LA OTRA FOTO DEL DÍA

Rita y el 600 del embeleso

Son chavalería de mirar mucho al futuro de probable paraíso, aunque el futuro pase un rato por Caracas

La concejal de Ahora Madrid ante un coche electoral de Podemos en Irún EFE

ÁNGEL ANTONIO HERRERA

El seiscientos lleva unos megáfonos de orejera , muy despiertos ambos, casi más para oír que para hablar, y Rita Maestre lleva la cara de casi embeleso que transfigura a las niñas, si les haces un regalo a traición. El seiscientos y Rita coincidieron en Irún, mientras un show de Podemos, y Rita casi contempla el seiscientos como quien calcula un novio, un deleite, un asteroide.

Algo de asteroide sí tiene el seiscientos, la verdad, de asteroide utilitario y de barrio de los años sesenta que se pagaba en incómodos plazos inacabables, hasta cumplir unas cuatrocientas pesetas, peseta arriba, peseta abajo, que es el precio por el que andaba nuestro trasto inolvidable, en aquellas épocas.

A la antigualla le han dado un spray color Podemos, y ha quedado una monada de bicho que no nos extraña que le dé subidón a Rita , que casi amaga el gesto de la pija de teleserie cuando le pone el pretendiente un Ferrari a los pies. A mí me gusta este gesto de Rita, que es de la generación de la bici eléctrica, pero se emociona al ver un auto que es el que el español duro de hace décadas empleaba para irse un rato a la playa, en verano, metiendo dentro la chiquillería completa, más la sombrilla, la suegra y la nevera.

Luego dicen que estos chicos de Podemos son sólo unos rebeldones y no tienen corazón nada más que para gestionar el stop a los desahucios. Pues mire usted, de pronto ven un seiscientos, y la emoción les descoloca. No arriesgaría yo que una carrocería del pasado les repercute en el ánimo hondo, porque Rita, y tantos, entre los suyos, son chavalería de mirar mucho al futuro de probable paraíso, aunque el futuro pase un rato por Caracas, que no es precisamente un paraíso.

No arriesgaría eso, porque a lo mejor resulta que lo que pone a Rita contenta es ver que el seiscientos milita en Podemos, previo paso por chapa y pintura, para pillar los colores de campaña y un póster de aliño donde Pablo Iglesias ahorra en chaqueta, y se ríe como si hubiera triunfado. Vengo a decir con todo esto que intuimos en Rita una ingenuidad que nos gusta, o nos seduce, y hasta vemos que el mismo seiscientos tiene cara de estar a gusto, ingenuo también él, después de toda una vida de trote largo.

El seiscientos era el carro escueto del español que se lo curraba, cuando a España le olían siempre los pies, y Rita es una sirena en vaqueros, del Ayuntamiento de Madrid, que a veces se perfuma de cabreo, porque tiene el estrés contestatario y la vida le da mucho disgusto. Rita está de concejala, pero tiene una lámina emocionante de musa nocturna de pianista, o al menos a mí me lo parece. En Irún ya vemos que ha habido romance con un seiscientos de los que llaman vintage. Parecía que a ella le había tocado la lotería. Sobre el abnegado seiscientos nunca sabremos si le hubiera gustado más un fichaje por Ciudadanos.

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