victoria de 2011— aguantó en Andalucía mejor de lo que podría esperarse. No eran muchos los que soñaban con acercarse al PSOE después de la continuada pérdida de apoyos que la formación de Mariano Rajoy inició en las europeas del año pasado y acabó por confirmar en autonómicas y municipales.

Pero lo hicieron. Los populares, incluso, volvieron a vencer en tres provincias, sus tradicionales feudos de Almería y Málaga, y se disputaron hasta el final la victoria en Granada. De nuevo, cimentaron sus resultados, con los que Juanma Moreno salva los muebles , en su poderío en las capitales. No en vano en cuatro provincias los cabezas de lista eran los alcaldes desalojados tras los pactos de izquierda de mayo. Hasta Teófila Martínez logró imponerse en Cádiz al ganar por poco a la lista de Podemos. Tampoco el «efecto Kichi» parece ser cosa fulgurante.

Los emergentes

Tanto Podemos como Ciudadanos mejoraron sus resultados con respecto a su abrupta irrupción en el Parlamento andaluz. Pero también se demostró que Andalucía no es el terreno más propicio para dar por muerto al bipartidismo . Sus mordiscos a PSOE y PP no se equipararon a los que sí les dieron en otras comunidades. Andres Bódalo, el candidato jiennense que había sido condenado por agresión, no consiguió su escaño, en la única provincia donde Podemos no consiguió diputado.

El peor varapalo, con todo, se lo llevó IU , que no obtuvo representación por Andalucía. Ni siquiera Málaga, provincia de origen de Alberto Garzón, le fue propicia.

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