PSOE y PSC: del martirio al reciente amor

Los dos partidos viven un idilio tras históricos episodios de desencuentro

La participación cae 22 puntos con respecto a las elecciones autonómicas de 2017

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Fotografía de 2014. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con Miquel Iceta, en un desayuno informativo Ignacio Gil

¿Son lo mismo el PSOE y el PSC? Es una pregunta que ha atravesado al socialismo español durante décadas. En esta campaña electoral se expresa un idilio innegable, heredero de la relación fraguada desde 2016 entre Pedro Sánchez y Miquel Iceta . Pero incluso en ese último periodo existieron momentos de incomodidad. Nunca como hasta ahora las dos marcas se han mimetizado tanto. Y nunca como hasta ahora las direcciones políticas de ambos partidos están tan alineadas.

El PSC es fruto del proceso de unión que el 16 de julio de 1978 se tradujo en el Congreso de la Unidad Socialista en el que se fusionaron la federación catalana del PSOE con otras dos formaciones socialistas. Entonces, se consagró el hermanamiento federal con el PSOE . La apuesta por recuperar una federación catalana del PSOE ha sido un elemento que ha florecido en momentos puntuales. Posibilidad que hoy está más lejos que nunca. Pese a lo vivido.

1993-1999. La sucesión de González

El socialismo catalán jugó un papel destacado pero finalmente incompleto en el relevo de Felipe González como líder del PSOE. Lo hizo a través de dos figuras importantes. En primer lugar, Narcis Serra . Consejero preautonómico de la Generalitat con Josep Tarradellas (1977-1979), alcalde de Barcelona (1979-1982), ministro de Defensa (1982-1991) y, finalmente, vicepresidente del Gobierno (1991-1995). Estaba llamado a ser el sucesor de González, en un futuro incierto. Pero su dimisión por el escándalo de las escuchas del Cesid frustró esa hipótesis.

Tras González llegó Joaquin Almunia como secretario general. Fue entonces cuando Josep Borrell decidió presentarse a las primarias para la presidencia del Gobierno. Su candidatura fue avalada por José Montilla, Jordi Solé Tura y Miquel Iceta . Iceta, hoy ministro, formó parte del equipo de campaña de Borrell. El resto de la historia es conocida. Borrell ganó pero renunció. La derrota de Almunia en las generales espoleó a los que, como Iceta, reclamaban una renovación en el PSOE.

2000. Zapatero versus Bono

En la ajustada victoria de José Luis Rodríguez Zapatero frente a José Bono en el año 2000 también fue clave el peso de los socialistas catalanes. Al dejar el PSC, Pasqual Maragall se atribuyó la victoria de Zapatero en aquel Congreso. Aunque atribuyó a Montilla, recién elegido primer secretario del PSC, haber apoyado a Bono. Iceta estaba en el equipo de Zapatero y estuvo negociando con e l sector guerrista. Un caudal de votos que fue clave para la victoria final.

Bono, que era el favorito, representaba al aparato y a un territorio más distanciado del PSC, tuvo que esforzarse en su discurso por afirmar que no pediría al PSC que dejara de ser la única fuerza socialista de Cataluña. Pero la defensa de Zapatero por una España federal «que garantice la personalidad de sus regiones, sus nacionalidades y sus naciones» fue mucho más magnética para una parte de un socialismo catalán que tenía en Maragall, que había ganado las elecciones autonómicas de 1999 pero no había podido gobernar, a su gran referente.

2003-2006. Primer tripartito y nuevo Estatuto

Por fin, en 2003, el PSC se hizo con la Generalitat. Pero no como el socialismo había soñado. Fue Zapatero el que dio su visto bueno al pacto del Tinell con ERC e ICV-EUiA. Resultado: veto a pactar con el PP en todas las instituciones , en todos los ámbitos. Un cordón antidemocrático que vinculó al PSOE de Zapatero.

El «bambi» de Ferraz se aferró a una promesa que, casi veinte años después, todavía colea: un nuevo Estatuto de Autonomía para Cataluña. Creyó el secretario general del PSOE, convencido y fiado por Maragall, que eso cerraba para siempre la reivindicación nacionalista que impregnaba, también, al PSC. Todo lo contrario. El nuevo Estatuto se aprobó en Barcelona sin el voto del PP y ERC no tardó, cuando el texto pasó por el Congreso, en desmarcarse.

Mientras tanto, el número dos del Govern y líder de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira se vio con la cúpula de ETA para que la banda terrorista no matase en la región. Fue uno de los momentos más críticos de la relación entre el PSOE y el PSC, y un sector de los socialistas de otras comunidades -los barones- sacaron a relucir la posibilidad de crear una federación catalana del PSOE.

