Sánchez enmienda su estrategia y forzará acuerdos rápidos para intentar gobernar antes de final de año
Plantea una envolvente para lograr el apoyo de Podemos, Ciudadanos y PP
El plan «contra el bloqueo» presentado ayer por el PSOE es una enmienda a la actuación de Pedro Sánchez , tanto en los últimos meses como en lo sucedido en 2016. Tras las elecciones del pasado 28 de abril, y siendo el único candidato que podía armar una alternativa, Sánchez esperó un mes a que pasasen las elecciones municipales y autonómicas. Y después pasó más de un mes desde que recibió el encargo del Rey hasta que se sometió a la investidura. Y luego evitó poner encima de la mesa nuevas propuestas.
El PSOE presentó ayer su plan de acción tras el 10-N en el que Sánchez se compromete a, en caso de ganar las elecciones, presentar una oferta a cada fuerza política «en el plazo de 48 horas» para lograr «un gobierno progresista, unido y coherente en los grandes temas nacionales y que no dependa de los votos independentistas». Es decir, su objetivo vuelve a ser pedir el apoyo de Podemos, PP y Ciudadanos para gobernar en solitario . Distinta estrategia pero mismo objetivo.
Pedro Sánchez trabaja en una envolvente. Mientras se dedica en los mítines a cargar contra el resto luego les pide apoyo. Copiando el compromiso planteado por Albert Rivera de formar un Gobierno con Pablo Casado en el plazo de un mes, Sánchez plantea que tras la constitución de las Cortes el 3 de diciembre «será posible convocar un pleno de investidura en la segunda quincena de diciembre» para que el Gobierno esté a pleno rendimiento antes de fin de año. Sánchez intentará utilizar también el parón económico a su favor. Propone aprobar el techo de gasto antes del 15 de enero y presentar los Presupuestos en el primer trimestre.
A los de Pablo Iglesias intenta atraerlos bajo el paraguas de un Ejecutivo en torno a las prioridades «prioridades sociales, económicas y medioambientales que unen a los partidos progresistas». Y por el otro flanco PP y Cs son el objetivo con una propuesta de pactos de Estado. Pablo Casado ya ofreció más de una decena de ellos a Sánchez si la legislatura se ponía en marcha. Pero el líder del PSOE pretende que le sirvan de salvoconducto para lograr la investidura. Entre estos pactos destaca el de defensa «de la Constitución y de la integridad territorial para asegurar una respuesta unitaria frente a cualquier tentativa unilateral de ruptura del orden constitucional ». También se plantea un acuerdo para «un nuevo Pacto de Toledo» que garantice «su blindaje» en la Constitución y actualizándose conforme al IPC. Y un acuerdo de financiación autonómica y local.
Un elemento relevante es el pacto contra el bloqueo. Aunque se trata de una reforma constitucional que solo entraría en vigor para el futuro, Sánchez plantea un cambio legal que garantice la investidura del presidente tras las elecciones. La reforma tendría dos pasos, siguiendo el modelo vigente en País Vasco o Asturias. En primer lugar se contemplaría que gobierne «el candidato con más apoyos parlamentarios». Y de no lograrse esos apoyos, y solo en ese caso, «sería investido el candidato de la fuerza más votada». Desde el PSOE se aclaró después que se refieren al candidato con más votos en la investidura, no a la fuerza más votada en las urnas.
De esos pactos de Estado, para los que necesitará como mínimo la participación del PP, no se dice nada en los mítines en los que se busca movilizar el voto propio, algo confuso con los acontecimientos de este verano y que parece pedir mirar en exclusiva a la izquierda. Sánchez quiere convertir la campaña electoral en otro plebiscito. Si en abril era «avanzar o retroceder», ahora es «o bloqueo o avance», ha dicho hoy. En el bloqueo hay «una sopa de siglas a izquierda y derecha» y en el avance solo estaría el PSOE. La única diferencia con el mes de abril es que Sánchez coloca también a Iglesias en el bando de sus adversarios .
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