Elecciones - Catalanas

¿Ha firmado Mas su finiquito con el delirio secesionista?

La lista conjunta que forzó a cambio de adelantar los comicios pierde apoyo. Tiene muy difícil repetir como presidente de la Generalitat

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      Artur Mas, número 4 de Junts pel Sí - Reuters

      Con casi el 90% del voto escrutado, el trío de Junts Pel Sí -Mas, Junqueras y Romeva-, se mostraba sonriente sobre la tarima colocada ante el mercado de El Born de la capital catalana. «El sí ha ganado en escaños y votos. Hemos obtenido el mandato explícito para tirar adelante el proceso y conseguir la independencia de Cataluña», atronaba Oriol Junqueras. Un más moderado Mas, le seguía el juego y sentenciaba que había ganado «el sí y la democracia». «Tenemos un mandato democrático», remataba Raül Romeva, el menos efusivo de los tres.

      De lo dicho por unos y otros, lo única matemáticamente irrefutable era el triunfo de la democracia, habida cuenta de una participación récord en las autonómicas que colocan al 27-S en la contienda electoral con más participación por detrás de las generales del 82 y del referéndum sobre la Constitución. Otra cosa es lo de las mayorías, votos y escaños. «Si tenemos mayoría en el Parlamento catalán, continuaremos (el proceso). Si también tenemos mayoría de votos, será absolutamente claro», afirmó Artur Mas en campaña. Anoche, sin embargo, el presidente en funciones de la Generalitat parecía haber rebajado el listón de la legitimidad.

      Mas forzó en su día la negociación -hay quien habla de chantaje- con ERC, la ANC y Òmnium para crear una lista conjunta de cara al 27-S. Su arma fue amenazar con no adelantar los comicios autonómicos si no había entente a cuatro.

      Con todo, Junts Pel Sí, -la suma de Convergència, ERC y las entidades proindependentistas Asamblea Nacional catalana (ANC) y Òmnium Cultural-, sumó ayer domingo poco más de un millón y medio de votos. Si se añaden los más de 300.000 de CUP se llega al 1,8. Cerca de los 1,8 millones de catalanes que votaron Sí-Sí en la consulta secesionista del pasado 9 de noviembre, si bien en ese trasunto de referéndum los mayores de 16 años podían votar. Mucho esfuerzo para quedarse igual.

      El análisis en escaños, tampoco resiste la comparación. En las autonómicas de 2012, CiU -entonces aún con Unió-, logró 50 escaños, y ERC, 21. Nueve más que la alianza de CDC, ERC, la ANC y Òmnium. Un desfase que no puede explicar sólo con los votos perdidos por la marcha de Unió, un partido que ayer desapareció del Parlamento catalán al no lograr el mínimo del 3% de lo votos.

      Junts Pel Sí no es mayoría absoluta ni en escaños ni en votos por sí sola. Y el único consuelo de Mas, Junqueras y Romeva es que pueden lograrlo si suman la complicidad de la CUP. Una CUP que no quiere a Mas presidente. Una CUP cuyo cabeza de lista, Antonio Baños, afirmó en campaña: «De cara a la comunidad internacional nos interesa ser mayoría en votos para estar totalmente legitimados».

      El abrazo de la CUP

      Soflamas de noche electoral aparte, el primer capítulo de la hoja de ruta de Junts Pel Sí es formar gobierno, además de lograr que el Parlamento catalán apruebe una declaración de inicio del proceso a la independencia. Mas, oculto en el cuarto puesto de la candidatura de Junts Pel Sí, debe volver al primer plano para lograr que sea investido de nuevo presidente. Lo puede ser con mayoría absoluta, en primera vuelta, o con mayoría simple, en segundo. Pero de nuevo la CUP con su voto o abstención tendrá la llave.

      El pasado 9 de noviembre, el entonces líder y diputado de la CUP, David Fernández, se fundió en un abrazo ante las cámaras con Artur Mas. Para celebrar la celebración de la consulta secesionista. Dicen que al poco la CUP pagó un precio: bajó enteros en el ranking de radicales de izquierda y antisistema. A partir de hoy, seguro que se lo empieza a cobrar a Mas...

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