Manuel Marín - Análisis

Auxilio al desahuciado

Pedro Sánchez llega a la mitad del partido tocando fondo para el PSOE

MANUEL MARÍN

La campaña llega a su ecuador con el PP en teórico ascenso provocado por la no comisión de errores serios, por la percepción de que los demás partidos pugnan solo por ser segundos y se anulan entre ellos, y por el drástico cambio de Mariano Rajoy en su «humanización» virtual gracias al futbolín y a los mejillones. Sin embargo, Pedro Sánchez llega a la mitad del partido tocando fondo para el PSOE; Albert Rivera reposa en una cierta planicie después de un ascenso inédito en nuestra democracia; y Pablo Iglesias llega crecido y con «espíritu de remontada». Bien sea por los deméritos propios de Sánchez con la campaña más errática que se recuerda del PSOE, bien sea por el tacticismo conservador de Rajoy ausentándose de debates televisados a cuatro, la primera semana ha sido de Podemos y Ciudadanos, que han jugueteado a abrir puertas a alianzas inverosímiles. Ahora, resta lo principal.

El PSOE ha ofrecido una imagen de derrota preventiva. Impotencia, indefinición, dispersión del enemigo, ineficacia en los mensajes, pérdida de naturalidad… Hoy Sánchez es una víctima de sí mismo y de un liderazgo que muchos ven difuso en su propio partido. Pero Felipe González ha salido al rescate. Y es muy probable que el péndulo de la dictadura mediática, e incluso el perfil emocional de las campañas que castigan o premian a líderes en virtud de consideraciones meramente estéticas, cambie a favor de Sánchez en los próximos días. Puede ser esa especie de conmiseración con el desahuciado lo que le haga revivir. Su cita con Rajoy representará una pugna a dos entre «candidatos a gobernar», frente a los debates de «aspirantes a ser segundos» vistos hasta ahora. Rehén de una depresión previa al parto, a Sánchez no le queda margen para empeorar. Conclusión… solo puede mejorar. Si no, quedará sentenciado ante Rajoy y ante su propio partido.

A su vez, Podemos, viciado probablemente por una inercia eufórica y sobreactuada de «remontada», ve estancado a C’s. El PP también, aunque no lo dice. Rivera, creen, empieza a perder fuelle, y la lógica apunta que el debate del lunes redimensionará a Sánchez frente a los «emergentes». La segunda fase de la campaña será decisiva porque debe condicionar a ese 40% de indecisos, una cifra que parece estar más hinchada de lo que se dice. Quedan siete días de una campaña abierta y oscilante. Pero es cuando más seducen la crudeza del «voto del miedo» y el «voto útil». Son la baza del bipartidismo.

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