2006-2010. Zapatero-Mas y segundo tripartito

Apartado Maragall por lo suyos, llegó Montilla al frente del PSC y de la Generalitat, en 2006, tras dos años como ministro de Zapatero. Pero la etapa de Maragall y «la montaña rusa» que supuso el primer tripartito dejó desconfianzas en el PSOE. Zapatero optó por acordar los últimos flecos del «cepillado» estatutario con Artur Mas (CiU) en una larga jornada en La Moncloa y al margen del Govern. Fue la puntilla para el segundo tripartito que, para más inri, su presidente tuviera que salir a defender un texto que el Tribunal Constitucional, en 2010, ajustó a la legalidad retocándolo mínimamente e interpretando gran parte del texto, en una clara y evidente muestra de buena voluntad.

La Generalitat, ya «tomada» por los independentistas bajo el gobierno de Montilla, convocó una manifestación contra la decisión del Constitucional. Montilla tuvo que salir escoltado por los Mossos para evitar ser linchado por radicales independentistas. Las voces en el PSOE, que no entendían qué hacía el socialismo democrático con ERC en el gobierno y pactando en Madrid con CiU, que ya apuntaba maneras de «insurrección» , dijeron basta. Hasta tal punto fue así que en las elecciones autonómicas de 2010, el PSC pasa de controlar la Generalitat a facilitar con su voto el nuevo Ejecutivo catalán presidido por Mas.

2010-2014. Derecho a decidir y Declaración de Granada

Sin embargo, la relación PSOE-PSC todavía vivió un momento de máxima tensión impensable en 2010. Fue en diciembre de 2012. Pere Navarro, que había cogido las riendas del PSC tras la derrota de Montilla, optó por defender el llamado «derecho a decidir», eufemismo surgido de las universidades de Cataluña para enmascarar el imposible referéndum de autodeterminación , que Mas hizo suyo. No solo eso. Navarro anunció en sede del Parlamento de Cataluña que el PSC no se opondría a que el nacionalismo catalán consiguiese su objetivo.

Tras la visita de Carod a ETA, este fue el momento más cercano a que la federación catalana del PSOE cogiera forma. Hubo conversaciones. Y solo conversaciones. El PSC se rompió entonces. El sector independentista, no organizado, fue abandonando el «barco» del PSC, coincidiendo, eso sí, con su pérdida de poder autonómico y local. Salieron los Ernest Maragall y Marina Geli , por ejemplo, que habían sido consejeros de la Generalitat. Ahora están en ERC y Junts, respectivamente. Para evitar la ruptura, se llamó a dos «fontaneros». Ramón Jáuregui y, otra vez, Iceta. De su pacto de no agresión, Alfredo Pérez Rubalcaba mediante, salió la Declaración de Granada (julio de 2013). A favor de la España plural, pero unida.

2016. Investidura de Rajoy. Primarias Díaz-Sánchez

Días antes del histórico Comité Federal que forzó la salida de Pedro Sánchez, Iceta, ya líder del PSC, instó a Sánchez a que resistiese las presiones. Aunque el precio fuese ir a unas terceras elecciones. La nueva dirección socialista, la gestora, por mandato del Comité Federal materializó una abstención en la investidura de Rajoy.

Un mandato que no acataron los diputados del PSC. Se abrió entonces una crisis de grandes dimensiones. En la que se planteaba si el PSC debía o no participar en las primarias. Una reunión en noviembre de ese año entre Iceta y Susana Díaz desbloqueó la situación. El precio era que la dirección del PSC debía ser neutral en el proceso. Iceta evitó posicionarse... públicamente. Pero el discurso de Sánchez defendiendo la «plurinacionalidad» hizo el resto. Superó el 80 por ciento de los votos en Cataluña en esas primarias.

2017-2021. Declaración de Barcelona y 155

La victoria de Sánchez inauguró una etapa normalizada en la que ambas direcciones estaban en plena sintonía, que cristalizó en la Declaración de Barcelona de julio de 2017. Ese documento es, a día de hoy, la hoja de ruta del PSOE en materia territorial. El texto dice así: «La solución definitiva al actual desencuentro pasará por una reforma constitucional que haga de España un Estado federal. En este camino, es necesario avanzar hasta reconocer plenamente su carácter plurinacional». Sus planteamientos chocaron con el golpe institucional de la Generalitat de Carles Puigdemont y Oriol Junqueras . La relación entre Sánchez e Iceta fue fundamental para que el líder del PSOE pudiese retener al PSC a su lado en su decisión de apoyar a Mariano Rajoy en la aplicación del artículo 155 de la Constitución.

Los socialistas catalanes expresaron no obstante su incomodidad con los sucesos de esos días. Especialmente con la actuación policial del 1 de octubre. Aunque en esa campaña el PSC apostó por que Sánchez ejerciera un papel limitado . El acceso a La Moncloa en 2018 y el convencimiento de que, ahora sí, es el momento de un discurso que abogue por la superación de los dos bloques hicieron el resto para consolidar el idilio.

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