Elecciones Galicia
El PP ve avalada la gestión del Covid y se refuerza para afrontar la crisis
Feijóo iguala las cuatro mayorías absolutas de Fraga y tiene vía libre para diseñar la Galicia de la década
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El Partido Popular recibió esta noche en las urnas el único aval que no admite contestación: el de los votos de los gallegos. Un refrendo inapelable a la gestión de la pandemia del coronavirus , aplaudida incluso desde el Gobierno central, para escarnio del PSOE gallego, que no dudó en cuestionar las cifras de fallecidos en las residencias. Cuarta mayoría absoluta para Alberto Núñez Feijóo, rara avis no solo en España, sino en toda Europa, que con casi el 48 % de los votos, su mejor bagaje, y 41 escaños, los mismos que en 2016, recibe un nuevo encargo de cuatro años para gestionar una crisis, sanitaria, social y económica, de dimensiones y consecuencias impredecibles. En juego, también, el diseño de la Galicia de la próxima década.
Pulgar en alto, mientras sonaba el «One more time» (una vez más) de Daft Punk, salió a saludar Feijóo casi a medianoche, antes de dar « gracias, gracias y gracias a toda Galicia por tanta generosidad ». Ante el atril aseguró que la «decisión personal y colectiva de seguir trabajando por Galicia merecía un respaldo», y añadió: «No me confundí cuando aposté por Galicia, y esta noche tengo claro que esa apuesta mereció la pena. Para siempre».
El PPdeG volvió a imponerse en las cuatro provincias . En La Coruña ganó un acta y se fue hasta las 14. Idéntico escenario en Lugo, donde avanzó de 8 a 9 y rozó el 55% de los votos. En Orense, en cambio, los populares se dejaron un diputado. Reñido hasta el último instante estuvo Pontevedra, donde hasta el último instante el PP ha peleado por el undécimo escaño.
Campaña del miedo
El paseo militar que vaticinaron desde el principio todas las encuestas no estuvo exento de algunos nubarrones . Preocupaba en las filas populares que cundiera la sensación de que ya estaba «todo hecho», auténtico veneno para la movilización del electorado. El nivel de participación estuvo siempre un tanto en el aire, ante el ejemplo francés y especialmente en la última semana, cuando la izquierda se lanzó en tromba a difundir el discurso del miedo. El rebrote de A Mariña abrió un filón que la oposición no dudó en explotar, con los alcaldes de la zona convertidos en altavoces, reclamando la suspensión de la jornada electoral y arrojando dudas sobre la viabilidad del proceso.
Se votó en A Mariña, donde la campaña del miedo se tradujo en retrocesos del PP de casi 5 puntos en Burela y Xove, más de 4 en Cervo y O Vicedo y más de 3 en Foz y Viveiro. El «todo vale» político tuvo su máximo exponente en Verín, convertido durante semanas en ariete contra la Xunta después de que la carencia de pediatras motivara el cierre temporal del paritorio. En la localidad orensana cayeron casi un 12% los populares. El intento de erosión de los rivales se quedó en golpes que no mellaron una maquinaria que, con el «Galicia, Galicia, Galicia» como mantra, acabó demostrándose tan infalible como suele. A diferencia de lo que le ocurre al PP a nivel nacional, donde la fragmentación del centro-derecha se ha convertido en su gran talón de Aquiles, en Galicia los populares siguen aglutinando ese caladero de votos, con Ciudadanos sumido en la irrelevancia y con Vox restando votos, pero no hasta el punto de amenazar su hegemonía.
« Me debo más a Galicia ahora de lo que me debí nunca », proclamó Feijóo en una nueva noche feliz. Y aún más especial. «Me voy a dedicar a Galicia con más ahínco, determinación y ganas que en la primera legislatura, la segunda y la tercera. Me debo a responder a esta confianza mayoritaria. Estoy aquí para cumplir con mi deber», añadió. «Como si fuese el primer día de un mandato». Y para el cierre, antes de ponerse hoy a trabajar: «¡Galicia, Galicia, Galicia y, por cuarta vez, Galicia!».
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