El establishment republicano resucita en New Hampshire

Jeb Bush y Christie protagonizan su mejor debate, que provoca las primeras dudas en Marco Rubio

Donald Trump y Ted Cruz, en el debate de New Hampshire AFP

MANUEL ERICE

«Hasta ahora todo ha sido ruido; ahora llega lo importante». La frase es de la comensal de la mesa cercana a la que nos encontramos, una republicana del establishment del partido en Manchester, capital de New Hampshire, que contempla con agrado las intervenciones del trío de gobernadores, Jeb Bush (ex), Chris Christie y John Kasich. Nos encontramos siguiendo el debate en la JD´s Tavern, en el hotel Radisson, donde se respira pasión por la política e interés por el futuro de Estados Unidos. El transcurso del octavo debate republicano, que tiene lugar en la misma ciudad como antesala de las primarias del martes, muestra una resurrección de los que estaban casi descartados en una carrera que ni mucho menos está cerrada. Dos horas después, el rápido balance de lo hemos visto arroja estas conclusiones: el líder en las encuestas, Trump, mantiene su habilidad para conectar con una buena parte del votante republicano, pero a medida que el contenido sube de nivel, su credibilidad se resiente; el vencedor en Iowa, Ted Cruz, conecta peor con el público en un estado menos conservador como New Hampshire; el emergente Marco Rubio sufre en el arranque y arroja las primeras dudas, aunque vuelve a estar sólido en la mayoría de los asuntos; Jeb Bush, Kasich y Christie protagonizan su comparecencia más exitosa, y Ben Carson mantiene su campaña ajena a los demás, aunque no es mal recibido por los espectadores.

El nuevo asalto dialéctico de los aspirantes a la nominación republicana mostró desde los inicios a un gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, dispuesto a hacer el trabajo sucio del establishment para frenar el auge de Marco Rubio. Su acometida fue demoledora, cuando le acusó de no estar «preparado para ser presidente», de no tener «experiencia alguna» en la gestión de gobierno, a diferencia de los gobernadores, y de no tener «una política consistente en inmigración». El senador de padres cubanos, que sintió el ataque, recordó primero que ni el presidente Obama y el vicepresidente Biden tenían mucha experiencia al frente de gobiernos, y, viendo como no cejaba Christie, en sus arremetidas, recordó al gobernador cómo había «dejado atrás la última tormenta» de agua y nieve, no estando a la altura de los daños que las inundaciones habían provocado. Se refería Rubio al episodio en el que una ciudadana del estado le había recriminado al gobernador la falta de respuesta ante el desastre natural, a lo que éste replicó: «¿Qué quiere, que me ponga a limpiar con la fregona?».

Pero la crítica más feroz de Christie, echando en cara al político hispano que se limitara a «aprenderse unas cuantas frases de memoria» para repetirlas, hizo mella en Rubio, que tardó algunos minutos en recuperar la compostura. Cuando lo hizo, volvió a sus minutos brillantes de otros debates, en especial en política exterior.

El otro encontronazo del debate lo protagonizaron Bush y Trump, con resultado favorable al primero. Por primera vez, se pudo ver al exgobernador de Florida consistente y sólido no sólo en el fondo, sino también en la forma. Y por primera vez también, el magnate recibió un severo correctivo, que Bush mantuvo en el tiempo, dejando sin respuesta al millonario. Fue cuanto a preguntas de los moderadores, Trump se mostró partidario de las expropiaciones como método para llevar a cabo importantes obras. Lo que terminó llevando a su terreno de promotor inmobiliario, al asegurar que «no sólo es importante para construir infraestructura, sino también privada». Jeb Bush salió al paso para negar la mayor y asegurar que «las expropiaciones deben utilizarse para favorecer los equipamientos públicos, y no para la construcción de casinos», en referencia a los negocios privados de Trump.

El gobernador de Ohio, John Kasich, muy seguro en un estado que se ha trabajado a conciencia estos meses para intentar que sus primarias le sirvan de trampolín, mantuvo su discurso centrista y moderado, en especial cuando habló de inmigración. En respuesta a la agresiva postura de Trump y Cruz en defensa del cierre de fronteras y de devolución de sin papeles, afirmó: «No creo que la deportación sea el mejor ejemplo de lo que este país tiene que ser».

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