Manuel Marín - El comentario sobre Albert Rivera

Luchar contra la resignación

A Rivera no le ha rentado la precipitación de entregar su locuacidad y su sonrisa regeneradora a Pedro Sánchez

Albert Rivera en un acto de campaña en Albacete EFE
Manuel Marín

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La campaña de Albert Rivera no será cómoda. Parte con un punto desconcertante de resignación con sabor a techo electoral en 40 diputados. La euforia de los sondeos que llegaron a atribuirle hasta 80 escaños el 20-D se congeló esa misma noche. Obtuvo la mitad.

Nadie contempla que Ciudadanos deje de ser la cuarta fuerza porque, a priori, la tercera vía del centrismo se diluye entre el extremismo de Unidos Podemos y el pragmatismo que exige el PP. Hace tiempo que Iglesias acaricia la tecla de la «nueva política» con más eficacia. A Rivera no le ha rentado la precipitación de entregar su locuacidad y su sonrisa regeneradora a Pedro Sánchez, y se rumia para él una campaña embalsada. Prudente con el PP, cómplice del PSOE, Rivera solo suda agresividad contra Iglesias. Igual los focos ya no le harán tanta justicia como en diciembre.

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