CRISIS EN NICARAGUA
Amaya Coppens: «Ortega está negando la sanidad y la educación a los opositores»
La activista concluye su gira europea que tenía como objetivo reactivar la atención sobre la crisis que sufre Nicaragua

Amaya Coppens (Bruselas, 1994) se ha convertido en un icono de la lucha contra la represión del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua. Esta joven belga-nicaragüense estudiaba la carrera de Medicina cuando estallaron las protestas, en abril de 2018, contra la reforma de la seguridad social. Los jubilados y pensionistas salieron a protestar y fueron reprimidos por las fuerzas de seguridad. Aquello enfureció a los jóvenes e hizo reventar la olla apresión que era ya Nicaragua. El país se incendió provocando meses de enfrentamientos entre la policía y los paramilitares del gobierno y los manifestantes, que dejaron un balance de más de 300 muertos y centenares de detenidos. Entre ellos, Amaya Coppens, que pasó nueve meses en la cárcel y que después se benefició de la polémicca Ley de Amnistía aprobada por Ortega.
Durante las últimas semanas, Coppens ha estado de gira por Europa – Bélgica, Suiza, Alemania, España –, llevando el grito de angustia de un país que se sigue desangrando en silencio y buscando apoyos para acabar con la dictadura. «Han sido cuatro semanas muy movidas, en las que he intentado reunirme con diferentes sectores para reactivar la atención sobre lo que está sucediendo en Nicaragua, actualmente; y sobre la situación de los nicaragüenses en general, tanto fuera como dentro del país», explica ABC en Madrid, durante la celebración ayer de un festival político-cultural que congregó la presencia, entre otros, de la escritora y poetisa Gioconda Belli , o del músico español Miguel Ríos. A ellos se sumaron, los testimonios grabados, entre otros, del exeurodiputado Ramón Jáuregui y la escritora Almudena Grandes.
Uno de los mensajes que hemos estado llevando en las reuniones que hemos tenido durante esta semana en Ginebra, cada espacio ha servido de denuncia.
— Amaya Coppens (@amaya_coppens) September 13, 2019
En Nicaragua SI hay dictadura! https://t.co/tILOOMFJe0
Bloqueo informativo
Las matanzas realizadas por las fuerzas de seguridad del Gobierno nicaragüense durante los primeros meses atrajeron la atención del mundo entero. Un año y medio después, la falta de información gracias ael bloqueo del régimen han logrado sacar el tema de la agenda internacional. «Pero las matanzas no han terminado –subraya Coppens–. Continúan en el día a día: asesinando campesinos, en este año van 40, de los que tenemos registro; y se han encontrado hace un par de semanas fosas comunes en Pochomil. Lo que sucede es que han expulsado del país a los organismo de derechos humanos, solo queda la CIDH. Por eso es muy difícil conseguir información», advierte.
La activista señala que el país está sufriendo «una nueva fase de represión, que sobre todo quiere callar lo que está sucediendo en Nicaragua, y aún así no lo ha logrado. Siguen las protestas, no solo dentro del país. Este domingo hay una en Costa Rica donde se han autoexiliado 80.000 nicaragüenses, sobre todo jóvenes. No hemos dejado de protestar, lo que sucede es que hay una amenaza de muerte. Se ha vuelto muy dificíl protestar en Nicaragua». El Gobierno de Ortega aprobó una ley en septiembre de 2018 que prohibía cualquier tipo de manifestación, bajo pena de ir a la cárcel.
Vuelta a casa
La estudiante y activista regresa esta semana a su país donde sabe que volverá a ser objetivo de la represión: «Las amenazas y los asedios son cosas que suceden a diario. Mi pareja ha sido amenazado mientras yo estaba haciendo esta gira».
Coppens, como el resto de excarcelados, denuncia que se ha convertido «en una ciudadana de segunda clase» porque no tiene derecho «a educación ni a la sanidad. Me borraron mi registro académico el año pasado, al igual que a otros. Se contabilizan alrededor de 143 expulsados de la universidad. Muchos de exiliaron por motivos de seguridad, porque dentro de la universidad hay grupos de defensa que son paramilitares armados y que están agrediendo. Hace dos semanas, un estudiante de Odontología participó en las protestas y le rompieron un brazo y varios dientes dentro de la propia universidad», denuncia. Añade que tras salir del país para realizar la gira, «volvieron a poner mi registro de notas para hacer ver que soy yo la que no quiero estudiar».
