Hughes - COLUMNAS SIN FUSTE

Remont... Ada

Y presentó en catalán a Ada Colau, que siguió hablando un rato en ese idioma. Madrid Sur aplaudía a rabiar. «T’estimem!»

Pablo Iglesias abraza a Ada Colau, en el mitin de la Caja Mágica de Madrid AFP

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Hubo mucho énfasis en la autenticidad, hasta lágrimas. Frente a los del «turnismo»: «Nosotros somos los decentes»; y frente a Ciudadanos: «Los nuevos somos nosotros». El «paralicé los desahucios» sería el nuevo «corrí delante de los grises». Colau puso los ojos vidriosos, pero ella era actriz. Lo de Pablo Iglesias era otra cosa. Durante su sentida intervención (se mordía el labio), los periodistas que seguían la campaña iban anticipando el discurso, se lo sabían de memoria: «Va a decir ineficaz». ¡Ineficaz! «Va a decir la corrupción nos duele». ¡Nos duele! «Ya verás: Sr. Rajoy, no es serio». ¡No es serio! Pese a repetir que se trataba de un día histórico, no fue lo del PSOE en el 1982. Falló el líder, retórico, y los círculos no llenaron del todo la Caja.

Pero en ese agotamiento apareció Colau, convertida en una señora con mucho votos. Errejón («Nosotros, los sencillos») dijo algo clave. «Decían que no podríamos seguir pero estábamos sembrando acuerdos plurinacionales». Y presentó en catalán a Ada Colau, que siguió hablando un rato en ese idioma. Madrid Sur aplaudía a rabiar. «T’estimem!».

«El 15M parece un fetiche», dijo Bescansa; y a ese 15M, presente en los complementos de los veteranos (la invasión de los hombres con chapa), se le añade una fuerza nueva, una coalición que tiene en común no querer tener nada en común. Este país de países. La marea, Compromís, o Colau. Una coalicion iconoclasta. Porque en la Caja Mágica ni siquiera había muchas banderas republicanas, sólo ese logo morado que parece una secta para la sincronización menstrual.

Colau fue dura con Ciudadanos, al resto los llamó «expertos del dolor» y habló de un Madrid hipotético del No-Ser, metrópolis de lo plurinacional y heredero del dos de mayo.

Una frase se repitió un par de veces: «Por una vida digna de ser vivida». «¡Sin miedo al frío! ¡Sin miedo al miedo!». Porque otro gran ingrediente fue la cursilería (al loro con Bustinduy). «Nunca más un país sin ternura», dijo Iglesias. Proponen una política del amor, literal. «El mundo de las mariposas y los ruiseñores, eso sois vosotros».

El taxista de vuelta, ecuatoriano, séneca escarmentado, no quería saber nada: «Yo vine huyéndoles».

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