Elecciones 26-J

Diario de un periodista enviado a seguir a un candidato las 24 horas

Crónicas a todas horas, tres provincias al día... así sobrevive la prensa a la caravana electoral

Víctor Ruiz de Almirón en la caravana de campaña del 26-J ABC
Víctor Ruiz de Almirón

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Una caravana electoral significa levantarse en Málaga, pasar la mañana en Barcelona, la tarde en Castellón y acostarse en Valencia. No todos los días son tan frenéticos, pero dos o tres provincias al día no te las quita nadie. La campaña del 20-D fue incluso más intensa , cuando los candidatos hacían dos o tres actos al día . Ahora la mayoría de ellos han optado por bajar un poco el pistón, tanto por el clima como por el previsible hartazgo ciudadano.

En campaña sabes cómo empieza el día pero no cómo termina. Y hay dos reglas fundamentales: carga tu móvil siempre que puedas aunque la batería esté completa porque no sabes cuando volverás a poder cargarlo. Y dos, come siempre que haya oportunidad porque no sabes cómo ni cuándo vas a volver a comer. Son días de sandwich en los que el desayuno del hotel donde amanezcas cada día es el pilar fundamental. A partir de ahí, todo puede pasar.

Una caravana son quince días fuera de casa. Con todas las cosas buenas y malas que eso conlleva. Los días por lo general arrancan muy pronto. Los más complicados son aquellos en los que el primer evento de la mañana no es en la ciudad en la que has amanecido . Trenes, aviones y el tradicional autobús del que cada partido dispone. En ese autobús viajan los periodistas, y depende de cada partido la posibilidad de que los políticos viajen con ellos. Por lo general viajan miembros del equipo de prensa. Esa es una de las batallas de estos días, pelear con el partido para que los portavoces y por supuesto los líderes se suban más al autobús de la prensa.

¿Se implican los líderes?

En diciembre Albert Rivera hizo tres trayectos, Sánchez y Rajoy uno, mientras que Iglesias y Errejón viajaban casi siempre en el autobús de la prensa. Esta campaña parece que la tónica se va a repetir. En su inicio, el número dos de Podemos, varios de sus asesores y el equipo de prensa viajan con los periodistas. Es una oportunidad de conocernos todos en nuestra vertiente más íntima.

El sentido común ayuda a mantener el contacto a la vez que se respetan los espacios para que cada uno haga su trabajo. Por lo general, la prensa viaja en las primeras filas del autobús y el equipo de campaña y los líderes del partido suelen ir atrás. Y en algún tramo del trayecto suele ser el momento perfecto para poder hacer algún «off the record» . Una caravana es eso también . Pasar tiempo con un nivel de cercanía que en el día a día es difícil mantener.

Es un ejercicio periodístico fundamental para entablar relaciones con los partidos. Tanto con los líderes como con algo que es si cabe más importante, todo el entorno y todo el equipo humano que les rodea: comunicación, redes sociales, producción, asesores... La infraestructura es inmensa. Un mitin de Rivera o de Iglesias implica a decenas de personas, tanto las que viajan con él como los representantes de los partidos en cada territorio.

Una caravana es también la oportunidad de, primero, conocer y, luego, estrechar los vínculos con los que son tus otros compañeros. Además de los colegas de cada medio de comunicación, tan importantes son los que cubren para la competencia la misma información que tú. Al final son las personas con las que más tiempo pasas.

En estos quince días toca escribir muchas crónicas sentado en el suelo, con el ordenador encima de las rodillas. O lo que es peor, en mitad de una plaza bajo un sol de justicia mientras los operarios desmontan el mitin que acaba de concluir. Son días de ver a compañeros entrando en directo en la radio desde un andén de estación o grabando crónicas en una gasolinera de Albacete. Los nuevos ritmos de la información y la cobertura informativa vía web han hecho que el trabajo del periodista en la caravana sea continuo , salvo cuando estamos durmiendo . Para quienes han vivido el otro modelo a veces se hace duro comprobar cómo no puedes tomar nota y escuchar atentamente un discurso porque hay que subir foto y vídeo a Twitter. Es otro estilo que genera una información más constante pero seguramente menos reflexiva.

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