En cuanto a la asistencia sanitaria, y coincidiendo con la epidemia de dengue que sufre el país , afirma que se le está negando a los opositores y sus familias. «Han enviado de regreso a hijos de exprisioneros políticos que buscan asistencia médica». De igual manera, a la cuñada de otro expreso, que estaba embarazada y tenía programada una cesarea, «se le adelantó el parto y tardaron 9 horas en atenderla. Ella perdió el niño».
Lo más alarmante, en su opinión, es que las campañas de prevención de dengue, están financiadas por organismos internacionales como la OMS y la OPS, y le son negadas. «Las campañas de fumigación para los mosquitos, desde al año pasado no van a las casas de aquellos que participan en las protestas», denuncia. Mientras esto sucede,«ni la OMS ni la OPS se han pronunciado sobre lo que sucede en Nicaragua. y la repercusión sobre la salud. Estamos hablando de asesinatos al negar la atención médica».
Nicaragua, relegada a un segundo plano
Sobre el apoyo de la comunidad internacional en la crisis que sufre Nicaragua, siente que la situación ha quedado relegada a un segundo plano por lo que está sucediendo en Venezuela . «Escuchamos los informes de la Alta Comisionada de la ONU para los DD.HH. (Michelle Bachelet) que fue bastante contudente, sin embargo, en nuestro viaje a Ginebra queriamos llamar más la atención sobre las ejecuciones extrajudiciales porque es muy difícil sacar información de Nicaragua». Según los datos de Coppens, en lo que va de año se han contabilizado 24 ejecuciones, que se han producido principalmente en zonas rurales a manos de «policías, paramilitares y también militares», asegura.
Sobre si el diálogo entre la Alianza Cívica (que congrega a la oposición) y el Gobierno de Ortega está complentamente roto, afirma que «nosotros siempre hemos optado por la vía pacífica, pero realmente ha sido una burla lo que ha hecho el régimen hacia el diálogo. Hay acuerdos a los que se había llegado, con la presencia de garantes internacionales, y no se han cumplido, no sea respetado ninguno de ellos. Está claro quién es el que no quiere resolver la situación, porque esta sigue igual o peor. Sigue habiendo presos políticos, amenazas, asedios... La violencia generalizada hace imposible vivir en Nicaragua, donde existe un constante miedo por lo que puedan hacer. Todos los poderes del Esatdo son completamente corruptos y están completamente manipulados. No hay manera de obtener justicia actuamente en Nicaragua».
Impunidad
Como muchos otros, incluida la Asociación de las Madres de Abril (AMA), que reúne a los padres de las víctimas, Coppens critica la Ley de Amnistía aprobada por Ortega -y por la que ella fue liberada- al tratarse de una ley que permite la impunidad de los crímenes cometidos por las fuerzas de seguridad. «Fue un insulto para los nicaragüenses porque no nos deja la opción de buscar justicia por todo lo que vivimos -afirma-. Yo ni siquiera fui condenda, pero pasé nueve meses en la cárcel. La postura del Gobierno es que eso ya pasó, y que ya nos olvidamos de eso. Pero no nos olvidamos de que también hay más de 300 muertos en completa impunidad en Nicaragua, ni de los exiliados, ni de los presos políticos, ni de las amenazas que seguimos viviendo a diario... Nos usaron para pasar esta ley, aprobada de manera unilateral para poder protegerse a ellos mismos por los crímenes que habian cometido. Y ya lo hicieron. La única persona identificada por matar a una estudiante brasileña, que fue condenado, ya salió. También hay que decir que tras la liberación de presos políticos, 40 han sido recapturados, y siguen en prisión 12 de ellos».
Coppens se ha convertido en un icono de la resistencia, de la lucha contra la represión del régimen de Ortega. ¿Le pesa esa responsabilidad ante su país y el resto del mundo? «Ufff... Siento un deber moral. Y por eso estoy acá. Quiero utilizar toda esa atención en visibilizar los casos que no son tan visibles. Mientras estuvimos presos, recibimos mucha atención, pero sigue habiendo más de 130 personas encarceladas por motivos políticos, y de ellos casi no se oye hablar, ni de los 106 desaparecidos. Estoy muy agradecida por toda la atención y todo el apoyo que he recibido, y acá es un intento de darle lo mismo a todas las personas que están ahora en esta situación», concluye. Se levanta, y vuelve a convertirse en presa, en esta ocsión, de los admiradores que quieren hacerse fotos con ella,, mientra no deja de sonreír. Una sonrisa con la que la identifican todos los nicaragüenses.
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