tribuna
Tipos de interés en mínimos,malo para el ahorro
El economista Carmelo Tajadura asegura que corremos el riesgo de que, cuando acabe la QE, nos encontremos con la resaca, especialmente en España
![Tipos de interés en mínimos,malo para el ahorro](https://s3.abcstatics.com/Media/201503/09/tipos%20de%20interes--644x362.jpg)
No habíamos visto nunca un nivel de tipos de interés tan reducido como el actual. En los plazos más cortos, el BCE ha disminuido hasta el 0,05% lo que cobra por sus préstamos a los bancos y en el mercado interbancario europeo los tipos son negativos hasta un mes y mínimos a mayores plazos. Bien lo sufren los depositantes bancarios que obtienen una remuneración ridícula, aunque en términos reales, es decir teniendo en cuenta la tasa negativa de inflación, no lo sea tanto. Pero lo más llamativo está en los tipos a medio y largo plazo, aquellos a los que se cruzan las operaciones de deuda soberana en el mercado. En el caso de España, el tipo a 3 años está en torno al 0,20%, el tipo a cinco años ronda el 0,5% y el de 10 años se sitúa por debajo del 1,30%. Todos ellos en mínimos históricos y por debajo de Estados Unidos. Si miramos a nuestros socios europeos, no es sólo que países con débiles fundamentos, como por ejemplo Portugal, muestren también tipos próximos a los nuestros, sino que encontramos varios países con tipos a largo plazo negativos. Así, Alemania «cobra» por su deuda hasta el plazo de cinco años y otros países como Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Luxemburgo, Holanda o Suecia también muestran, en mayor o menor medida, tipos negativos. Según un informe de JP Morgan cerca de la tercera parte de la deuda soberana de la zona euro presenta tipos de interés negativos.
¿Por qué ocurre esto? Parece bastante claro que los bajos tipos de interés hay que asociarlos, por un lado, con escenarios de desaceleración económica o recesión y, por otro, con perspectivas de escaso aumento de los precios, es decir desinflación o deflación. Eso exacerba en algunos agentes económicos el motivo seguridad y les lleva a aceptar un lucro cesante e incluso pagar algo a cambio de tener activos sin riesgo. Europa se ajusta bastante al escenario descrito y, sobre todo, no se ve una salida clara del mismo a corto plazo, lo que ha llevado a un tercer factor decisivo para los bajos tipos: la política monetaria ultra laxa. Así, tras anteriores relajaciones monetarias en USA, Reino Unido y Japón, es ahora el BCE el que, desde mañana, inicia una QE, es decir la compra de renta fija europea (60.000 millones mensuales de euros) mediante la creación de dinero. Busca generar inflación, debilitar el euro y estimular la economía mediante el auge del crédito. Otra cosa es el grado de éxito que logre, porque el escaso pulso actual del crédito no se debe precisamente a la falta de liquidez, que ya sobra. Pero, en cualquier caso, la QE avala que los tipos sigan bajos. Incluso, a corto plazo, podrían bajar algo más, porque ahora habrá un refuerzo de la demanda lo que actuará elevando el precio de los títulos (y reduciendo su rentabilidad). No obstante, el mercado ya se había adelantado, como siempre, y extremado el movimiento antes del comienzo de la QE, por lo que no debe haber mucho margen.
Sí que conviene advertir que algunos factores externos podrían actuar en sentido contrario, sobre todo en los países periféricos. Por ejemplo, un deterioro de la situación en Grecia, sin descartar incluso la Grexit (salida del euro, al menos temporalmente); o, específicamente en España, las complicaciones para la gobernabilidad futura por la fragmentación electoral y el auge de partidos populistas cuyo programa económico asusta a los mercados. Ambos hechos depararían inestabilidad y provocarían subidas de la prima de riesgo de riesgo. Pero, en cualquier caso, y a salvo de repuntes de este tipo, parece probable que el nivel de tipos de interés siga ciertamente reducido durante bastante tiempo.
Y así llegamos a lo que me parece más importante: aunque los tipos bajos vengan bien para algunas cosas, sin duda se trata de una mala noticia para el aumento del ahorro, que tanto necesita España y que se encuentra actualmente en mínimos. Lo necesita para financiar la inversión (no precisamente en AVEs o en construcción sino más bien en educación, I+D…) y así elevar nuestro potencial de crecimiento a largo plazo; y lo necesita también para disminuir la deuda externa, que es de las mayores del mundo en términos netos. Pero con tipos tan bajos, ni las familias ni las empresas ni el Estado tienen los incentivos adecuados para ahorrar ni para desapalancarse adicionalmente.
En realidad, sólo el Bundesbank, oponiéndose a la QE, intenta defender el ahorro y al ahorrador; al alemán pero, de paso, también al del resto de la eurozona. Ahorradores a los que se está incitando en muchos casos, o bien a hacer inversiones que desbordan las que corresponderían al perfil de riesgo de cada uno, o bien a favorecer el consumo en detrimento del ahorro. Corremos el riesgo de que, cuando acabe la QE, nos encontremos con la resaca, especialmente en nuestro país.
Noticias relacionadas