radiografía de la comunidad
Así es la Industria Editorial catalana y así sería en la Cataluña independiente
Barcelona es hoy el gran motor del sector editorial español, pero la secesión traería aranceles, fiscalidad y la incógnita del castellano

Con cerca de 32.000 títulos editados y un volumen global de ventas que en 2013 rondó los 2.608 millones de euros, cifra marcada por la caída generalizada de ventas en el sector, Barcelona no es solo uno de los grandes motores de la edición española: también es la ciudad en la que se han instalado y desde la que se han expandido grandes editoriales como Planeta, Random House Mondadori (ahora Penguin Random House), RBA y sellos de tamaño medio como Anagrama, Salamandra, Acantilado, Tusquets o Edhasa entre otras.
Nombres todos ellos que han contribuido a convertir la ciudad en una capital literaria e industrial de primer orden en la que el castellano sigue siendo la lengua preferida. Así lo dicen unos lectores que, a la hora de decantarse por un idioma de lectura escogen el castellano en un 42,6% y el catalán en un 35,4%, y también los números, que señalan que la mitad de la facturación editorial catalana, algo más de 1.200 millones de euros, viene del mercado interior español, mientras que otra tajada importante del negocio sigue estando en el mercado latinoamericano.
La tendencia suele invertirse en Sant Jordi, día fuerte del libro en catalán y colchón sobre el que descansan buena parte de las ventas del año, pero en 2013, el único año que el Gremio de Editores ha facilitado listas de ventas sin discriminar entre castellano y catalán, los primeros puestos se los repartían «Victus», de Albert Sánchez Piñol (en castellano y catalán); «L’estiu que comença», de Silvia Soler; «Brúixoles que busquen somriures perduts», de Albert Espinosa (también en catalán y castellano); «La reina descalza», de Ildefonso Falcones»; o «Plans de futur», de Màrius Serra.
Aranceles, fiscalidad y la incógnita del castellano
El presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara, fue el más contundente a la ahora de posicionarse: en caso de independencia, no sería lógico que las editoriales en castellano del grupo Planeta siguiesen en Cataluña. «No tiene sentido tener la sede en un país extranjero que habla otro idioma», aseguró el editor, fallecido el año pasado, cuando se le preguntó sobre una hipotética independencia de Cataluña.
El resto de grupos editoriales no se han posicionado de manera tan clara, aunque hay dos factores que, sin duda influirían a la hora de determinar su continuidad en suelo catalán: el papel del castellano en una Cataluña independiente y los problemas fiscales y arancelarios que pudiesen derivarse de la creación de un nuevo Estado. El primero dependería de la oficialidad o no del castellano, algo que según se han esforzado en repertir los candidatos de Junts Pel Sí, no debería suponer ningún problema. Lo segundo, en cambio, sí que se podría traducir en un sobresalto económico para los grandes grupos editoriales si Cataluña quedase fuera de Unión Europea y las empresas tuviesen que hacer frente a unos peajes fiscales más elevados.